La comunicación, es para la humanidad el medio que ha traído avances sociales como también desvanecimiento moral; mas que el dialogo concebido entre dos individuos que poseen la capacidad de comunicar sus ideas, el tema que nos compete es el derecho a la libre expresión de pensamiento que tienen lugar en cada espacio en donde exista la necesidad del cambio colectivo; y por qué no, también individual. Pero esta práctica, que para la gran mayoría es un acto libre de prejuicios o trabas socio-políticas, se ha convertido en una acción nociva para los intereses de ajenos que sólo buscan el beneficio monetario; pero está opresión también se ve reflejada en la vida social como sentimental: donde se callan los sinceros comentarios por no caer en conflicto moral que normalmente lleva al rompiendo de las relaciones afectivas.
En la vida diaria, el tiempo de la mayoría de personas es consumido por la incesante cotidianidad laboral que deben padecer; ésta rutina diaria suele salir de lo establecido –sólo trabajar- cuando se presenta la perspectiva que desorienta la ideas de otros que conforman el establecimiento de trabajo; estos puntos de vista en ocasiones logra integrarse a la realidad pero qué sucede con aquellas ideas que se quedan en el pensamiento de cierto individuos que buscan el inconformismo, estás reflexión tienen como fin vagar en el mundo de las posibilidades que pocas veces llegan al oído de los desinteresados.
Sin dejar a un lado el ambiente social, éste escenario hace que la personas tengan la dura tarea de reservarse un porcentaje considerable de pensamientos con el firme designio de herir la susceptibilidad de quién es comentado; mas que flagelar, los individuos se reservan sus opiniones por la simple razón de no padecer la pérdida del afecto social que es necesario para todo ser que tiene como objetivo la prevalencia existencial en lo ordinario. Resulta complejo entender la necesidad citada anteriormente, pero desde la óptica narcisista se refleja un comportamiento de aceptación por todos en el momento de identificarnos como seres racionales con un pensamiento enmarañado de lo malo y lo no tan bueno.
Ahora bien, la vida social y cotidianidad laboral llegan a ser temas que son fáciles de enfrentar comparados con el ambiente sentimental –relaciones de pareja- que abarcan los incomprendidos pero muy nombrados: sentimientos; comencemos a examinar éstos conceptos abstractos que manejan el comportamientos de los seres humano; desde la culpa hasta el amor, son síntomas que debe padecer todo individuo que se considere racional. Será que los intereses reales pueden ser ocultados por medio de los sentimientos, que usa el silencio de opinión para no desenmascara la verdad sino para darle credibilidad a la mentira que llega hacer la vida sentimental.
En definitiva, el encubrir nuestras verdaderas perspectivas frente algo nos convierte en un elemento más del juego de la hipocresía; y quién no ha sido parte de éste estado mental en el que chocan los intereses morales con el bien individual donde casi siempre vence la necesidad de tener una posición favorable a través de la óptica de otros. No todas las veces nuestro ser intelectual crea éste tipo de bloqueo directamente, también seda en ocasiones que el pensamiento conoce de ante mano que se debe decir y que no se debe comentar, éste proceso se da de forma indirecta gracias a la experiencia obtenida que posee la labor de conceder las pautas de la linealidad social.
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