El COVID-19 ha dejado claro que los profesionales de la salud son la primera línea para afrontar un virus desconocido, lo que ha evidenciado su valía e importancia para la sociedad. Por ende, son considerados como héroes que con sacrificio y valor dan todo para hacer frente y proteger la vulnerabilidad del ser humano, tratando y enfrentando la enfermedad.
Pero a pesar de su relevancia y merito, la crisis ha servido para demostrar las precarias condiciones en las que estos titanes laboran, la irrisoria asignación salarial que reciben, la falta de elementos de protección, insumos, instrumentos y tecnología que padecen para prestar sus servicios, lo que dificulta un ejercicio eficiente y eficaz de su profesión y los pone en alto riesgo.
Para nadie es un secreto que la intermediación laboral está perjudicando a los trabajadores de la salud, los cuales son empleados mediante contratos de prestación de servicios, sin recibir un salario digno, lo que los obliga a laborar en diferentes entidades para poder cubrir las necesidades básicas de su familia y brindarle mejores condiciones, generando con ello una sobrecarga laboral que va en contravía de su salud y bienestar.
Por otro lado, la deuda laboral de hospitales y centros de asistencia médica es una realidad inocultable, donde al cuerpo médico y asistencial les deben varios meses de salario por falta de recursos, toda vez que las empresas prestadoras de salud, las cuales son las que cobran por la atención de pacientes, no giran estos recursos, perjudicando con ello un derecho fundamental de toda persona a un trabajo en condiciones dignas y justas, así mismo a percibir una remuneración equitativa y satisfactoria.
Además, es inaudito que nuestros médicos y personal asistencial tuvieran que recurrir a la acción de tutela para que el gobierno, ARL y empresas donde laboran les brinden los elementos de bioseguridad y protección necesarios para salvaguardarlos y evitar que sean contagiados de la enfermedad que ayudan a contener.
Y como si esta difícil y precaria situación no fuera suficiente, estos colosos ahora deben padecer y sufrir la estigmatización, discriminación y hasta violencia de personas desadaptadas e ignorantes que ven en ellos un potencial peligro de contagiarse de esta pandemia, olvidando por completo que sin su ayuda, sacrificio y labor esto se convertiría en un apocalipsis que pondría en riesgo nuestra supervivencia como humanidad.
Es hora que reconozcamos de una vez por todas la gran relevancia e importancia del personal médico, que le asignemos salarios y condiciones laborales justas, que permitan asegurar su existencia y la de su familia conforme a la dignidad humana.
Paguemos la deuda histórica que tenemos con estos profesionales, no sigamos despreciando y desmeritando su labor y trabajo en favor de la humanidad. Aprovechemos esta pandemia y legislemos a su favor, no permitamos que trascurra la enfermedad, se encuentre la cura y olvidemos todo el aporte, sacrificio y padecimiento de los profesionales de la medicina, condenándolos a su sufrimiento y a seguir ejerciendo la labor de salvar vidas a costas de las suyas.
Prioricemos la inversión, incrementemos los recursos del sector salud, dotemos los hospitales y centros médicos, saneémoslos financieramente, invirtamos en tecnología y cuerpo humano y dignifiquemos su salarios, solo así nos prepararemos para afrontar con eficiencia, eficacia e idoneidad una próxima pandemia.