¿Qué tiene en común la cosmopolita ciudad de Nueva York con los pequeños y bellos municipios boyacenses de Iza y Nobsa, enclavados en verdes montañas y famosos por sus postres? Pues que acaban de convertirse en los dos primeros municipios de Colombia en prohibir los recipientes de comida en icopor.
Ambos municipios son además un ejemplo de voluntad política y compromiso y responsabilidad ambiental por parte de sus autoridades y de la toma de conciencia de los expendedores de postres sobre la importancia de apostar por un desarrollo ambientalmente más sostenible, con menos impactos ecológicos en el entorno.
En lugar del icopor, que es el nombre que en Colombia se da al poliestireno expandido (que además contiene dos cancerígenos: estireno y benceno), los vendedores de postres ahora utilizarán materiales biodegradables elaborados a base de fécula de maíz, bagazo de caña o cartón, entre otros, que las mismas autoridades les han facilitado o ayudado a conseguir a un costo razonable.
Es necesario que cada vez más fabricantes de recipientes de comidas migren a materiales biodegradables para que la oferta aumente y los costos disminuyan, pues la tendencia global por la cual cada vez más ciudades y países prohíben el icopor en recipientes de comida, por sus graves impactos ambientales, es irreversible.
Cabe recordar que el icopor no se biodegrada y su reciclaje masivo no es realista. “El poliespuma tarda 500 años en descomponerse en condiciones óptimas, pero la mayor parte del poliespuma que utilizamos nunca se descompone en absoluto”, advierte un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
Como bien anota el profesor Jeffrey Sachs, de la Universidad de Columbia, en su curso gratuito “La era del desarrollo sostenible”, disponible para cualquiera interesado en el tema en plataformas en línea como Coursera y EdX, con el desarrollo sostenible ocurre algo similar a la abolición de la esclavitud.
Como ondas que se contagian, el mundo avanza en esa dirección, la del desarrollo sostenible (en unos países más lentamente y en otros más rápido), cuyos tres pilares básicos son la prosperidad económica, el bienestar social y el respeto ambiental.
De modo que Iza y Nobsa vienen a ponerse a la vanguardia y a dar ejemplo en Colombia de hacia dónde está avanzando el mundo para revertir problemas tan graves como el de la basura. En el caso del plástico, 8 millones de toneladas terminan cada año en el mar, por eso el gigantesco parche que se ha formado en el Pacífico alcanza tres veces el tamaño de Francia y miles de especies marinas se ven afectadas.
Tomando en cuenta que la decisión de Iza y Nobsa derivó de la necesidad de alargar la vida útil del relleno sanitario de Sogamoso, para lo cual todos los municipios que vierten ahí sus desechos deben disminuirlos en 60%, es predecible que más municipios boyacenses seguirán sus pasos en el corto y mediano plazo.
Pero de entrada el mayor estímulo que pueden recibir ambos municipios (y todos los que se sumen a este tipo de iniciativas) por parte de una ciudadanía cada vez más informada, consciente y responsable en materia ambiental es que si usted tiene antojo de un delicioso postre y anda por esos lados, privilegie por ahora los de Iza y Nobsa, y luego los de todo municipio que, con acciones similares, apueste por un país y un planeta más limpio.
