Entre murmullos, chismes y pensamientos erróneos la sociedad se ha llenado de amor, de ese que fácilmente crean en las esquinas de los pasillos y calles, pero que al final no es ni la mitad de sólido y mucho menos real del que verdaderamente debe existir.
Las personas somos amantes por naturaleza, logramos querer, buscamos amar y al final simplemente volvemos a empezar. Es por eso que en la vida se pueden tener diferentes amores y cada uno de ellos será especial y lo vivirás con una intensidad con la que siempre creeremos que es el último.
Pretender amar a una sola persona es de los peores errores que podemos cometer y es ir en contra de la naturaleza misma del tiempo corto que es la vida, toda vez que habremos pasado toda nuestra existencia conociendo solo un sentimiento, sin experimentar la diversidad que existe en ello.
La sociedad ha impuesto formas de amar, limitando nuestra naturaleza, considerando que si existe un “compromiso”, “noviazgo” o “matrimonio”, la forma de alcanzar el respeto es no amando a alguien más, sin importar si dejas de lado el amor propio que debemos tener cada uno de nosotros. El día que notemos que existe más respeto en lograr hacer sentir paz, en ese momento encontraremos el verdadero sentido de los sentimientos.
Existe un momento de tranquilidad en la vida de cada persona, en la que consideras que todo marcha perfecto, una vida, una familia, una relación, un trabajo, pero siempre llega el amor a golpearte de frente, ese que sientes por alguien del que no esperabas nada, pero que ahora quieres todo, y que a la vez quieres nada, porque no debes tenerlo, volviendo con ello, a la necesidad social de demostrar que cumplimos con su regla de solo amar a una persona.
Luego de eso todo cambia, la sensación de abrir las puertas a nuevas experiencias, a nuevos sentimientos, y darte cuenta de que tu “vida perfecta” solo era un momento de conformismo, en el cual te negabas a salir de tu zona de mayor tranquilidad, por miedos, por temores y por creer que jamás encontrarás algo igual, de esa misma, de la cual llega alguien a jalarte, hasta desequilibrarte y sacarte por completo, logrando con ello, demostrarte que lo social no puede superar lo particular, y por mucho que anheles ser alguien acorde a lo que esperan quienes te rodean, terminas notando, que tu vida es tuya y eres quien decide cómo sobrellevarla.
Todos tenemos el potencial de lograr todo aquello que nos proponemos, o eso nos han dicho, pero nos coartan a seguir los pasos de una persona “recta”, porque el amor lo mezclaron con la rectitud, es por eso, que es mejor olvidar la presión de los días, hacer lo que quieras, y solo lograr lo que te hace bien.
Siempre hablamos de amores imposibles, y no de amores improbables. Con el primero le huimos a la posibilidad de salir de la zona de confort, acomodándonos al hecho de que no pasará y evitando con ello que suceda, aun cuando con el segundo se deja un resquicio a la esperanza, la cual en cualquier momento puede ocurrir y el día que ocurra notarás que vale la pena. Es por eso que alguna vez escucharás que “el amor, las relaciones y los sentimientos no se fundan en una razón prudente”. En consecuencia, nunca hables de amores imposibles, sino de amores improbables, porque “al menos, por definición, lo improbable, es probable”, “lo que es casi seguro que no pase, es que pueda pasar”, y el día que así suceda encontrarás el verdadero sentido de esta vida, y lograrás describir, con tu propio criterio, lo que es el amor.
