Ahora que el señor presidente de México Andrés Manuel López Obrador (Amlo) hizo el reclamo histórico por los desafueros de la civilización occidental con nuestros aborígenes y dueños absolutos de esta parte del mundo desconocido hasta el siglo XV; surge un debate que huele tanto a rancio como a nuevo. Por las mismas circunstancias que gobiernan a la humanidad: la violencia como partera de la historia.
Acá en nuestros propios desafueros históricos también sentimos el reclamo y en coro o en soledad, gritaríamos las injusticias de un choque violento entre dos culturas por las ciertas ventajas que traía uno respecto al otro. Sin desconocer que también la sangre europea y sus huesos calcinados en el tiempo; se quedaron enterrados en el alud de la guerra y vivos en estas palabras que se entienden en español de Castilla.
Por lo general el dominio de una cultura sobre la otra, pasa por la fuerza; a casi nadie le imponen tradiciones y costumbres con fondos de villancicos y música de Mozart. Esa es la dinámica con la que la humanidad inaugura sus estatuas de héroes que luego cagan sin cesar las palomas.
El vencedor compone versos y rimas en loable alegoría a sus victorias. El vencido se queda con la amargura de las elegías que pronto caen en el olvido. Las que ni sus ancianos venerables repiten porque profanan al silencio que da la sabiduría.
Cuando los aborígenes nuestros quedaron reducidos por vía de todas las instituciones de la época colonial a resguardos que aún sobreviven como recursos territoriales de defensa, de resistencia y de sufrimiento; debieron transitar por un largo camino que empezó con el aprendizaje doloroso de la persecución, primero de los perros de caza que bajaron de los barcos, luego las enfermedades, la Corona y sus leyes intraducibles, la cruz y la espada obligando a amar a un Dios inmisericorde y astuto; luego los criollos herederos de la tradición ibérica que mutaron de sus antiguos verdugos a caballo, en inquisidores desde lo público con nuevas leyes intraducibles en las manos, hasta los paras, la guerrilla, el narcotráfico, las fuerzas militares y el desprecio social por los siglos que resulta siendo un “meme con marco teórico”.
Eso que peyorativamente denominan “malicia indígena” le ha dado fuerzas
para mantenerse casi que igualito a los tiempos del siglo XV,
pero con zapatos Adidas y Nike, con Iphone y en vehículos de alta gama
Menos mal que la viveza del indio o del aborigen, eso que peyorativamente denominan “malicia indígena” le ha dado fuerzas para mantenerse casi que igualito a los tiempos del siglo XV, pero con zapatos Adidas y Nike, con Iphone y en vehículos de alta gama. Sí pero no. De algo debió servir ese pogromo decretado desde la conquista y que no cesa hasta en los tiempos actuales, para engendrar y mutar en los indígenas nuestros la capacidad para perturbar la aparente tranquilidad del establecimiento (blanco) y luego éste sacar en respuesta al ejército y policía mestizo para que controle a la “indiamenta desaforada”.
Coda: escucha uno y lee en los medios de cualquier tipo que la minga de los indígenas en el Cauca es una simple y llana estrategia de unos pocos para perturbar la tranquilidad de la mayoría, de nuevo la democracia de papel (ese tigre borgiano) y sus enemigos en lontananza buscando con las generalizaciones evadir la verdadera discusión sobre las deudas sociales que todos nos negamos a pagar.
