Este titular me surge de algunas reflexiones que he venido realizando a partir de algunas lecturas [1] y de observar las actuaciones de algunos profesionales de las ciencias sociales que prestan sus servicios a la administración municipal y algunos entes descentralizados.
Mi reflexión inicial parte de que si mi formación en ciencias sociales me lleva a estar en contra de las comunidades en las que intervengo, poniendo por encima de mi ética profesional o código deontológico una necesidad personal (llámese sueldo, deudas, alimentación, arriendo o cuota de vivienda, apariencias, entre otras), no debería seguir actuando como profesional en ciencias sociales; más bien, debería dedicarme al área financiera, comercial o económica.
No podemos dejar de lado principios tan elementales como la dignidad y los derechos de todos los seres humanos, la ayuda a las personas y agrupaciones sin distinción ni discriminación y sobre todo la justicia social. Debemos tener claro que “las decisiones de uno no deben estar dirigidas a dañar a otros”[2].
Esta reflexión la hago extensiva a todos(as) los(as) servidores(as) y funcionarios(as) públicos que empiezan a perder esa sensibilidad con su profesión y con los(as) sujetos(as) de su intervención, entiéndase, la comunidad. No pueden pretender creer que no hacen parte de una comunidad, en donde viven son comunidad y como tal no les gustaría que otros(as) servidores(as) públicos atendieran sus necesidades, dolores, peticiones, reclamos con displicencia.
Es hora que nos detengamos y reflexionemos, unidos, sobre el bienestar que se le debe brindar a las personas, atendiéndoles sus Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) y propender porque cada día éstas sean atendidas y disminuidas o en el mejor de los casos, que sean resueltas.
La condición de cada uno de nosotros, los profesionales de las ciencias sociales, deberá ser siempre, como lo expresa Darcy Ribeiro, intelectual y político brasileño, cuando dice:
Me puse al lado de los indios y me derrotaron.
Me puse al lado de los negros y me derrotaron.
Me puse al lado de los campesinos y me derrotaron.
Me puse al lado de los obreros y me derrotaron.
Pero nunca me puse al lado de los que me vencieron.
¡Esa es mi victoria!
Mi esperanza es que en las noches, cuando lleguen a sus hogares, puedan, en compañía de sus familias, sentir el orgullo y satisfacción de haber realizado una acción acorde con sus principios personales y profesionales cuando atendieron a una o a algunas personas y las supieron orientar, guiar, enseñar, para que ellas pudieran ver la o las formas de resolver sus necesidades y dificultades.
[1] Cobo Suero, Juan Manuel. Ética profesional en ciencias humanas y sociales. Huerga y Fierro Editores. Madrid-España. 2001
Savater, Fernando. Ética para Amador. Ariel. España. 2008
[2] Recuperado de: http://aeapro.eu/wp-content/uploads/2017/06/AEAPro-Profesiones-varias-V3.pdf 27-09-2017 a las 6:05 p. m.