Promesas de año nuevo

Promesas de año nuevo

En este momento del año nos llenamos de optimismo y creemos que si nos lo proponemos podremos lograr hasta lo imposible, ¿será que sí?

Por: German Peña Cordoba
enero 07, 2019
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Promesas de año nuevo
Foto: Pixabay

Para el 2019, año que comienza, casi todos nos convertimos en presos de las promesas que probablemente no cumpliremos. A casi todos nos invade el síndrome de prometernos lugares comunes difíciles de cumplir: la más común de las promesas es fijarnos la meta de bajar de peso y asistir rigurosamente al gimnasio.

Así mismo, prometer dejar la bebida es muy común. Juramos y decimos exultantes “no vuelvo a beber”, pero a los 20 días muchos se encuentran en las mismas: bebiendo de nuevo. Igual sucede con la promesa de dejar el cigarrillo, sin importar la espada de Damocles que pende sobre el fumador: el enfisema pulmonar. En mi caso, dejé la bebida hace 15 años y ¡¡no he vuelto a beber!! Llegué a la lúcida conclusión de que la bebida no trae nada bueno y no conduce absolutamente a nada, aparte de dejar ruina económica y enfermedades, aunque hay que reconocer que una bebida socialmente controlada no afecta.

De manera similar, todos nos prometemos aprender a escuchar, no casar peleas estériles con nadie y ser el mejor marido del mundo, esto último para muy pronto darse cuenta de que para que todo funcione bien dentro del matrimonio lo mejor es decirle sí a todo.

Cambiar los malos hábitos alimenticios por comida sana y saludable es otro de nuestros deseos de año nuevo. Las dietas draconianas por ejecutar son producto del arrepentimiento de los deslices gastronómicos cometidos en el mes de diciembre. Y ni qué decir de la promesa de cuidar de la salud e ir rigurosamente al médico. Promesas… solo promesas.

Son las buenas intenciones, que tenemos para el año nuevo, que se escuchan habitualmente y uno mismo se las hace y uno mismo se las cree. ¿Se cumplen? Generalmente no, puesto que son incumplibles y exigen mucha disciplina y rigurosidad en el actuar. Pero este año sí voy hacerme una promesa que creo que cumpliré sagradamente: moderaré mi intervención en redes sociales, puesto que enferman el alma.

Este escenario lo he comprobado: las redes no aportan absolutamente nada. En ellas hay una supuesta democratización de las opiniones, pero contrario a esto se actúa como tribus que comparten una misma opinión, para flagelar el pensamiento contrario e insultar. Es un ejército de personas alienadas, haciéndole juego a unas ambiciones que nada tienen que ver con uno: ni en su enriquecimiento intelectual ni espiritual, es solo un juego de vanidades y una exhibición grotesca de egos desmedidos, de lo cual yo no me he escapado. Son la publicación de fotos de eventos en los cuales uno no ha participado, ni le interesan, pareciera que para muchos es más importante la publicación de los registros fotográficos de sus eventos que el evento mismo, piensan que si no los publican simplemente no existen, esto se ha tornado en algo enfermizo y de cuidado.

La red social Twitter, por ejemplo, contiene rápidas manifestaciones inoculadas por el cálculo político y los intereses personales. Hay que reconocer que se publican temas interesantes, pero la vanidad de que le retuiteen domina el espectro. El blog es otra cosa, simplemente lo usaré para publicar lo que escribo.

Las promesas van y vienen. Promete el obrero, el estudiante, el profesional, el oficinista, el ama de casa y el político. Todos prometemos por igual, lo difícil será cumplir con lo prometido.

Adenda. A mis lectores feliz año nuevo y que este 2019 nos traiga la tan anhelada implementación de los acuerdos de paz firmados por el estado, que el actual gobierno no muestra voluntad en cumplir y por lo contrario decreta armar a la sociedad con el decreto que se acaba de expedir de flexibilidad en el porte de armas. Así empezaron las Convivir….

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