Cada vez el margen de maniobra para enfrentar las consecuencias del cambio climático es menor. Aplazar acciones concretas y de impacto para enfrentar el cambio climático no solo aumentará los riesgos ambientales y para la vida, sino también los costos para los países; la postergación de trabajos sobre este tema, según la ONU, puede elevarlos en un 44% para el 2050.
De acuerdo con Fabiola Suárez, directora de la Corporación Ambiental Empresarial, filial de la Cámara de Comercio de Bogotá, “hoy estamos atravesando por un momento neurálgico y decisivo para la continuidad de la vida tal como la conocemos. La ausencia de más proyectos para la protección de nuestros ecosistemas y la postergación de los mismos son grandes limitantes para detener las consecuencias inminentes del cambio climático. Si bien, distintos gobiernos y empresas se han comprometido y han sido activos en cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, aún falta mucho por hacer”.
Según el Instituto Scripps de Oceanografía, por primera vez, en los últimos 800.000 años, la concentración de CO2 en la atmósfera es de más de 415.26 partes por millón; adicionalmente, según la ONU Medio Ambiente, se estima que para 2050, mil millones de habitantes en zonas costeras estarán en riesgo como consecuencia del derretimiento de los glaciares, y el planeta será inhabitable como consecuencia del aumento de 2 grados en la temperatura global.
“Lo preocupante de todo esto es que se puede intensificar y ocurrir en menos tiempo de lo esperado, sin embargo, para que esto no ocurra, uno de los pocos caminos que nos quedan es dejar la procrastinación ambiental. Este concepto reúne dos aspectos que son importantes: por un lado, es poco asertivo decir que hay falta de conciencia entre las personas, las empresas y gobiernos frente al cambio climático, puesto que hoy se conocen sus consecuencias, pero aún falta mucho por hacer para evitarlas, ya que se aplazan constantemente las responsabilidades ambientales. Por otro lado, el interés individual por encima del colectivo sigue imperando a la hora de hablar sobre el cuidado del medio ambiente y, esto es un punto clave, porque en realidad en lo que no muchos son sensatos es en entender que, una catástrofe ambiental puede afectar su rentabilidad y actividades a largo plazo”, afirmó Suárez.
¿Pero qué es la procrastinación ambiental?
La humanidad se ha vuelto especialista en procrastinar ambientalmente, es decir, posponer o retrasar, a propósito, acciones que se deben realizar con urgencia para que la vida en el planeta sea viable, por otras que son irrelevantes o convenientes individualmente.
Para Joseph Kable, Baird Term Professor en la Penn Arts & Sciences, “existe una miopía temporal frente al cambio climático y es tan grave que se cae en un dilema del prisionero, en el que, aunque es conveniente implementar acciones de impacto para detenerlo, dos o más personas no pueden cooperar porque es una decisión irracional, ya que los beneficios no están en un futuro inmediato. Esto es muy grave puesto que nunca hubo una necesidad más apremiante de un enfoque colaborativo y de múltiples partes interesadas por los problemas globales, como en la actualidad”.
Asimismo, para Kabel, “el sesgo de la gente es simplemente no preocuparse. He hecho diferentes experimentos en los que le ofrezco a las personas 20 dólares ahora o 70 en tres meses, sin embargo, el 50% toma la primera cantidad, y esto es muy diciente, porque si no podemos posponer una recompensa para beneficiarnos a nosotros mismos en el futuro, es difícil esperar que lo hagamos para beneficiar a otros en las próximas décadas. Al final, los humanos valoran menos los resultados futuros que las consecuencias inmediatas. Nuestros antepasados cavernícolas fueron diseñados para preocuparse de dónde vendría su próxima comida, y no, si el uso del teléfono celular ahogaría alguna ciudad costera”.
Bajo este contexto y con el objetivo de generalizar el llamado hecho por la ONU en la Cumbre sobre la Acción Climática, de pasar de los estudios a la acción, la Corporación Ambiental Empresarial, lanzó la campaña “Dejar la procrastinación ambiental” para invitar a ciudadanos, empresas y entidades del Estado a implementar y no postergar proyectos que pueden beneficiar directamente al medio ambiente.
Según Suárez, “dejar de procrastinar ambientalmente es fundamental para alcanzar un escenario de sostenibilidad en el que las actividades personales y productivas puedan continuar con normalidad de la mano de un ecosistema saludable. Nuestro propósito principal con esta campaña es seguir convocando e involucrando cada vez más a actores clave (ciudadanos, sector privado y público) en la lucha contra el cambio climático a través de tres líneas de acción: restauración y conservación de áreas naturales como el Parque Metropolitano Canoas y la Poma; la implementación de proyectos de eficiencia energética a nivel nacional; y la formación de campesinos, empresas y personas en producción y consumo sostenible. Seguir pregonando estas acciones y educar para actuar es lo fundamental si no queremos que para el 2050 la temperatura del planeta supere 1.5 grados”.
¿Cómo dejar de procrastinar ambientalmente?
Responder a los retos medioambientales supone una acción colectiva. Una acción que se convierta en una cadena de decisiones individuales que al final tienen un objetivo común, la sostenibilidad y la preservación de los ecosistemas. Para esto la CAEM presenta 5 recomendaciones para dejar la procrastinación ambiental:
- Debemos entender que como ciudadanos, empresas o gobiernos se debe seguir promoviendo la reducción en las emisiones de carbono: desde nuestras actividades personales podemos dejar de utilizar transporte contaminante; reciclar correctamente; sembrar árboles y ahorrar agua y energía. Adicionalmente, como empresarios es esencial adoptar nuevas tecnologías en el proceso de producción que sean amigables con el medio ambiente. Esto es importante, porque se podrían evitar pérdidas a futuro debido a la insostenibilidad en los procesos dentro de la industria que traería el cambio climático.
- Debemos proteger nuestros bosques: la reforestación y la conservación de zonas ecosistémicas como el bosque Andino, el Amazonas o la selva del Congo, la cual es la segunda más importante del mundo, es fundamental a la hora promover el desarrollo sostenible.
- Crear y proteger los sumideros de carbono: conservar los arrecifes y los depósitos naturales de CO2, (bosques y océanos), así como crear sumideros es de suma importancia porque estos capturan grandes cantidades de carbono y contribuyen a reducir los Gases Efecto Invernadero que circulan en el aire. Técnicas como la instauración de ventiladores que absorban CO2 o la inyección a profundidad de estos gases bajo la superficie de la Tierra, pueden ser algunas soluciones.
- Importancia de las Buenas Prácticas Operativas e implementación de nuevas tecnologías: la ejecución de estrategias de eficiencia energética, como primer paso en el uso de Fuentes No Convencionales de Energía dentro de la cadena de producción de las industrias, debe ser una prioridad para el sector privado. Así mismo, la exigencia de sellos ambientales, para promover la producción y el consumo sostenible deben ser una política corporativa
- Leyes más robustas y alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible: los gobiernos deben seguir fortaleciendo la normatividad frente a las economías ilegales que afectan la biodiversidad y delimitar y proteger aún más zonas de alto valor ecosistémico. En Colombia, los ODS han sido una prioridad y se han materializado diferentes proyectos para la protección del medio ambiente, sin embargo, aún existen puntos por fortalecer como la deforestación, la contaminación hídrica y la minería ilegal.