Colombia venía bien con Queiroz. Se arrancó con una Copa América 2019 de la mejor manera, con triunfo incluso contra Argentina 2-0, se le ganó a Catar, a Paraguay y luego nos sacó Chile por penales. Es decir, Colombia en esa Copa América se fue invicta. El recambio se estaba dando bien. Era un proceso que tenía un norte. Carlos Queiroz es un tipo serio, honesto, planificador. Por eso se arrancó con una victoria de local contra Venezuela y un empate en Santiago contra Chile. En la segunda jornada de la eliminatoria, contra Uruguay en Barranquilla y luego contra Ecuador en Quito, todo acabó abruptamente.
James empezó a creerse el dueño del vestuario lo que generó un disgusto del resto de jugadores que querían quitarle el poder. Carlos Queiroz habría estado de acuerdo y, tal y como reveló el periodista Javier Hernández Bonnet, el equipo se partió horas previas al encuentro contra Uruguay en Barranquilla. En el camerino del estadio hubo una pelea y Muriel encuelló al goleador del Mundial 2014. El equipo salió desmoralizado y perdió 3-0 de local. Queiroz, sin el respaldo de la Federación, viajó a Ecuador y en Quito se armó la hecatombe, 6-1 contra un rival que, hombre por hombre, era inferior a nosotros.
Esos seis puntos perdidos acabaron con un proceso. No solo se perdieron puntos vitales que terminaron pesando sino que nos acercó a un técnico como Rueda que no tenía la suficiente jerarquía para llevarnos a Catar. Si, hubo errores de la Federación, pero James y los muchachos no pueden evadir su responsabilidad. No sólo fueron los que se comieron los goles sino que se unieron para sacar un técnico. No es el momento de evadir responsabilidades, no tienen la necesidad de hacerlo público, pero los futbolistas deben reconocer su responsabilidad. El ciclo para lideres como James está terminado. Hay que abrirle paso a Luis Diaz y su corte. Basta ya de estrellitas que no buscan el bien común.