Todo parece indicar que el gobierno de Gustavo Petro está ad portas de invertir algo así como 13 billoncitos de pesos en la compra de una flotilla de aviones de combate, ya que la actual, aunque no ha agotado todavía la vida útil de su última repotenciación, ofrece riesgos de sufrir graves percances en cualesquiera de las tantas confrontaciones que a diario libra, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.
Gustavo Petro, entre otras preocupaciones, tiene una muy especial por las muchas viudas que quedarían si se llegare a presentar un siniestro como este que se procura prevenir, pese a que nunca se ha presentado ninguno que pueda dar motivo a tan aciaga premonición. Sin embargo, siempre hay la posibilidad de una primera vez.
La flotilla actual está compuesta por 36 naves de caza. Si todas tomaran vuelo al mismo tiempo y la suerte no le fuera grata a ninguna, tendríamos el doloroso registro notarial de 36 nuevas viudas. Esto sería lamentable y justifica con creces la inversión que el presidente piensa hacer, así sea de 13 billeticos de esos.
Claro está que ya levantaron su voz en contra quienes piensan que con esa platica se puede resolver la crisis financiera que hoy compromete el buen funcionamiento de cientos de hospitales, en las puertas de los cuales, sin necesidad de que haya ninguna flotilla siniestrada de por medio, se suceden a diario dolorosas muertes, que se podrían evitar si tuviéramos un sistema de salud bien abastecido de recursos y de humanidad.
Es esta, por supuesto, una comparación odiosa. Muchos dirán que está cargada de odios de clase, y pueden tener razón. Como lo tendrían también, y aún más, si se agregara al argumento el caso de los muchos niños guajiros y chocoanos que mueren, ya no en las puertas de los hospitales, que en sus departamentos son escasos, sino por física hambre. Dolorosa situación esta cuya solución de pronto podría resultar menos costosa de lo que valdrá esta nueva flotilla.
El gobierno ha informado que para esa compra no se tocará un solo peso de inversión social ni de la reforma tributaria recientemente aprobada, y así tiene que ser. Surge entonces la pregunta: ¿será que a alguien se le ocurrió que los recursos destinados a hacer de Colombia una potencia mundial de la vida se puedan utilizar en inversiones que nos perpetúen como potencia mundial de la muerte? Raro no sería. A esta persona habría que contestarle, parodiando a un viejo líder chino, que no importa cuál partida presupuestal se utilice ni cuándo, lo que importa es que tales aviones puedan cazar ratones.