Primer Halloween sin la creadora de la exitosa marca Cachivaches

Primer Halloween sin la creadora de la exitosa marca Cachivaches

La argentina María Cristina Meira, a quien se llevó el Covid, pasó de un pequeño negocio de uniformes a un emporio de disfraces, que sus hijos han continuado

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octubre 30, 2021
Primer Halloween sin la creadora de la exitosa marca Cachivaches

Hija del diplomático argentino Ramon Meira-Serantes, María Cristina Meira de la Espriella llegó a Colombia a los trece años. Y se quedó. La familia ya había estado en Londres y Suecia cuando se instalaron en una vieja casona de Chapinero.

Tras su llegada, entró a estudiar en el Gimnasio Femenino y allí terminó el bachillerato. Pocos días después de graduarse, 5 años después, su padre terminó el periodo de alternancia y fue devuelto a Buenos Aires mientras se definía cuál sería su próximo destino. Antes de irse de Colombia, María Cristina juró volver lo más pronto posible. Impulsada por entrañables amistades y un sueño que su padre no compartía del todo, en el año 64, tres años después de haberse ido, Meira volvió para radicarse permanentemente en Bogotá. Tenía escasos 23 años cuando decidió independizarse mientras su familia seguía recorriendo el mundo. Su espíritu emprendedor pronto floreció.

Se asoció con Camila Jaramillo, una de sus mejores amigas, y empezaron una empresa de fabricación y venta de delantales de cocina con diseños novedosos que bautizaron “Cristina & Camila”. Evolucionó luego a montar el almacén Cachivaches donde se vendían toda la línea de delantales y uniformes para las empleadas domésticas, pero también de objetos para el hogar y regalos importados de distintas partes del mundo. Siguió la venta de títeres hechos a mano en los años 70 que, aunque no fue un negocio exitoso, le abrió el camino al mundo de los niños.

Quedaron las telas, por montones, que se obligaron a aprovechar. Cada octubre, María Cristina se dedicaba dos días enteros a diseñar y coser los disfraces con los que sus hijos Juan y Andrés irían a pedir dulces en las calles de Bogotá. Entonces, se le ocurrió una idea ganadora.

Empezaron a confeccionar disfraces de todo tipo para después salir a venderlos en tiendas de barrios al norte de Bogotá. La sorpresa fue grande cuando, al cabo de los años, estos empezaron a coger fama y ellas fueron construyendo renombre. Rápidamente pasaron de encargos de conocidos, a encargos de tiendas, colegios, negocios, empresas y así, resultó su marca en 1988: Cachivaches, que significa objetos de escasa utilidad, en términos coloquiales.

Pero el gran salto de Cachivaches vendría en la década de los noventa cuando lograron llamar la atención de gigantes internacionales. Las marcas de Disney, Mattel, Marvel y Warner se interesaron en el trabajo de la argentina y su amiga colombiana, al nivel de otorgarles las licencias para replicar los atuendos característicos de todos sus personajes. Un merito que ninguna otra empresa de disfraces colombianas ha logrado obtener. Décadas después, Netflix se uniría a la lista de empresas que le apostaron a Cachivaches al licenciarla con los derechos de autor de sus producciones.

En Colombia, las principales cadenas de almacenes que distribuyen los disfraces de Cachivaches, son las mismas que encabezan las listas de negocios más beneficiados durante Halloween: Falabella, Panamericana, Jumbo, Linio y Pepe Ganga. Sobre los canales de venta digital, Cachivaches ya conquistó todos los conocidos: Mercado Libre, Amazon, Wish y. Alibaba

Con cinco almacenes permanentes en Bogotá ubicados en la Calle 82, Usaquén, Centro Comercial Santa Ana, Calle 109 y el CC Santafé, Cachivaches ha hecho historia en Colombia y sus disfraces se han proclamado como los más apetecidos y vendidos, de lejos. En el 2019, la compañía registró ingresos de $ 18.906 millones. Y desde su llegada al mercado y su posicionamiento en este, los disfraces Cachivaches no registran ninguna competencia que, en sus proporciones, ponga en duda su preponderancia comercial en juego. Sus principales competidores son fabricadores artesanales que replican sus diseños en talleres clandestinos

Como a la mayoría de las empresas, la pandemia representó una crisis muy muy fuerte para Cachivaches. La reducción del 50% en sus ventas durante el 2020 fue la parte menos dura del golpe que recibió el 2 de enero del 2021 cuando María Cristina murió contagiada de COVID-19 en la Clínica Santafé en Bogotá. Tenía 78 años cuando falleció y en su lista de viajes el conteo de países visitados ascendía a los 83. Una trotamundos innata.

El negocio de disfraces más conocido del país quedó en manos de Juan de la Espriella, el primogénito de María Cristina, con quien trabajó en sus últimos 30 años. Juan pasó de asesorar el área comercial a sentarse en el despacho de su madre en la gerencia general por concepto de la junta directiva. Su hermano Andrés, asumió la gerencia comercial en donde ya había trabajado antes como gestor de alianzas. Fue él uno de los posibilitadores de hacer de Cachivaches el agente certificado las nuevas plataformas de videos como Netflix y HBO.

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Juan de la Espriella, Gerente General de Cachivaches durante la asamblea anual de disfraces, presentando los productos nuevos ante la junta directiva de la compañía, agosto 2019. Foto: Archivo

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