¿Cuál es el problema de la indigencia en Colombia?

¿Cuál es el problema de la indigencia en Colombia?

"La existencia de mendigos en la calle es signo de fracaso en la política social"

Por: Pablo Emilio Obando Acosta
enero 19, 2016
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¿Cuál es el problema de la indigencia en Colombia?
Cortesía Vanguardia Liberal

Eduardo Galeano en su libro Patas Arriba, la escuela del mundo al revés, nos plantea una realidad de difícil digestión: “En 1960, el veinte por ciento de la humanidad, el más rico, tenía treinta veces más que el veinte por ciento más pobre. En 1990, la diferencia era de sesenta veces. Desde entonces, se ha seguido abriendo la tijera; en el año 2000, la diferencia será de noventa veces…”.  Todo indica que la tijera continúa abriéndose y que en el mundo aumenta el número de pobres, para desgracia de quienes hacen parte de estas estadísticas el asunto se resume simplemente en bendiciones del cielo ajenas completamente a la economía de los pueblos.

Cada día hay más pobres. Y cada día hay más ricos. Mientras los primeros lo consideran una situación natural y muy humana, los segundos creen que la ostentación  y el boato son un regalo del cielo. Los pueblo latinoamericanos, más que otros pueblos y culturas, han hecho de la miseria una especie de prueba divina que los conducirá ineluctablemente al cielo, a una especie de nirvana, de mil colores y siluetas, redentora y salvadora. Miseria y opulencia que, al decir de Galeano,  al evocar a los niños de calle, con pantalones rotos y zapatos deshojados,  y, según sus palabras, la expresión de un banquero mexicano: “No dejemos que los niños se mueran porque, de alguna manera, son humanos”.

Bien podíamos decir lo mismo der nuestros indigentes de Pasto o de cualquier ciudad latinoamericana: “No dejemos que se mueran, pues también son humanos”. Pero los vemos en la calle en situaciones deplorables y tristes, durmiendo, mendigando, defecando, arropados con cartones o simplemente muriendo en medio del tumulto al salir de misa; seres que  parecen no poseer derechos humanos o algo similar, una especie de cosas o elementos que no hacen parte de nuestra sociedad.  Pero son humanos como nosotros, con las mismas angustias y necesidades, con la misma sensación de hambre o de frío, con la misma necesidad de amor o comprensión.  Casi parecen humanos; pero los tratamos y los vemos como si no lo fueran.

Hace algunos años el problema de la indigencia se trató en nuestra ciudad colocando rejas en las iglesias para que no duerman o mendiguen en ellas; se los expulsó de esa manera dando a entender que la indigencia es un lastre social que ni siquiera merece la comprensión divina. En otros casos se los desaparecía o mataba con la simple disculpa de una limpieza social, y hace algunos años empezaron a aparecer en Pasto indigentes (personas en situación de calle según el eufemismo), traídos de otras regiones y departamentos como si fueran cosas de las cuales hay que deshacerse de cualquier manera.

Pero lo que nuestros gobernantes y dirigentes no han hecho es crear y propender por verdaderas políticas públicas que permitan combatir realmente la indigencia. Tal vez porque no votan o quizá porque nos hemos acostumbrado a su presencia menesterosa. La presencia de un mendigo genera graves perturbaciones psicológicas que se manifiestan en la indiferencia, la violencia o la depresión.  De ahí que es urgente que en Pasto y en Colombia entera se piense en este sector poblacional de una manera seria y  comprometida. No es posible que continuemos observando en nuestras calles a ancianos, niños o adolescentes implorando la caridad pública o simplemente muriéndose en soledad en medio de una sociedad ya enferma e indolente.

Si existe disposición y ánimo de parte de nuestros gobernantes que permita afrontar esta triste situación de decenas de personas, nosotros como parte de esta sociedad también estamos dispuestos, sin salarios ni prebendas, a brindar nuestro tiempo y concurso para convocar a la opinión pública y de esta manera crear una verdadera política de inclusión social.  La existencia de un solo mendigo es signo inequívoco de fracaso en la política social, la demostración de una serie de equivocaciones que nos han conducido al abandono de las personas y al desdén de la vida. Esperamos que la sensibilidad social sea condición esencial para gobernar y que nunca más veamos en la calle a un mendigo pues eso nos demostraría que somos un fracaso como sociedad y un desengaño como gobernantes.  Pasto Solidaria, únicamente así podremos mirarnos a los ojos sin sentir vergüenza, sin sentirnos parte de esas estadísticas de miseria y muerte donde los más ignoran a los menos por el simple prurito de sentir en ello la angustia y el dolor  del que nada tiene.

@peobando

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