Anunciado para abrir este año la versión XXI del Barranquijazz 2017 como el Camacho Trío, al lado del Rosario Giuliani Quartet, de Italia; el pianista barranquillero Bruno Böhmer Camacho se apresta para muy seguramente dejar en la escena una prueba irrefutable de su enorme talento al lado del bajista Juan Camilo Villa y del baterista Rodrígo Villalón.
Escribiré lo que será ese concierto del próximo 13 de septiembre, pero antes quiero compartir con ustedes, los lectores de esta columna, tan recurrente en los temas musicales, una nota que compartí hace unos años en mi muro de Facebook, precisamente a propósito de un memorable concierto de Böhmer, en esa ocasión presentado como el Bruno Böhmer Camacho Trío. Y lo traigo a colación, porque si esa fue mi impresión hace cinco años, pueden imaginarse cómo estará de cuchilla su pianismo y su talento, así como los de sus otros dos compañeros Villa y Villalón.
Esto fue lo que escribí entonces: “Antes de que nos caigan encima los aguaceros de jazz de estos días de septiembre y se nos moje la memoria quiero compartir esta experiencia con mis amigos de estos lados del facebook.
Pero lo que tuvimos el 4 de septiembre en el Teatro Amira de la Rosa fue un trío con un extraordinario estado de ánimo pese a la lluvia que amedrantó a muchos pero que no impidió que tuvieran una platea casi llena. Produce un extraordinario regocijo ver el nivel jazzístico de sus ejecuciones, la calidad de su ensamble, la armonía y el rigor concertado de los tres y la asombrosa posesión y control de un repertorio muy bien concebido y mejor trabajado. Bruno es un director con un notable carisma y capacidad de comunicación con el público y con sus músicos; ese encanto y su música aseguran una cálida experiencia seguramente en cualquier sala.
Rodrigo Villalón, el niño aquel que conocimos a los siete años tocando un tomborito para acompañar las tonadas latinomericanas que cantaba su padre, es un hoy un habilidoso y creativo baterista que le garantiza al trío los controles absolutos del ritmo y le propone caminos a los temas que tocan, mientras Juan Camilo Villa improvisa y dialoga a placer con el piano afirmando con su guitarra-bajo la tercera pata de un trípode de un fascinante poder musical.
Otra cosa para destacar es la amorosa apropiación que ha hecho este joven pianista barranquillero del repertorio de su abuelo, el gran Ángel María Camacho y Cano, aquel amigo y compañero de Adolfo Mejía en las iniciales aventuras de la música colombiana por el mundo a comienzos del siglo XX. Lo que hace Bruno con sus pasillos, porros, danzones y joropos es ciertamente de un gran valor para nuestra música colombiana en los senderos del jazz. Allí están para muestra cosas como el danzón Agua Panela llevado en la batería con ademanes de porro; o el joropo Inquietudes en el que Bruno juguetea con Mozart y con el Manicero mientras Villalón hace una fantástica demostración de acompañamiento con los capachos, por ejemplo.
Lo que hace Bruno con sus pasillos, porros, danzones y joropos
es ciertamente de un gran valor
para nuestra música colombiana en los senderos del jazz
Desde luego, esos temas del abuelo estaban sabiamente insertados entre temas propios de Bruno y estándares como Poinciana y Caravan y un clásico colombiano como El Pescador de José Barros, hermosamente reinventado por el pianista para el trío. En fin un repertorio completamente diferente al que prometía el programa, salvo dos temas, con el que este trío de barranquilleros radicados en Europa hacen música para cualquier escenario del mundo.
Un concierto para ponernos a pensar en serio en nuestra música, en nuestra cultura y en nuestra región.”