Una promesa de campaña un poco polémica de Emmanuel Macron, presidente de Francia, se ha cumplido. Desde el comienzo del próximo curso escolar, septiembre del 2018, los niños de hasta 15 años no podrán utilizar el celular durante el horario escolar, incluso durante los recreos. Según el periódico El Mundo, la iniciativa también se está llevando a cabo en España de forma pionera en algunos centros, como por ejemplo en el instituto Torres Vicens, que prohibió el uso del móvil en el recreo a los alumnos de primero y segundo de la ESO para que hablasen entre ellos durante los descansos.
Mirar esta postura en contexto nos exige ser no solo críticos sino también lógicos a la hora de emitir juicios. De ahí que las preguntas serían: ¿qué ha encontrado de nefasto o perturbador para la salud de los adolescentes la utilización de dispositivos electrónicos como el celular, una potencia como Francia, para prohibir su uso en los centros escolares?, ¿en qué medida se afecta el aprendizaje y el conocimiento en una sociedad pionera en el mundo por su ciencia y tecnología, el que los jóvenes porten los celulares en las escuelas?
Ahora bien, lo que sí debemos tener claro es que una medida como esa no se toma de manera ligera ni inconsulta. “Algo tiene el agua desde que el cura la bendice”, decían los mayores. En el fondo hay que sospechar que de alguna manera esa sociedad venía padeciendo el flagelo del desinterés escolar, la apatía en el aprendizaje, el matoneo en la escuela, el ensimismamiento de los sujetos y la pérdida de las interacciones mínimas sociales por parte de sus jóvenes. Obvio esto se da hasta en los adultos. Uno sin ser experto en cultura gala puede hacer una simple consulta y encuentra que desde 1997 no hay un premio Nobel de Física de ese país. El de química, que es su fuerte, lo volvieron a obtener en el 2005 y tres años después fueron galardonados con el Nobel de Literatura. Conclusión: una década desde que irrumpió la tecnología del celular que Francia no aparece como líder en producción de conocimiento mundial.
Por otro lado, en las pruebas PISA, que para el año 2016 evaluaban el conocimiento de estudiantes de 15 años de 70 países del mundo en ciencia, comprensión lectora y matemáticas, los resultados franceses sin ser muy malos, sí llaman la atención. Este país ocupa el puesto 27 en ciencia, el 20 en comprensión lectora, y en matemáticas el 26. Todo esto da al traste con un país que hace parte del selecto grupo G7, donde se ubican las naciones más poderosas en su economía y desarrollo.
Considero que los anteriores argumentos además de ser sólidos para que esa nación tomara correctivos en el uso de las tecnologías, sirven de alerta para las demás sociedades, en especial como la de Colombia, donde los malos resultados académicos, la baja producción académica y científica, la poca tolerancia y el uso desmedido del celular son preocupantes. Según el Dane, nuestro país tiene 48, 5 millones de habitantesy de acuerdo con el Ministerio de Tecnologías y Comunicación al 2017 se tenían 58,5 millones de celulares registrados. A todas luces hay más equipos que personas.
Para cerrar, cabe decir que sobre las pruebas Pisa que los resultados no pueden ser peores (2016). En ciencia Colombia ocupa el puesto 57, en lectura el 54 y en matemáticas el 61. Padres de familia, autoridades y establecimientos educativos prohibamos el celular en la escuela. Después no nos quejemos de la sociedad que estamos construyendo.