Promoción de lectura: ¿práctica obsoleta?

Promoción de lectura ¿una práctica obsoleta?

"No se lee en voz alta para ser escuchado, se lee en voz alta para que los que escuchan vean el sonido, se arropen en él, lo habiten"

Por: Álvaro Claro
julio 18, 2023
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Promoción de lectura ¿una práctica obsoleta?

Son múltiples y variadas las acciones que se han realizado en Colombia con el fin de promover la lectura.

Desde la teoría se ha construido un cuerpo de investigaciones y conceptos que formulan a la lectura en voz alta como un medio de transmisión de los sentidos que habitan en los libros, lo cual resulta de especial importancia para aquellas personas que, o bien no cuentan con ningún tipo de alfabetización, o bien para quienes, aun teniéndola, no han desarrollado el hábito de la lectura.

Rodolfo Castro, en su reconocido texto ‘‘Habitar el sonido’’, lo expresa de la siguiente manera: ‘‘no se lee en voz alta para ser escuchado, se lee en voz alta para que los que escuchan vean el sonido, se arropen en él, lo habiten’’. Así se concibe a la lectura en voz alta como una alternativa para la democratización de la cultura escrita porque genera experiencias de apoyo colectivo entre quien lee y quien -o quienes- escuchan. (1)

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Otros la enuncian como un catalizador mental, no solo para ‘‘percibir’’ o ‘‘habitar’’ el sentido de los libros, sino para entender de forma más amplia la realidad particular y colectiva en la que ‘‘vive’’ cada ser humano, capacidad que comúnmente se plantea como: aprender a leer el mundo. Así lo asegura Michelle Petit en el libro que lleva ese mismo título ‘‘La lectura es el perfecto medio para comunicarnos, pues a través de ella accedemos a experiencias que suelen escaparse constantemente a nuestros sentidos’’. La lectura aparece aquí como un complemento, o una extensión, de los cinco sentidos. Y si aceptamos que los sentidos son los canales predilectos del cuerpo humano para percibir el entorno material y simbólico, podríamos decir que quienes leen, aquellos que desarrollan este nuevo sentido, se encuentran en cierta condición de preeminencia respecto a quienes no lo hacen. (2)

Hay otros que enfocan la mirada sobre el alcance social que tiene la lectura. Teresa Colomer (3), por ejemplo, llama la atención sobre la lectura en voz alta por cuanto propicia el intercambio de experiencias a partir de lo leído, pero, sobre todo, por tanto que ofrece herramientas para pensar y actuar de forma autónoma, generando en el lector la percepción de sí mismo como individuo, así como también le permite ubicarse respecto a la comunidad en la que habita (dando a conocer su historia, su cultura y/o su educación).

En cuanto a la práctica, históricamente la promoción de lectura se ha desplegado en dos escenarios recurrentes: la biblioteca pública y la escuela -compuesta esta última por el aula y la biblioteca escolar.

En la biblioteca pública el fin generalizado de la promoción de lectura es, en primer lugar, garantizar el acceso a los textos escritos y, en segundo, consolidarse como un servicio básico -lo cual, según la perspectiva de la ciencia bibliotecológica, acompaña a la promoción de lectura con prácticas de sistematización donde, a veces, lo que se persigue es un resultado cuantitativo, dejando el proceso realizado para su obtención (lo cualitativo) como un esfuerzo carente de importancia. (4)

En el aula la promoción de lectura tiene sus propias características. Allí, más que en el acceso, la promoción de lectura suele enfocarse en el proceso. Este puede darse a través de acciones de acompañamiento por parte del docente/bibliotecario/mediador, en las que entran en funcionamiento distintas estrategias didácticas para que los estudiantes vayan descubriendo por cuenta propia el sentido de los textos. Al respecto, Felipe Munita manifiesta que la promoción/mediación, además de ser una práctica para alcanzar ciertos objetivos educativos -syllabus y estándares- es un medio para crear lectores dotados de técnicas para el libre abordaje de los libros que tienen a su alcance -gracias a las dotaciones bibliográficas de las bibliotecas escolares y públicas (5).

 A su vez, en la biblioteca escolar la promoción de la lectura viene formulando nuevas búsquedas para acortar la distancia entre sus colecciones y los currículos escolares, vinculando sus textos a los planes de estudio de la instituciones en las que se encuentran. Entre otras cosas, se plantea una vieja revaloración del libro -ya sean obras de literatura o de la colección de referencia- frente al popular formato llamado ‘‘libro de texto’’: sin manifestar preferencia alguna, hoy día se apunta a usarlos no solo como método de enseñanza -del maestro hacia sus alumnos- sino también como proceso de aprendizaje -de los alumnos frente a su propio proceso formativo- propendiendo por usar el que mejor satisfaga las necesidades educativas de cada comunidad. (6)   

En consecuencia, varios bibliotecarios, docentes y mediadores están planteando nuevos retos y posibilidades para actualizar las prácticas de la promoción de lectura, alejándola de la concepción generalizada de simple entretenimiento o práctica de relleno (y por lo tanto vacía) para estudiantes, usuarios de las bibliotecas y comunidad en general.

En esta búsqueda, el investigador y bibliotecario de la Universidad de Oxford (7), Richard Ovenden propone la formulación y ejecución de actividades de lectura a partir de algunos ejes que compartimos a continuación:

  1. APOYO A LA EDUCACIÓN DE LA SOCIEDAD EN SU CONJUNTO

Hace referencia a las acciones que usan las colecciones bibliográficas de las bibliotecas escolares o que, usando otros materiales de lectura, apuntan a garantizar los derechos/objetivos fundamentales formulados en los procesos educativos de cada comunidad.

En Colombia, uno de los derechos de aprendizaje transversales en los grados de primero y segundo de primaria, por ejemplo, es la asimilación del código escrito; en otras palabras, aprender a escribir (8). Más allá de la relación entre el sonido y el símbolo que lo representa, salen a flote otros niveles del lenguaje como el reconocimiento de cualidades sonoras como la entonación, las pausas y los silencios; la interacción con los otros en dinámicas sociales que incluyen preguntas, comentarios y afirmaciones teniendo en cuenta los distintos significados de las palabras; o la construcción de textos cortos a partir del vocabulario conocido. Todo esto, si bien ocurre a veces en la promoción de lectura, suele desligarse de procesos educativos y las actividades terminan siendo esporádicas e interrumpidas, razón por la cual no generan el efecto que podrían generar a través de un proceso de acompañamiento más concreto.

Este, como se ve, es un caso tomado de la primaria, pero aplica igual para currículums y syllabus en los niveles de pregrado y posgrado. Lo primordial es conocer tales procesos según su contexto -estatales y no estatales como los de la educación popular-, para permitir que otra posibilidad se abra al encaminar la mediación de lectura y las prácticas educativas hacia horizontes compartidos.

  1. DIVERSIDAD DE CONOCIMIENTOS E IDEAS:

Hace referencia a las actividades que, además del libro tradicional, exploran diferentes formatos, soportes y géneros.

Cuando se habla de soportes en la promoción de lectura se hace mención tanto a los materiales impresos (libros, periódicos, revistas) como a los audiovisuales (películas, CD, de música, casetes) y a la información en línea que viene a distancia y se puede consultar en un computador con acceso a internet (páginas web, bases de datos, blogs). Cuando se habla de formatos, se hace referencia a la forma física de presentación. Por ejemplo, los materiales impresos pueden presentarse como libros, folletos, periódicos, revistas, carteles, plegables, entre otros. Y cuando se habla de géneros, se hace referencia a la estética que manifiesta un texto: poesía, ensayo, novela, libro informativo, etc. (9)

Es reconocido el protagonismo que tiene la literatura como género predilecto en casi todas las acciones de promoción de lectura. Sin embargo, escritores y talleristas como Armando José Sequera han investigado, postulado y llevado a la práctica actividades de promoción de lectura con textos de no ficción. En su libro ‘‘Ciencia para leer’’ (10), Sequera promueve particularmente la mediación con textos científicos. Si bien reconoce que la idea común de lo científico pasa por los laboratorios y los estudiosos en batas blancas, recalca que no se toma en cuenta que la vida cotidiana, en todas sus manifestaciones, posee aspectos que pueden ser contemplados bajo la lente de alguna disciplina acreditada y no necesariamente investigados bajo microscopios o con lentes de aumento.

Bajo esta perspectiva, quienes realizan la promoción de lectura (docentes, mediadores y bibliotecarios) cuentan con la opción de cambiar la fuente de sus acciones y pasar de la Colección de literatura, por ejemplo, a la Colección general compuesta por textos Informativos y de Referencia, generando una difusión de textos más amplia, que invite a estudiantes y comunidad en general a usar toda la biblioteca y no solo una parte de ella: de esta manera se fomentarían también expresiones de pensamiento diferentes a las literarias.

  1. RECONOCIMIENTO DE IDENTIDADES HISTÓRICAS:

 Actividades que apuntan a la construcción de la memoria a través del reconocimiento del Otro. Aquí se concibe a la memoria como un campo común en el que se encuentran creencias y prácticas que se han expandido de modo creciente durante las últimas décadas. Alimentada por un fenómeno de producción constante por parte de diversos actores sociales, la construcción de memoria genera una multiplicidad de representaciones y usos que, a su vez, se transforman en la medida en que se transforman las sociedades.

 Sin que haya una transición clara, en Colombia se presentan procesos de construcción de memoria demasiado disímiles a causa de la negación de lo ocurrido durante los años del conflicto frente lo que continúa ocurriendo -protagonizado por antiguos y nuevos actores-. Se renueva entonces la necesidad de abordar lo acontecido hace años, hace meses, hace días. Los ámbitos educativos y culturales, como respuesta, no permanecen al margen y han hecho de la memoria un tema emergente en sus escenarios.

Biblioteca y Escuela, entreveradas por la promoción de lectura, podrían fomentar en usuarios y estudiantes el reconocimiento de su papel como parte de un todo, que a su vez está compuesto por otros, que también son responsables de sus actuaciones y asumen posturas críticas y reflexivas ante aquello que ya sucedió, que está sucediendo o que puede suceder. Así, a través de la promoción de lectura se deberían identificar las consecuencias fundamentales de las decisiones tanto locales como nacionales, sustentando y debatiendo los planteamientos con base en los argumentos de los otros y revisando los argumentos propios a la luz de los aportes de lo que está por escrito, para trabajar entre todos en la búsqueda de soluciones a las situaciones problemáticas (11).

Explorar y dar a conocer entonces los diferentes textos que existen -y se están escribiendo- sobre la historia y la memoria del país terminaría garantizando que cada comunidad pueda conocer la verdad acerca de los acontecimientos sucedidos en el pasado en relación con la perpetración de crímenes aberrantes y de las circunstancias y los motivos que llevaron, mediante violaciones masivas o sistemáticas, a la perpetración de tales crímenes. Y confirmar finalmente, como ya lo expresó Joan Carles Mélich, que la historia y la memoria, en cualquiera de sus variantes, tendría que ser un área de prestigio en toda biblioteca puesto que sin ellas no es posible habitar el mundo que hemos heredado (12)  

A MODO DE CIERRE

Seguir pensando en la promoción de lectura, la biblioteca y la escuela presenta un cierto número de retos y posibilidades que resultan sorprendentes dado que están vinculadas al funcionamiento de la sociedad, en su pasado, su presente y su futuro. Pues si la lectura como práctica individual y colectiva corre el riesgo de volverse obsoleta, determinadas acciones de innovación y autodefensa deben activarse. Tampoco se trata de culpabilizar a nadie, ya que problemas de esta dimensión y complejidad requieren de respuestas individuales pero que, necesariamente, tendrían que ir acompañadas de respuestas institucionales: y esta falta de conexión entre unos y otros representa el mayor riesgo.

Proteger la lectura, su práctica y su promoción, permite igualmente proteger el conocimiento y el pensamiento crítico. Porque la desaparición de los lectores conlleva la regresión de la producción intelectual: ya sea en la forma de ensayo, en la cual el largo tiempo empleado en la lectura permite analizar lo escrito, a una retórica propia de la oralidad, atravesada por la orquestación de los latidos del corazón. Si el potencial lector tiene que competir entonces con las mil tentaciones del pensamiento fácil e inútil, éste acabará prefiriendo el movimiento de los afectos que la argumentación organizada. Pues el libro no es solo una herramienta de grabación y comunicación sino también una herramienta de examen minucioso, de ejercicio arduo del razonamiento.

Lo anterior nos permite parafrasear a Roberto Casati y concluir que: si realmente pensamos que todos los ciudadanos no pueden prescindir de la lectura para establecer vínculos reales con el mundo, no podemos más que propender por una revisión constante de sus prácticas y proponer directamente que se aumente el número de objetivos, enfoques y metodologías para llevarla a cabo. De no ser así, no queda lamentablemente ninguna duda, la lectura se convertirá en un recuerdo lejano que, mientras más pasen los días, se volverá una acción alelada y sin eficacia (13).   

 NOTAS AL PIE:

  1. CASTRO, R. ‘‘Habitar el sonido’’. Tomado de: https://latintainvisible.wordpress.com/2013/08/22/habitar-el-sonido/
  2. PETIT, M. ‘‘Leer el mundo’’.  Ed. Conaculta, México D.F., 2018. P.36.
  3. COLOMER, T. ‘‘¿Tiene la literatura una función social?’’ En: De antología #2, ASOLECTURA, BOGOTÁ, 2003.
  4. CHÁVEZ, M. ‘‘Exploración cualitativa de los clubes de lectura’’. En: Clubes de lectura - Informe de una experiencia. ASOLECTURA, Bogotá, 2007. P. 44
  5. MUNITA, F. ‘‘Yo mediador (a)’’. Octaedro ediciones, Barcelona, 2021. P. 136
  1. CASTRILLÓN, S. ‘‘La biblioteca escolar’’. Editorial Nomos, Bogotá, 2022. P. 76
  2. OVENDEN, RICHARD. Quemar libros / Una historia de la destrucción deliberada del conocimiento (2021) Editorial Planeta, p. 195.
  3. MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL. ‘‘Derechos básicos del aprendizajes, Volumen 2’’. Bogotá, 2016. P.
  4. Op. Cit. CHÁVEZ, M. ‘‘Exploración cualitativa de los clubes de lectura’’. En: Clubes de lectura - Informe de una experiencia. ASOLECTURA, Bogotá, 2007. P. 31
  5. SEQUERA, A. ‘‘Ciencia para leer’’. Ed. Laboratorio educativo, Bogotá, 2020. P. 96. 
  6. CHARRIA, C. ‘‘Caminos hacia la memoria: herramientas metodológicas para el trabajo con niños, niñas y adolescentes’’, ALCALDÍA DE BOGOTÁ, 2019. P. 16.
  7. MELICH, J. ‘‘La fragilidad del mundo’’, Tusquets Editores, Barcelona, 2021. P. 53.
  8. CASATI, R. ‘‘Elogio del papel / Contra el colonialismo digital’’, Editorial Ariel, Barcelona 2009. P. 177.
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