El Producto Interno Bruto (PIB) es una variable que nos permite medir el crecimiento económico, muy necesaria y la productividad total de los factores (PTF), nos permite observar que tan eficientes y eficaces somos frente a la competitividad…en esta época moderna el objetivo no es de cantidad, sino de calidad productiva.
¿Cuánto contribuye la inversión al crecimiento del valor agregado? De las 3.851 catalogadas como grandes compañías, el 80% de ellas recibieron ayuda del gobierno Duque en tiempos de pandemia frente al 9% de las Mipymes… he aquí como la mano del Estado sirve más que la mano invisible del mercado… ahora, el Estado cómo se ve redimido? Al menos en competitividad.
Según estudios especializados, se dice que la productividad multifactorial creció más en los 90 que en los 80, gracias al impacto de las reformas económicas asociadas con las altas importaciones, los bajos aranceles frente a las exportaciones y sus subsidios.
Más, según un estudio del Consejo Privado de Competitividad (10.04.2017), durante las últimas tres décadas la productividad de la economía colombiana ha estado prácticamente estancada. Incluso, en algunos años, ha contribuido negativamente al crecimiento del PIB.
En el periodo 2000-2015, el crecimiento de la productividad total de los factores (PTF) fue inferior al 4% en relación con otros países latinoamericanos.
En el año 2015, se necesitaban casi cinco trabajadores colombianos para producir el mismo valor agregado que en EEUU; los sectores de construcción y explotación de minas estaban más cercanos a la productividad estadounidense, mientras que, en el agropecuario, se requerían más de siete trabajadores para producir la misma cantidad de producto que uno en Estados Unidos.
La PTF, mide qué tan productiva resulta la combinación de insumos de capital y trabajo para generar valor agregado; es decir, qué tanto crecimiento de producto se genera por encima de las variaciones en los factores productivos.
Refleja los efectos combinados del cambio técnico inmaterial, las economías de escala, el cambio de eficiencia y las variaciones en la utilización de la capacidad (OCDE, 2001).
Las bajas tasas de crecimiento de la productividad, PTF, se verá reflejado en los bajos niveles de ingreso per cápita, en relación con economías más desarrolladas y representa un riesgo estructural para la economía colombiana. No importa que tan alta sea la inversión privada, si ésta no contribuye a elevar la PTF, es el caso del periodo 2000-2015, cuando la inversión privada creció sobremanera y la productividad permaneció casi constante.
En el año 2021 (DANE), el sector agropecuario sigue presentando bajísimos niveles de productividad PTF, 0.67 y el sector de Transporte, almacenamiento y comunicaciones, presentó contribuciones negativas al PIB (-6.16), y el mejor desempeño: “industria manufacturera” con 8.51%.
En resumen, la productividad total de los factores (FTP), por actividad económica para el año 2021 aportó al crecimiento, un exiguo 0.64%, para el año 2020 fue del 0.34%, para el año 2019 fue del 0.90 y 11 años atrás, las cifras son negativas.
En países como China, por el contrario, el crecimiento económico ha estado impulsado sobre todo por incrementos en los niveles de productividad por encima de la tasa de agregación de insumos de capital y trabajo a la economía.
Es esto lo que ha permitido que el país asiático haya mejorado sustancialmente los niveles de vida de su población en las últimas décadas, a la vez que sofistica su economía. (CPC, 2017).
Entre los factores a tener en cuenta: la inversión extranjera no ha contribuido a la innovación de nuestras empresas nacionales y, por otra parte, los Tratados de Libre Comercio (TLC) destruyeron el aparato productivo en crecimiento y de paso la competitividad. Esto se demuestra con el estudio de Ocampo (2013) respecto a la desindustrialización en éstos últimos 30 años en función de tres factores: la revaluación del peso, la política de comercio exterior y la falta de una política industrial.
En este orden, fueron pocos los beneficios con el modelo del aperturismo, pues al final, se socava la competitividad por los grandes monopolios que en su mayoría están amparados por los gobiernos de turnos, tal es el caso del sector financiero, de la industria cementera, de los fertilizantes, de los medicamentos, de la gasolina, la Construcción, Salud y Transporte.
El nivel de concentración bancaria en Colombia durante el período 1995-2017, el índice de Lerner pasó de 0,77 en 1996 a valores promedio de 0,72 en los últimos años, corroborando la existencia de una estructura oligopólica.
En el sector agrícola, son seis empresas que concentran el 94% del mercado de este tipo de insumos. En el sector construcción, sólo hay tres empresas cementeras.
En el sector energético, sólo Ecopetrol. En la Salud relacionada con medicamentos, cinco farmacéuticas con una participación de 64%.
Frente a esta situación el CPC, hace una serie de recomendaciones a las instituciones públicas para modernizar el sistema judicial, la educación, la salud, la contratación estatal, invertir en vías 4g pero no toca directamente a las fallas del mercado que afectan la competitividad, pues en Colombia “persisten barreras que afectan la competencia en aspectos relacionados con los niveles de protección de empresas existentes, la complejidad del sistema legal, las barreras a la facilitación del comercio y el tratamiento diferenciado de proveedores extranjeros, entre otras cosas, que impiden tener un mejor desempeño en materia de productividad” (Koske, Wanner, Bitetti y Barbiero, 2015).
Queda expuesto como las afortunadas familias dueñas de los monopolios en Colombia no solo han afectado el proceso de creación fija de capital sino su productividad en sí misma y continuarán con su modelo económico a través del proceso político llamado democracia que les permite postular personajes suyos, haciendo creer que son de un pueblo libre y competitivo.