Estimado Mockus, le escribe un taciturno colega suyo, el cual dirige la palabra para perpetuar la indignación como la indulgencia de nuestra sociedad. Llegaba el 2010, la universidad me acogía en sus múltiples aulas y fue allá donde supe de un intelectual que le apostaba a la educación, alguien que veía una educación universal sin sesgo cultural y aseguraba que ella era el arma para culminar esta guerra que tantos compatriotas se ha llevado. Anteriores gobiernos dejaban una universidad con sus puertas roídas, muros agrietados y una deuda histórica que aún sigue latente, deuda que años atrás fue denunciada y a la vez reprimida por el estado.
Usted es hijo de aquellos debates, asambleas universitarias, donde ya las tres de la mañana y continuaban las algarabías, donde se construía país y la universalidad de las opiniones. Fue ahí donde el arte, la música y el debate político se concentraban para estrecharle la mano y continuar ese anhelo suyo, una educación al alcance de nuestros sueños, encontramos en usted aquel perfil de un mandatario que permitiese erradicar ese analfabetismo político que siempre nos ha gobernado, sin embargo fue aquel que permitió la gobernabilidad de un dirigente que sucumbió la educación, y la mercantilizo llenándola de competitividad y progreso, lo que hoy llamamos pilos paga.
Colombia sigue postergando aquellas utopías que posibilitaron la libertad y determinación como estado, la colonización a mi punto de vista sigue perpetuada, somos un país con un sesgo ideológico que no reconoce al otro, a la pluralidad, hoy nos hemos dado cuenta cuando palabras como “castrochavismo”, “comunismo”, “indigenismo” permiten otorgar zozobra y miedo, perpetuando así la misma hegemonía que nos impera siglos atrás, ¿será posible denominar democracia en un estado, donde apellidos y castas políticas se otorgan el poder de forma transicional? ¿Es posible eliminar la desigualdad, sí el político que se desprende las vestiduras ostentando ser el Mesías, mientras posee mil veces una propiedad que aquel campesino, afro e indígena?
No es pedagógico esperar a que quienes ostentan el poder solucionen aquellas anomalías del país, cambiar al país es cambiar uno mismo, dando la mano al desmovilizado, al parecer hemos sido educados bajo los designios de la guerra ya que guardamos hostilidad y los medios engendran caos. En algún tiempo-lugar escuché a una líder comunitaria bajo sus caminos de lucha y asambleas, alzaba su mano solicitando intervención, fue así que refirió a la causa de nuestras aflicciones, y pregunto ¿cuál es nuestro enemigo? Hubo muchas respuestas y discusiones, algunos decían los gobernantes, otros la izquierda, ella en medio del mutismo contesto: “no, nuestro enemigo principal es el miedo y lo tenemos adentro”. Ello me permite comprender que estamos a expensa de lo que los medios nos transmiten a diario, quizá ese el drama de nuestro país, el miedo a convertirnos en un país como Venezuela, Haití, Irak, Libia, juzgamos vendados los ojos, poseemos un analfabetismo político y quizá ese será el método para la elección presidencial.
Recuerdo bien con lágrimas ver aquel resultado donde las urnas reflejaban el miedo de tener un cambio circunstancial y entraba uno más de aquellos transicionales, aún hoy creo que los colombianos nos equivocamos al dimitir sus ideas. Hoy profesor Mockus, me inmuto hacia la unidad, a la convergencia entre quienes queremos una Colombia al alcance de nuestras utopías, sé la capacidad y su estatus intelectual repercutirá en las decisiones de aquellos que ostentan al cargo presidencial.