Primero de noviembre: cuando los muertos bailan al son de los mariachis

Primero de noviembre: cuando los muertos bailan al son de los mariachis

Una mirada a la tradicional celebración en el marco de la violencia y el auge del narcotráfico que azota a México

Por: Carlos de Urabá
noviembre 01, 2019
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Primero de noviembre: cuando los muertos bailan al son de los mariachis
Foto: PxHere

Carlos Lehder, famoso narcotraficante colombiano y uno de los fundadores del cartel de Medellín, que cumple cadena perpetua en un penal de máxima seguridad de Marion (Illinois Estados Unidos) ya lo había pronosticado. "Nosotros tenemos la bomba atómica. Esta es la mejor forma de castigar a la decadente sociedad norteamericana. Nuestra revolución (narco) la vamos a patrocinar con la droga. Los gringos pertenecen a una sociedad completamente enajenada y decadente", declaró en una entrevista exclusiva poco antes de ser detenido y extraditado a Florida por las autoridades colombianas.

En México ahorita mismo las bandas de narcotraficantes y la delincuencia organizada campan a sus anchas. Es muy fácil comprar las conciencias pues cada quien tiene un precio y solo basta con poner sobre la mesa un buen puñado de dólares bien fresquecitos. No hay ética ni moral que valga. El narcotráfico es una gran hermandad que se han dotado de símbolos propios, cultura propia, moda propia, música propia. La mafia domina ese mundo clandestino a base del chantaje, los sobornos, extorsiones, secuestros o asesinatos. El patrón Pablo Escobar dejó bien grabado en su testamento esa maldita sentencia que dice: “Plata o plomo”.

Bien se sabe que para los más pobres el negocio de la droga muchas veces es la única vía de obtener ingresos más o menos aceptables. O sino a trabajar en el tajo rompiéndose el espinazo para ganarse unos miserables pesos que apenas alcanzan para un elote con chile. La comida desperdiciada en México alimentaría a 7 millones de pobres. Parece mentira que un país tan rico haya gente desnutrida y muerta de hambre.

El PIB de la economía mexicana recae en la explotación petrolífera, las maquiladoras y la transferencia de mano de obra barata hacia los EE.UU. —que es la principal fuente de recursos vía las remesas—. Mientras el mundo rural se halla sumido en la ruina por culpa de las cuotas pactadas en el TLC. Es paradójico que el país de tradición agraria cuya base de la alimentación es el maíz tenga que importarlo pues padece un déficit de producción. Por lo tanto, se ha perdido soberanía alimentaria y la dependencia de las importaciones es más que ostensible. El éxodo del campo a la ciudad ha variado completamente el mapa demográfico. Si hace unas cuantas décadas México era un país rural hoy el 80% de la población se concentra en las áreas urbanas. Sin duda alguna la emigración del campo a la ciudad es un fenómeno que solo nos conduce a la autodestrucción.

La Constitución de los Estados Unidos Mexicanos declara que la nación es única e indivisible, defiende la plurinacionalidad sustentada principalmente por los pueblos indígenas. Existen 68 grupos étnicos con lenguas propias muchos de los cuales se encuentran en vías de extinción.

México parece una gigantesca nave con 130 millones de habitantes que está a punto de irse a pique. ¿Quién podrá llevarla a buen puerto? Es la pregunta que todo el mundo se hace pues la tempestad en vez de amainar se recrudece. Solo un heroico timonel será capaz de salvarla del desastre. ¿Cuál es la solución?, ¿más trabajo, mejores sueldos, seguridad social, bienestar social, acceso a la cultura, la educación, el servicio de salud, la vivienda, el medio ambiente, el agua, el aire limpio, las basuras, la contaminación, la deforestación, la erosión? ¿Cómo neutralizar la violencia de los carteles, las pandillas, las maras? Esta es una titánica labor prácticamente imposible de realizar en un sexenio. López Obrador propone —al menos en secreto— un tratado de paz entre el estado y la delincuencia organizada. “Si al fin y al cabo nos estamos matando entre mexicanos. Se acabaron las masacres que en el pasado ejecutó el ejército. Hay que dialogar”, argumenta.

La memoria histórica nos narra que el 20 de noviembre de 1910 estalló la revolución mexicana con el fin de enfrentar a la férrea dictadura de Porfirio Díaz. Los desposeído, los oprimidos se levantaron en armas a las órdenes de Pancho Villa y Emiliano Zapata para combatir la pobreza y el despojo inmemorial de los campesinos e indígenas. Los peones eran y son todavía considerados por los latifundistas como bestias de carga, mulas humanas. En esa época romántica se cantaba el corrido: "Si Adelita se fuera con otro la seguiría por tierra y por mar": Ahora por el contrario los narcocorridos nos dejan letras como esta:

Con cuernos de chivo y basuca en la nuca

volando cabezas al que se atraviesa,

somos sanguinarios locos bien ondeados nos gusta matar.

En los años de la revolución agraria se lanzaban alegatos sociales y proferían consignas de “tierra y libertad”, la lucha por la reforma agraria contra el hambre y la desigualdad. Las masas explotadas, siervos ignorantes descalzos o en guaraches con esos sombrerotes de paja estaban decididos a entregar sus vidas por la causa. Se levantaron por física supervivencia, por el pan, los fríjoles, las tortillas y a balazos deseaban acabar la avidez de los ricos. Los terratenientes y oligarcas le negaban al pueblo el derecho a la existencia. Mas valía un caballo pura sangre que un piojoso “nopal” o “chinacate”.

Se lanzaba un “segundo grito de Dolores” que abría el camino a una segunda independencia. Emiliano Zapata lo expresó con toda crudeza: "La ignorancia y el oscurantismo de todos los tiempos no ha producido más que rebaños de esclavos para la tiranía". Por eso los revolucionarios se apoderaron de la tierra de los hacendados para repartirlas entre los indígenas y campesinos. Pancho Villa, el general de la división norte, se distinguió por su altruismo y fidelidad a los ideales revolucionarios, la lucha por el bien común y la dignidad humana.

Ser revolucionario es mi placer.

no me importa cuánto tiempo he de perder

pero yo quiero Zapata en el poder

para que así mis tierras me han de devolver.

A estas alturas la revolución mexicana se ha visto reducida a mero folclore, a una postal nostálgica para atraer turistas o estampar camisetas.

México es el mejor ejemplo de que los procesos revolucionarios en América Latina están en plena decadencia. El neoliberalismo capitalista avanza imparable imponiendo sus principios. La derechización y el aburguesamiento de la sociedad es algo incontestable. Esa juventud que en otros tiempos estaba dispuesta a transformar el mundo y engrosar las guerrillas ahora lo que más les preocupa es colgar selfies en Instagram o captar la mayor cantidad de seguidores en el Twitter. Esa politización radical de izquierdas en los años setentas que tuvo su punto más álgido en la matanza de Tlatelolco, prácticamente ha desaparecido. En México tan solo quedan algunos reductos de resistencia popular con el EZLN en Chiapas (muy sublimado por la propaganda mediática) las extintas guerrillas de Guerrero o el EPR (Ejército Popular Revolucionario) que más bien habría que considerarlas células durmientes. Aunque tenemos que reconocer que las luchas sociales permanecen activas como lo demuestra el macabro caso Ayotzinapa en Iguala que dejó 9 muertos y la desaparición forzada de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural asociados a las luchas sociales de izquierda.

En las últimas décadas las condiciones de vida en muchas regiones de México se han deteriorado hasta límites insospechados, los pobres de solemnidad no disminuyen sino muy por el contrario aumentan imparables. De este modo se acentúa la desigualdad social que es el mejor argumento para ingresar en las organizaciones mafiosas. Hoy más que nunca el capitalismo chupasangre se aprovecha de las masas proletarias y del campesinado ¿Quién desea ser eternamente un paria? En esas comunidades con ranchos de techos de palma y paredes de bahareque la dieta exclusiva y eterna son las tortillas y los fríjoles. La única salida a ese retraso secular es emigrar a las grandes ciudades para después dar el salto a los EE. UU. Porque el verdadero objetivo de millones de harapientos es cumplir el sueño dorado de alcanzar el paraíso capitalista. ¿Quién sino va a limpiar las letrinas, recoger frutas, cocinar, regar jardines y cortar el césped de los campos de golf? Lo cierto es que las remesas de dinero que mandan los millones de migrantes son las que realmente mantienen la paz social.

En la civilización maya como en la azteca la muerte ocupaba un lugar privilegiado en el panteón de divinidades. Los dioses exigían sangre fresca que tenía que correr a borbotones en el altar de los sacrificios. En lo alto de las pirámides el cuchillo de obsidiana daba buena cuenta de las víctimas propiciatorias. Los sacerdotes les extraían el corazón para ofrecérselo a Huichilopoztli, al dios solar de la guerra y a la diosa muerte Mictlantecuhtli, que reina en Mictlán, el país de los muertos. Los sacrificios humanos tenían la finalidad de mantener el equilibrio cósmico pues el curso de los astros y de los planetas no podía detenerse. El incienso de copal y flores de capulí o de cempasúchil sellaban el pacto de amor con el mundo de ultratumba. Pero ahí no queda la cosa pues la fiesta más importante del calendario mexicano es el 1º de noviembre, el día de todos los santos o el día de los muertos que revela el sincretismo entre la religión cristiana y las creencias indígenas. Se adora un cristo crucificado, el mártir que se desangra en la cruz. La sangre es el vino y la carne es la hostia santa que devoran los fieles en la comunión en una clara metáfora de la antropofagia. En México se celebra la muerte, se le hace fiesta y los esqueletos danzan en la verbena macabra donde las calaveras sonríen graciosas. Y todo el mundo bebe y aplaude pues el alma del muerto va camino del Tláloc, la casa del sol, o el paraíso.

El sexenio de Felipe Calderón y el de Peña Nieto deja una escandalosa cifra de muertos y desaparecidos pues ambos eligieron el método de la guerra abierta o la represión policial y militar para exterminar los carteles de la droga y demás organizaciones delincuenciales. Siguiendo, por supuesto, las órdenes emanadas desde Washington. Los capos que no se entreguen les esperan una hermosa tumba o una sombría y sucia mazmorra. También se estudia aplicar la cadena perpetua y la pena de muerte. Los únicos beneficiados con tanta mortandad han sido las agencias de pompas fúnebres y los parques cementerios. El gobierno de EE. UU. es el principal interesado en ganarle esta batalla a las mafias y carteles que ya se han infiltrado en su territorio. Para ello dedican anualmente un presupuesto de 198.5 millones de dólares. La CIA, el Pentágono, el FBI y la DEA están infiltrados en todas las instituciones y en todos los ámbitos de la sociedad. Lo que pretende el gobierno mexicano es extraditar a los cabecillas de los carteles para que se hagan cargo de ellos la justicia norteamericana (el Chapo Guzmán se escapó dos veces de cárceles de alta de seguridad mexicanas). En México el 98% de los delitos quedan impunes.

El resultado de esta guerra fratricida no puede ser más espeluznante: 4663 muertos en el año 2016, 5673 muertos en el año 2017 y en este año 2019 ya van 22.000 y se calcula que al final se alcance la cifra de más de 26.000 homicidios. Cada 24 horas 85 personas son asesinadas en México, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (que casi siempre tira a la baja). Desde que se inició el narco guerra se calcula que han muerto más de 270.000 personas. 30.000 cadáveres reposan en las morgues de México a la espera de que sean identificados.

La narcorevolución no pretende tomarse el poder porque ya hace parte del poder, están metidos hasta la médula; tienen en nómina a los políticos, tienen en nómina a los policías, tienen en nómina a los jueces, tienen en nómina desde el más alto cargo y hasta los subalternos. Aquí de lo que se trata es de generar caos, que nadie se sienta seguro, aterrorizar a la ciudadanía y poner de rodillas al estado. O se negocia o el diluvio de balas va a seguir arreciando. Qué es lo que ocurrió hace unos días en Culiacán en el fallido operativo para detener a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo, y uno de los líderes del cartel de Sinaloa por el que EE. UU. ofrece 5 millones de dólares de recompensa.

Si alguien desea subir en la escala social necesita afiliarse a un clan, a una familia, a una hermandad, a un cartel de respeto que imponga la ley del más fuerte. Los niñitos ya no quieren ser bomberos, médicos o aviadores ahora los deslumbra la figura del narco que desafía a la autoridad armado hasta los dientes. Las películas y videojuegos al fin y al cabo eso es lo que enseñan, ¿no? ¿Quién se puede escandalizar, entonces? Los carteles mexicanos emplean a más de 500.000 personas de forma directa y 3.5 millones de forma indirecta. El ambiente opresivo y marginal empuja a los jóvenes a integrarse en las pandillas que son la primera fase para pasar a los carteles. Se acabó el temor a Dios y la resignación cristiana cuyo máximo símbolo es el indio chichimeca Juan Diego a quien por su humildad y mansedumbre se le apareció la virgen de Guadalupe.

No hay como sentirse amos y señores, los mandamases que reciben elogios y se les idolatra. Disfrutando del botín y de la fama, los palacios con piscina, jacuzzi, sauna y hermosas damiselas para fornicar y las AR-15 para disparar. Más vale morir joven y con plata que de viejo achacoso y sin biyuyo. Hay que apostar al todo o nada en esa especie de ruleta rusa en que se ha transformado la existencia. Si se quiere alcanzar el triunfo es necesario arriesgarse y si se gana recibirán como premio oro, plata, dólares, la fama y el reconocimiento de sus compadres. “Cómo le brillan las cachas de oro a la pistola del patrón” Para los narcos cuenta mucho la magia negra y los hechizos de protección de ahí que tenga tanta popularidad el culto diabólico a la santa muerte o a Malverde. Por medio de la sangre y los sacrificios humanos piensan que va a alcanzar la inmortalidad. “Si te disparan ahí nomás las balas se desvían y sales limpiecito”.

Las crónicas periodísticas nos dejan pasajes bastante aleccionadores: “se pasaron más de cuatro horas intercambiando tiros con la policía en San Cristóbal de la Barranca, al norte de la segunda ciudad más grande de México, Guadalajara. Para los agentes no cabía duda: los fusiles que les disparaban desde 10 todoterrenos se apoyaban en brazos de sicarios. Lo que no se esperaban era descubrir que aquellos que intentaban matarlos eran verdaderos adolescentes, algunos menores de edad y muchas chicas”.

“No es la primera vez que se habla de ‘niños sicarios’ en México, pero este miércoles sí ha sido la primera ocasión en que las fuerzas de policía presentan a tantos detenidos a la vez con rostro infantil, pero sin inocencia alguna ya. En total, 10 de ellos ante las cámaras y tras una cantidad escalofriante de armamento que les han decomisado”.

“Ha ocurrido todo en Jalisco, donde, según la información facilitada por las autoridades, ahora se sabe también que éstos (y seguro que muchos más) son los ‘cachorros’ de los Zetas, que el cártel más sanguinario y temido de México no hace ascos, sino todo lo contrario, a la emancipación juvenil como asesinos”.

“Cinco de los detenidos tienen entre 16 y 18 años; otro más, 19, y otros dos, 21. Solo hay dos adultos de 35 años entre los arrestados. Y hay otra característica de este grupo que llama poderosamente la atención: la incorporación de los sicarios a los tiroteos. María Guadalupe, Ana, Lilia, Sandra Alejandra, Isela… 21 años, 19, 19, 18, 16, 16…”.

¿Cómo velar por el bienestar de una familia con esposa, hijos, madre, padre, hermanos, abuelos, parientes lejanos y cercanos? Para eso se requiere de un mínimo de poder adquisitivo. ¿De dónde va a sacar la plata un patisucio, un desclasado, un chusmero? El costo de la vida sube imparable; los impuestos, la luz, el agua, la alimentación, el vestido. En medio de la precariedad y la miseria no queda otra que tirarse al precipicio. ¿Cuánto va ganar un obrero en una fábrica, un peón, el sirviente o el jornalero? el salario mínimo está en 103 pesos diarios, es decir, 3.000 pesos al mes, lo que se traduce en unos 150 dólares mensuales. Por más que trabaje 12 horas diarias, horas extras incluidas, es imposible cubrir todos los gastos necesarios para mantener a una familia (en general numerosa) Por lo tanto, el estado de postración y servidumbre solo es posible superarlo por medios ilegales. Al fin y al cabo, los funcionarios de primera categoría y los políticos de altos vuelos roban a manos llenas.

Qué dirían si se levantara hoy de sus tumbas Emiliano Zapata o Francisco Villa y contemplaran este panorama tan descarnado: el pueblo ya no reclama tierra y libertad sino disfrutar de los placeres mundanos; trago, borrachera, droga, fiestotas, carrototes, mujerotas, comilonas y mucha lana, lana verde americana fresquecita y apetitosa. El símbolo del poder narco es la AK 47, el famoso cuerno de chivo capaz de disparar 600 balas con solo apretar el gatillo. Como dice la cumbia de los héroes narcos: “con sus cuernos de chivo desataron el infierno, cayeron 6 judiciales por las balas de la mafia…”. El Chapo Guzmán, Los Arellano, Félix Beltrán Leyva, Caro Quintero, Amado Carrillo, Carrillo Fuentes y el Mencho se han convertido en una zaga de personajes míticos “dignos de ser imitados”. La historia ahora la escribe la narco revolución.

Es común en las colonias o en los barrios que de repente estalle la balacera. Es la táctica de infundir el terror marcando el territorio. Fuego a discreción y los muertos por ahí quedan tirados en medio de un charco de sangre sin que nadie los toque vaya a ser que los confundan con sus carnales. Si mataron a mi papá, a mi hermano o a cualquier familiar o amigo la venganza está servida y en cualquier momento se produce la retaliación. Se hacen las debidas averiguaciones hasta dar con los sospechosos del atentado (que en muchos casos son inocentes) Salen a toda velocidad el narco camionetas trocas o naves de ranchero de vidrios polarizados en busca de los culpables. Aparecen los sombrerudos empuñando las “cuerno de chivo” y al que señalen, se le detiene. Luego se los llevan a sus madrigueras y con las manos atadas y las vendas en los ojos comienzan el interrogatorio para que “canten las mañanitas”. Si gentilmente no colaboran se ejecutan refinadas torturas; le meten la cabeza en una bolsa de plástico y poquito a poquito los van troceando con motosierras en un acto vil y salvaje que puede durar horas. Cualquiera se pregunta ¿Cómo es posible que el ser humano llegue a tales extremos de demencial sadismo? En la escuela de sicarios se doctoran los bandidos más crueles y despiadados. No existe un código de honor, los mercenarios a sueldo o los paramilitares al servicio de un capo o un cabecilla de prestigio tienen carta blanca para hacer y deshacer a su antojo. Ellos son los encargados de los sobornos, chantajes, extorsiones, horror y terror supremo que es el pan de cada día. Por el mañana bien tempranito uno sale de la casa y encuentra gente degollada en las aceras, cabezas cortadas, embolsados o fiambres que se abandonan en las cunetas víctimas de execrables atrocidades.

Ya tres veces me he salvado

de una muerte segurita

con puro cuerno de chivo

me han tirado de cerquita

118 balazos y diosito me los quita.

Andrés Manuel López Obrador ha prometido pacificar México aplicando el método de “más abrazos y menos balazos”; enarbola la bandera blanca del amor y la amistad al estilo Dalai Lama. Se presenta altivo presto a combatir la corrupción y el latrocinio institucionalizado. El redentor de MORENA proclama “primero los pobres” asegurando que en tiempo récord va a elevar el nivel de vida de sus ciudadanos. ¿Cómo lograrán este milagro en un país de 130.000.000 de habitantes donde se multiplican la miseria y las precariedades? ¿Se trata de promesas demagógicas? Realmente se necesita aplicar con urgencia un plan de choque que reactive la economía y les devuelva a los ciudadanos la confianza en el futuro. Algo que desafortunadamente se puede alargar por varios sexenios. Por ejemplo, Pemex es la empresa de petróleo más endeudada del mundo y sin ir más lejos se halla en la bancarrota. La mafia petrolera en alianza con el crimen organizado ordeñaba los ductos (huachicoleo) de Pemex para sustraer combustible. Estamos hablando de millones y millones de pesos que han agudizado aún más de la agonía de la petrolera estatal. AMLO se ha comprometido en resucitar al muerto y para ello ha destinado 5.000 millones de pesos de los fondos públicos.

Ante la indiscriminada ofensiva de los carteles del narcotráfico se movilizan las fuerzas armadas mexicanas, la Marina, PGR, PFM, PFP, la Judicial, los Federales, los Grupos de Autodefensa Popular Comunitaria y ahora los nuevos “héroes justicieros” de la Guardia Nacional. Muchos sectores de la sociedad cansados de la inseguridad y el reguero de muertos piden que intervenga EE. UU. ¿O es que acaso la DEA o la CIA no se encuentra ya sobre el terreno desde hace décadas dirigiendo las operaciones? El gobierno hace ingentes esfuerzos para defender la “democracia”, la propiedad privada y las empresas multinacionales, las industrias, firmas, bancos, y especialmente la seguridad de los inversionistas. La fórmula no tiene mayores secretos: más policías, más militares, más tecnología punta para perseguir y localizar a los grupos mafiosos y delincuenciales. Lo increíble del caso es que a México se le considera una de las potencias económicas más importantes de América Latina junto con Brasil y Argentina.

Los ríos de sangre inundan Ciudad Juárez, el Torreón, Tamaulipas, Nayarit, Sonora, Guerrero, Veracruz, Guadalajara… mordidas policiales, lavado de dólares, tráfico de personas, feminicidio, prostitución, dinero negro, extorsiones, sobornos. El expansionismo de los carteles se extiende por Centroamérica, el Caribe y la costa pacífica colombiana (en alianza con los paramilitares, las BACRIM, o las disidencias de la guerrilla) y ecuatoriana. Las organizaciones mafiosas cuentan con un entramado muy complejo (los militares en activo y otros miembros ya retirados están confabulados) sus tentáculos se extienden a las instituciones del estado (¿narco estado?), la política, los jueces, la banca, la policía o los militares. Entre las organizaciones más preponderantes debemos destacar: el cartel de Jalisco Nueva Generación, los 35-Z de Veracruz, el cartel de Juárez Aztecas, Mexicles, el cartel de Sinaloa, la familia Michoacana (banda delictiva con marcadas connotaciones religiosas de tipo evangélico), el cartel de Tijuana, el cartel del Pacífico, el cartel del Golfo, los Caballeros Templarios, los Zetas (un grupo formado por las unidades de élite del ejército mexicano) cartel de los Beltrán Leyva. Tanto Ciudad Juárez como Tijuana se han convertido en las ciudades más inseguras del mundo

Los carteles ejercen soberanía y se disputan el territorio y las rutas de la droga, del tráfico humano o de armas. El boom de los estupefacientes está en pleno furor: la coca, la heroína, la marihuana, el gallo, la mota, el speed, el crack, el cristal o bazuco, las anfetaminas, metanfetaminas, drogas sintéticas, ácido, la amapola, fentanilo… Una industria multinacional clandestina que obtiene anualmente millones y millones de dólares en ganancias. Tanto es así que existe una “internacional narco” con una amplia red de distribución en de los cinco continentes.

El objetivo de las organizaciones mafiosas multinacionales es robar soberanía a los estados y globalizar sus negocios ilícitos (droga, la trata de personas, a la prostitución, testaferrato, el lavado de activos, el contrabando de armas) En los EE. UU. como en Europa la demanda de estupefacientes se dispara, los precios de la coca y la heroína siguen subiendo y es necesario trabajar a destajo para aumentar las exportaciones. Y no solo las exportaciones porque el consumo interno o narco menudeo también proporciona inmensas ganancias. Este fenómeno es el directo culpable de miles y miles de muertes a raíz del dominio de las plazas.

Desde luego que también tenemos que preguntarnos “¿cuándo se chingó México?”,  igual que lo hizo Zavalita, el famoso personaje creado por Vargas Llosa en Conversación en la Catedral.

La frontera entre México y EE. UU. se ha trasladado a Guatemala donde México por orden de Washington debe ejercer mano dura para detener la gran ola de inmigración ilegal procedente de Centroamérica. De entrada, ya se conoce que su verdadera meta es infiltrarse en las entrañas del imperio. Los Zetas y también actualmente CJNG, el cartel de Sinaloa y las maras controlan el tráfico de mojados y son los responsables de la esclavitud y los innumerables asesinatos de inmigrantes que se producen en dicha zona. Quien no pague el impuesto o el visado narco que se atenga a las consecuencias. Una vez sorteados los peligros y los múltiples obstáculos de la travesía mexicana se tienen que enfrentar al cruce de la frontera norte por los pasos aduaneros de Tijuana, Ciudad Juárez, Mexicali, Nuevo Laredo o Matamoros. Allí tendrán que pagarles a los coyotes o a los narcos (Zetas, Cartel del Golfo. Cartel de Sinaloa) para cruzar la raya como clandestinos.

Tenemos que comprender los rasgos más característicos del inconsciente colectivo del pueblo mexicano, y, sobre todo, su idiosincrasia ¿Cuáles son las heridas que no cicatrizan en su alma? México es un país mestizo que desprecia su origen indígena. Un racismo engendrado en los tiempos de la conquista española (castas) que alimenta aún más el odio y la xenofobia. ¿Quién se atreve a penetrar en los bajos fondos, en las colonias donde las masas proletarias, el lumpen harto de soportar el apartheid de las élites ha optado por sublevarse? La venganza social está metida hasta los tuétanos, una verdadera lucha de clases en la que se enfrentan los de arriba contra los de abajo, los nacos contra los fresas o fifís, o sea, los ricos contra los pobres.

Según las últimas investigaciones en Latinoamérica el 45% de los jóvenes entre 15 y 24 años no tienen trabajo. Por eso a muchos no les queda más remedio que optar por el empleo informal. La precariedad y la falta de oportunidades es la constante. Ante unas perspectivas tan pesimistas el estado apenas les brinda asistencialismo barato o la sopa boba, una limosnita o la caridad de las iglesias y ONG. Además, hay que tener en cuenta que la educación de calidad está privatizada y solo los más pudientes pueden costearse estudios superiores en las escuelas y universidades. La cultura sigue siendo un privilegio de los estratos sociales más altos.

En el pasado a los “nacos” o indígenas, como los suelen llamar despectivamente la élite blanco-criollo-mestiza, se les podía manipular con facilidad desde el púlpito de la iglesia y meterles miedo con que si se portaban mal irían al infierno. En la escuela se intenta educar buenos ciudadanos que respeten las leyes y cumplan sus obligaciones éticas y morales. Que se rindan de rodillas ante la jerarquía. En el siglo XXI todo ha cambiado con la irrupción de la revolución digital que patrocina el consumismo más artero y desaforado. Las masas alienadas por la propaganda le venden el alma al diablo por comprar los caprichos más estrafalarios. Desde los teléfonos celulares, computadores o tabletas solo tienen que tabular unas cifras mágicas para comprar cualquiera de sus caprichos o que los bancos les otorguen un crédito a 6 meses, un año o dos años.

Por tradición el pueblo mexicano es muy religioso, no ha perdido la fe y se la pasa rezándole a los cristos, santitos y vírgenes. De veras que se necesitan milagros hasta el punto que el partido de gobierno se autodenomina Morena —que es como se le conoce popularmente a la virgen de Guadalupe o Tonantzin—. El “izquierdista” (en teoría) López Obrador ha tenido que pactar con partidos de derechas (PES) y hasta con las sectas cristianas para alzarse con la presidencia. También se apartó tácticamente del chavismo y al castrismo con tal de encarrilar su exitosa candidatura. Aunque ya nada nos puede escandalizar después de contemplar la alianza antinatura entre el derechista PAN, Movimiento Ciudadano y el izquierdista PRD en la figura del reaccionario Ricardo Anaya.

En los años sesenta y setentas el estado utilizó descaradamente las películas Cantinflas para dictar cátedra de civismo y urbanidad entre las clases bajas. El respeto a la autoridad y la jerarquía fue su principal premisa. Es la trama central del “padrecito”, “el barrendero”, “el analfabeto”, donde el protagonista a base de esfuerzos y sacrificio es capaz de triunfar, el pobre desgraciado que enamora a una “güera” de buena familia o se convierte por arte de magia en un multimillonario. Una demostración palpable de que por medio de la superación es posible alcanzar el triunfo. Ahora López Obrador reedita la “Cartilla Moral” —con un profundo mensaje bíblico— con una tirada de cuatro millones de ejemplares —en uno de los países donde menos se lee en el mundo— con el afán de forjar ciudadanos de bien en una sociedad tan violenta y desquiciada. Las iglesias cristianas y evangélicas se encargarán de adoctrinar al pueblo en el camino recto.

Pero el pueblo ya no come cuento, se acabó la manipulación y el ilusionismo virtual porque como bien decía el patrón Pablo Escobar “el mal paga”. Sea como sea la gente quiere dinero contante y sonante.

En esta guerra la primera línea de fuego se halla en la frontera de México y EE. UU. y eso lo sabe muy bien el presidente Donald Trump dispuesto a construir un muro (cuyo coste se eleva a los 8.000 millones de dólares) de 3.100 kilómetros como el levantado por el sionismo en los territorios ocupados palestinos. Lo justifican para detener el flujo de la migración clandestina, infiltraciones, contrabando de armas, narcotráfico. Y también porque el terrorismo es una amenaza latente. Trump ha lanzado incalificables ofensas contra el pueblo mexicano acusándolos de “violadores”, “criminales”, “razas inferiores”, “vagos”, “drogadictos”. Como en el lejano oeste esos “indios rebeldes” son los principales enemigos del Séptimo de Caballería. El presidente de los EE. UU. no hace más que presionar al gobierno mexicano para que cumplan sus órdenes a rajatabla o de lo contrario amenaza con expulsar a millones de indocumentados, subir los aranceles de los productos de exportación o grabar con más impuestos las remesas que envían los mexicanos a sus familiares.

En muchos estados mexicanos la noche es sinónimo de terror pues cada semana se contabilizan ¡300 víctimas mortales! Este año 2019 se van a batir todos los récords desde que se llevan a cabo estas estadísticas. ¡Que nadie salga a la calle! Se declara extraoficialmente el estado de sitio a partir de ciertas horas de la noche. Desde luego que estamos ante una situación muy crítica que provoca altos grados de estrés; se deteriora la salud mental, la depresión, la angustia existencial, los delirios de persecución y no queda más remedio que bunquerizarse. Quien tiene alto poder adquisitivo se blinda en sus condominios o cotos protegidos por guardias de seguridad, controles, check-points y cámaras de vigilancia de alta tecnología. Mientras que los pobres asumen resignados el papel de carne de cañón entregados a los rezos y súplicas a Dios padre y la virgen santa.

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