Los deportes electrónicos o simplemente e-sports, se refieren a las prácticas competitivas profesionales alrededor de distintos videojuegos. Dentro de este variado universo de competencias, la escena de e-sports del videojuego League of Legends (o simplemente “LoL”) ocupa un lugar prominente principalmente por su popularidad y la forma en que se encuentra estructurada, contando con múltiples ligas regionales interconectadas en todo el globo. Al interior de esta compleja estructura competitiva, la escena profesional del videojuego en Colombia ocupa un lugar de periferia, alejado de las miradas del público más amplio.
La liga colombiana que engloba la competencia nacional, se encuentra subordinada a la Liga Latinoamericana, la cual a su vez hace parte de las denominadas “Regiones menores”. La posición periférica de la liga representa importantes diferencias de audiencia, prestigio e inversión económica en relación con otras regiones, como Corea del Sur y Europa. En este artículo nos enfocamos en presentar algunas de las dificultades inherentes a jugar LoL en el país, rescatando las perspectivas de algunos de sus protagonistas y respondiendo a preguntas como: ¿Qué se necesita para jugar profesionalmente e-sports? ¿Cuáles son las condiciones laborales a las que se enfrentan estos jugadores? ¿Qué sacrificios deben hacer?
La escena Colombiana de League of Legends
Antes de hablar de la escena colombiana, es quizás pertinente familiarizarnos con el videojuego. League of Legends es un videojuego multijugador del género MOBA, videojuegos multijugador de arena de batalla en línea. Fue lanzado en el año 2009 por la compañía estadounidense Riot Games. En el juego, dos equipos de 5 jugadores cada uno se enfrentan en un espacio virtual llamado la “Grieta del Invocador”. Controlando personajes distintos, buscan trabajar en equipo para destruir la base del enemigo. Desde su lanzamiento, LoL ha sido uno de los juegos más populares del mundo. A partir del año 2013, partiendo del éxito de dos exitosos torneos internacionales, la escena competitiva de LoL se expandió por todo el globo bajo la supervisión directa de Riot Games. Dentro de esta expansión, se instituyó por primera vez un sistema de ligas en Latinoamérica.
Desde el año 2014, la escena colombiana, siempre subordinada a la liga regional de turno, ha experimentado distintos cambios en su organización, cambiando tanto de nombre como de organizadores año tras año. Su versión más reciente y en términos de audiencia más exitosa, bajo la tutela de la empresa española LVP (Liga de Videojuegos Profesional), recibe el nombre de Golden League y opera desde el año 2019. En esta liga, a lo largo de dos temporadas competitivas por año, participan 8 equipos diferentes. Los ganadores tienen la oportunidad de ascender a la Liga Latinoamericana. Es precisamente sobre la Golden League que realizamos primordialmente nuestro análisis. Cabe resaltar que se tienen planes para que durante este año la estructura de la competencia cambie nuevamente.
Las dificultades de entrar en la escena
Para lograr ser considerado digno de competir en el máximo nivel, los potenciales jugadores colombianos se deben enfrentar a una serie de desafíos que se interponen en su camino. Estas condiciones de entrada obedecen tanto a particularidades socio-económicas del país como a dinámicas propias del videojuego, entre otras. Podemos enumerar principalmente 4: En primer lugar, la posibilidad material de jugar de manera frecuente el videojuego para así incorporar la experiencia de juego. La ausencia de los equipos adecuados de entrada frena de lleno la entrada a la mayoría de individuos o los obliga a depender de factores externos, como por ejemplo del permiso de sus padres para usar el computador familiar o de pasar el tiempo en un café internet gastando dinero. En segundo lugar, está la necesidad de alcanzar un alto nivel en el juego, el suficiente para ser elegible de entrar en una liga profesional y ser reconocido por pares habilidosos.
Esto es un desafío si se tiene en cuenta el alto nivel de competencia y el volumen total de jugadores. En tercer lugar, está la participación en torneos aficionados o semiprofesionales. Estos espacios permiten a los jugadores “medir el aceite” y dar una probada del mundo al que quieren ingresar. Finalmente, están en muchos casos barreras de orden familiar. No es sencillo para un padre ver a su hijo dar lo que consideran “un salto al vacío” y dejar atrás una posible carrera universitaria. En muchas ocasiones los padres actúan como la última barrera que se interpone entre los jóvenes jugadores y lo que perciben es perseguir sus sueños. Son pocos los que logran superar dichas barreras. Estos filtros terminan por generar un determinado tipo de jugador: hombres jóvenes, de entre 17 y 21 años en el caso de los jugadores profesionales y 24 a 26 para entrenadores y comentaristas, con un alto nivel de juego comparativo con el resto de la población de jugadores en el país.
Inestabilidad estructural y feroz competencia
Son dos las principales problemáticas presentes al interior de la escena de e-sports de LoL en Colombia: una profunda inestabilidad en la composición de los equipos a partir de problemas económicos y la ausencia de mecanismos de control eficientes que supervisen el cumplimiento de los contratos de los jugadores.
La primera de estas problemáticas se expresa claramente en el elevado número de equipos que han entrado y salido de la escena tras apenas una o dos temporadas en contienda. De principios de 2019 a principios de 2022, más de 20 equipos distintos habían entrado y salido de la competencia. En su mayoría, los equipos que se han retirado lo han hecho en base a problemas económicos. Manejar un equipo de e-sports, incluso en ligas establecidas como la norteamericana, en implica correr con pérdidas económicas. Si no se tiene un musculo económico fuerte que respalde las operaciones de e-sports, están destinadas a quebrar. Este problema se exacerba en el contexto colombiano, si tenemos en cuenta que parte importante de los dineros que recibe un equipo para su operación por parte de la LVP dependen de su desempeño de acuerdo a los reglamentos (la otra parte viene de patrocinios directos). De 2019 a inicios de 2022, el mismo equipo ganó todas las versiones de la liga.
Una inestabilidad del mismo tipo se puede observar en los puestos disponibles al interior de un equipo. Una vez entran a la escena, los jugadores se deben enfrentar a la dura realidad: jugar LoL en Colombia implica aceptar que para triunfar a veces toca vivir solo del amor al juego. Una mala racha de resultados o la posibilidad por parte del equipo de contratar a un jugador “más prometedor” pueden materializarse inmediatamente en la salida anticipada de un miembro del equipo, principalmente en los equipos con menor trayectoria competitiva. En palabras de Carlos “Silver” Jiménez, jugador profesional: “si tú tienes un mal split el equipo te puede mandar a la mierda”. Este temor de perderlo todo lleva a los jugadores a dedicarse en cuerpo y alma al juego y a destacar individualmente. Únicamente a partir de probarse constantemente a sí mismos y ante pares y equipos que son jugadores valiosos es que pueden lograr mantener sus puestos o al menos no salir de la escena por la puerta de atrás.
Aunque los jugadores logren mantener sus puestos, los bajos salarios en general o el incumplimiento de los pagos por parte de los equipos los obligan a buscar formas alternativas de ganar dinero (como prestar servicios de coaching personalizado o hacer streaming). Al respecto de los salarios Laura "Black Widow" Páez Otálora, única jugadora femenina que ha participado en la Golden League, afirmó lo siguiente: “Realmente necesitamos que las organizaciones también paguen mejor porque otro tema muy importante es que los pagos son muy muy limitados. Realmente no es que te paguen realmente la mitad de un mínimo, hay equipos que pagan muy poquito realmente […] se entiende porque digamos que no estamos tan desarrollados, pero tampoco sirve de nada traer players mediocres, entonces es eso”.
La carga de jugar profesionalmente un videojuego
Por múltiples factores, la carrera de un jugador profesional de League of Legends tiende a ser extremadamente corta. Los pocos jugadores que pasan de los 25 años son vistos como veteranos de mil batallas o ya mandados a recoger (en lingo de LoL, “washed up”). Adicional a condiciones como las que abordamos anteriormente, otro motivo que puede llevar a un jugador profesional al retiro obedece a la naturaleza cambiante del software de juego. League of Legends recibe actualizaciones periódicamente, aproximadamente cada dos semanas. Esto implica que los jugadores deben adaptarse rápidamente a estos cambios para mantener un nivel competitivo que se traduzca en potencial estabilidad laboral. Una lectura inadecuada de los cambios implica quedarse rezagado frente a un número cada vez más amplio de competidores. Para mantener el nivel, los jugadores profesionales se someten a estrictas jornadas de entrenamiento grupal e individual, diariamente jugando de 10 a 12 horas. El juego exige toda su atención.
Por desgracia, incluso a pesar de todo el tiempo y esfuerzo invertidos, eventualmente para muchos de ellos seguir el ritmo del juego y de la competencia se vuelve imposible. Los jugadores así terminan “quemándose”. Para Santiago “Darkin” Rendón, jugador profesional en la LVP, esto se traduce en una “perdida de la pasión” y de compromiso. Es por esto que aquellos jugadores que han logrado mantenerse en la cima por un tiempo tan largo son los más respetados. Frente a estas dificultades, no queda más ¿Vale la pena todo esto con tan pocos retornos? Desde una perspectiva externa a las lógicas de la competencia, seria posible decir que no. Pero para estos jóvenes, jugar a pesar de todo, es solo una muestra más de compromiso y amor hacia el videojuego.
