Señor presidente, imagine su vida dentro de 20 años. Tendría, si no estoy mal, 62 años. Es decir, sería un expresidente más o menos joven. Imagine también que camina por las calles del centro de Bogotá rodeado por sus escoltas y camionetas blindadas. A su vez, lo observan centenares de adultos —que 20 años atrás fueron jóvenes seguidores suyos, o sea, duquistas, o más bien, uribistas— mientras usted se pavonea sonriente y libre de toda culpa por la ciudad (así suelen estar todos los expresidentes de este país).
No digo por adelantado, presidente, que su gobierno vaya a ser malo porque como dicen las abuelas “hay que darle tiempo al tiempo”.
Del mismo modo, usted se percata que muchos jóvenes van fumándose un cigarrillo de marihuana o mejor dicho, un porro. Le parece absolutamente irresponsable por parte de los gobiernos sucesores al suyo que hayan permitido el consumo de marihuana para usos recreativos. Mira al cielo y, como usted es un ferviente católico, dice en un susurro: “¿Padre, por qué has permitido esto?”.
Pero volvamos al presente, Iván, su escalada hacia la presidencia de Colombia en 2018 tenía una propuesta clave que era “soluciones no agresiones” y si su solución al consumo de sustancias es la prohibición de la dosis mínima, estamos, me perdonará la expresión aquí utilizada, jodidos.
En este sentido, me parece pertinente aclarar qué se entiende por dosis mínima, ya que muchas personas que se interesan por esta discusión no tienen idea de la misma. En el artículo 2 de la Ley 30 de 1986 se define a la dosis personal como “la cantidad de estupefacientes que una persona porta o conversa para su propio consumo” y continúa “es dosis para uso personal la cantidad de marihuana que no exceda de veinte (20) gramos; la de marihuana hachís la que no exceda de cinco (5) gramos; de cocaína o cualquier sustancia a base de cocaína la que no exceda de un (1) gramo, y de metacualona la que no exceda de dos (2) gramos”.
La anterior ley fue reglamentada en 1986, hace 33 años. Es decir usted era tan solo un crío de 9 años.
En este mismo sentido, en el 2016 la Corte Constitucional determinó que no pueden ser retenidas personas que porten una dosis mayor a la permitida por la ley, aunque estas deberán demostrar que es para su consumo y no para la venta. La corte entiende, pues, el consumo de drogas como un problema de salud pública mas no como criminalidad.
Hace unos días usted anunció que próximamente expedirá un decreto para que la Policía Nacional tenga la facultad de decomisar cualquier tipo de dosis de droga, pero en sus discursos siempre habla de mirar hacia el futuro y de construir un país sin odio, sin rencores. Yo le recuerdo, señor presidente, por si acaso, que no todos los marihuaneros y cocainómanos son delincuentes, ni jíbaros, ni están corrompiendo a la juventud.
Mirar hacia el futuro, dicho por usted, con la desfachatez conque lo hizo, no es ni decomisar la dosis mínima, ni multar a personas que fumen marihuana o consuman sustancias psicoactivas, muchos menos es meter preso a cuanto muchacho se pesque con sus dosis de aprovisionamiento.
Mirar hacia el futuro es entender los cambios históricos y culturales de las sociedades en las que vivimos, es poder interpretar no digo objetiva sino desestigmatizadamente los nuevos paradigmas de las generaciones actuales y venideras; estas son diferentes.
Imagine, señor presidente, que en 20 años, cuando camine escoltado por las calles de nuestra ciudad, la misma no sea un infierno para los consumidores dependientes de drogas sino una sociedad incluyente que entiende las necesidades, cambios y deseos de sus ciudadanos