Encontré esta carta y me impresionó. Un anticomunista furibundo como Ricardo Puentes y aliado incondicional de Uribe, decide dar un paso al costado dentro del Centro Democrático por darle protagonismo a un amigo de la izquierda como es, para Ricardo Puentes, el Senador Iván Duque. Acá está la carta completa:
Presidente Uribe,
Como se lo anuncié hace ya casi dos semanas, quiero formalizar mi renuncia al Centro Democrático, partido que ayudé a fundar y por el cual luché durante todos estos años.
Los motivos saltan a la vista. Pero el principal de ellos es que la izquierda se apoderó del Centro Democrático y usted, presidente Uribe, lo ha permitido inexplicablemente.
El CD está controlado por esa izquierda que -desde el mismo comienzo- se apoderó hasta del privilegio de darle nombre a ese nuevo partido que aupaba las esperanzas de una mayoría anticomunista que soñaba vanamente con que un partido que incluía viejos terroristas marxistas y socios de Pablo Escobar, podría comandar la escapatoria de un inminente régimen narcosocialista. Lo llamaron “Centro Democrático”, seguramente para hacerle honor al “Centralismo Democrático” de Lenin.
El ala izquierdista del CD, que le puso el nombre al partido y que organizó primeramente los estatutos y luchó luego para controlar los capítulos regionales, y que hoy apoya principalmente la candidatura de Iván Duque, sabe muy bien que el “Centralismo Democrático” es una invención de Lenin para organizar el régimen interno de los partidos revolucionarios, en especial el Partido Comunista, por el cual se rigen ciega y devotamente los psicóticos fanáticos para elevar a categoría mesiánica a los líderes de ese “centralismo democrático” con el propósito de que no haya realmente ninguna oposición al caudillismo, sino la apariencia de consenso ante los ojos no entrenados.
Nadie más experto que la izquierda para saber cómo funciona ese “centralismo democrático”. Nadie más experto que la izquierda para imponer su brutalismo demagógico bajo ese invento leninista , herramienta efectiva para impedir y coartar la libre discusión, para pervertir el concepto de democracia, y para reprimir las voces que son incómodas al buró que controla el partido, dando el nombre de “pluralismo” a lo que en realidad es dogmatismo, autoritarismo y represión.
Así lo entendí cuando comprendí la razón por la cual, a pesar de solicitar ser parte del equipo encargado de redactar los estatutos, hicieron la trampa burda de citar al grupo en un lado y entregarme a mí las coordenadas equivocadas para impedir mi asistencia. Desde el mismo inicio del CD vi que era imperativo dejar claras las posturas ideológicas frente a temas sensibles como la visión económica del Estado, la familia, la posición frente a la penalización de la droga, la adopción gay y el papel de las creencias cristianas y los valores morales en el ideario del nuevo partido. Al contrario, se me dijo que nada de eso debía colocarse en los estatutos, sino solamente mencionar que la ideología estaría basada en “el pensamiento y obra de su fundador, Álvaro Uribe Vélez.” Máxima conveniente para quienes, durante años, han enseñado que usted, Dr Uribe, es el heredero del ideario político del MOIR, continuador del pensamiento de Francisco Mosquera, líder de ese movimiento criminal. ¡Claro! ¡Si lo que han ido tejiendo no es el pensamiento uribista sino, en realidad, la obediencia a la doctrina moirista!
En ese sentido también está la máxima totalitaria e izquierdista de “Yo voto por el que diga Uribe”, corrompiendo los principios que convocaron a los fundadores del nuevo partido que se opondría a las pretensiones totalitarias y tiránicas en Colombia.
Es opinión de muchos que el “ala izquierdista” del CD no tiene nada de comunista, sino que es una “izquierda democrática”. ¡Como si existieran “dos izquierdas”, una democrática y moderada, y otra radical, extremista y totalitaria! Cuando la realidad es que hay una sola izquierda con dos formas de lucha pero con un sólo propósito: La toma del poder.
Es irrelevante para los capos comunistas de nuestro país -y de América Latina- si se elige el camino armado o la penetración sutil del marxismo cultural. El hecho de estar contra las FARC, ELN o cualquier otra banda armada marxista, no hace que alguien sea anticomunista. De hecho, gobiernos tan comunistas, como el de Lula da Silva (cuyo modelo es admirado por los líderes de izquierda del CD) concentraron astutamente sus esfuerzos en llevar a sus pueblos a un proceso subversivo donde se usó la cultura, la educación y el arte para corromper los valores de la gente mientras, como corteza falsa se mantenían conceptos de política económica con ciertos aires de “ortodoxia”, o hasta de franco capitalismo, cuando solo es un disfraz, una estrategia de doble cara para “tranquilizar” los inversores extranjeros y lanzar al mundo la imagen falsa de que el modelo no es comunista sino totalmente capitalista, pero con “sentido social”. Eso, Dr. Uribe -y usted lo debe saber bien- también es una estrategia diseñada por Lenin. Y eso, Dr. Uribe, es lo que resume ese adefesio nacido de las entrañas santistas de la Tercera Vía, que el CD adoptó como “economía naranja”, confesa ideología adoptada en Venezuela durante los años primeros de Chávez. Inaudito que el CD haya apoyado esa barbaridad.
Quien quiera que haya dedicado un poco de tiempo a estudiar el marxismo entiende que estoy hablando de marxismo cultural, la aplicación milimétrica de la estrategia de Antonio Gramsci para la conquista comunista del poder. Ni más, ni menos.
No pretendo enseñarle a usted, presidente Uribe, nada que usted ya conoce muy bien como estudioso serio y profundo de nuestra historia patria y de los fenómenos y movimientos globalizadores que han afectado la política doméstica.
Marx preconizó que el proletariado debería “tomar el cielo por asalto”, y Gramsci transmutó esa orden en una operación acompasada y gradual de control de los movimientos de artistas, la prensa, las asociaciones de periodistas, intelectuales y, por supuesto, de todos los partidos que, en apariencia, fungieran como gobiernistas y -al mismo tiempo- de oposición. Eso no es nuevo. Hace más de 60 años ha sido la directriz del comunismo internacional ya que es la única manera de existir en las democracias de Occidente. Fue orden de Nikita Kruschev en su discurso de 1956 en el XX Congreso del Partido Comunista soviético.
Alguna vez, los cabecillas de la “izquierda democrática” del Centro Democrático me dijeron -a guisa de disculpa del marxismo- que: “Es que ni las FARC, ni Castro, ni Chávez han entendido verdaderamente a Marx”, cuando la verdad es que sí, lo entendieron perfectamente.
Y la “izquierda democrática” enquistada en el Centro Democrático también lo ha entendido perfectamente, presidente Uribe. Se apoderaron del partido y han expiado de sus filas a los anticomunistas al mismo tiempo que adoctrinaron las bases para inculcarles la idea falsa de que un partido bueno es un partido caudillista sujeto a los caprichos volátiles de un pequeño buró en la élite que -dicen- tienen discursos de centro izquierda en un sentido social pero de “centro-centro” en lo económico. Lanzan la perorata del cuento del CD como un partido de centro cuando -como vimos- es la vieja técnica leninista del “centralismo democrático” para el control del movimiento.
Meses y meses de reflexión me han llevado, presidente Uribe, a entender que el Centro Democrático es un partido leninista en su estructura de poder y concentración de las decisiones, y gramsciano en sus acciones. El ala izquierdista del Centro Democrático llevó al partido a caer en la dinámica de lo que todos los partidos de izquierda han hecho durante décadas. Mientras el pequeño anillo en la cima califica a quienes alertamos sobre la estrategia gramsciana, como paranoicos, mentirosos, fascistas, mano negra, escoria, traidores, etc., ellos han ido preparando cada decisión del Centro Democrático, como bancada legislativa y como conductor de opinión de “oposición”, para llevarnos al mismo sitio donde Lula llevó a Brasil.
La única explicación para los ‘inexplicables’ movimientos del Centro Democrático, es iluminándolos a la luz de estas reflexiones, que la minúscula “izquierda democrática” que controla el partido, lo encauzó por el sendero de las directrices de Gramsci que el MOIR ha implementado con su inacción, presidente Uribe.
Por ello es que en la mesa directiva, conformando el cerrado círculo que dirige los destinos del partido, están: el terrorista indultado Everth Bustamante, genocida, secuestrador y asesino; Alfredo Rangel, de las entrañas de la JUCO; José Obdulio Gaviria, del MOIR, maoísta arquitecto de la designación de Juan Manuel Santos como candidato del uribismo a la presidencia; Carlos Valverde, moirista del círculo que patrocinó las atrocidades del M19; Rafael Guarín, que estuvo en el equipo que llevó al Partido Liberal a la Internacional Socialista, viceministro de Defensa en el gobierno de Santos, y quien desde ese cargo destinó todas sus energías y esfuerzos para destrozar al glorioso Ejército Nacional, llegando, incluso, a llamar a nuestros soldados como “homicidas en combate.” Menciono también a las hordas del MOIR que llegaron en bandada al CD desplazando a gente que lleva años y años luchando por el derrotero de la Seguridad Democrática. Ya no es raro, por ello, que directora del partido CD escriba cartas al Partido Comunista de China para trabajar conjuntamente en temas de política económica y demás.
¿El Centro Democrático trabajando conjuntamente con el Partido Comunista de China en políticas económicas? ¡Qué monstruosidad!
Y para qué hablar del precandidato presidencial estrella. Iván Duque, admirador de Soros, seguidor frenético y propagandista de Maquiavelo, discípulo y amigo personal de Juan Manuel Santos con quien, desde la Fundación Buen Gobierno, maquinó y echó a andar la entrega de miles de hectáreas para dialogar con las FARC en el Caguán. Impulsor de la chavista “economía naranja”, aplaudidor de las maniobras izquierdistas de Obama, asaltante de la candidatura de Trump y apoyador público de la de Clinton. El mismo que llamó “fascista” al General Bedoya, gloria de la patria, y que apoya la legalización de la mariguana “con fines medicinales”, según el manual de Soros para ir avanzando hacia la legalización de todas las drogas “recreativas”. Duque, el que apoya las uniones gays, la ideología de género y que se ha declarado públicamente como alfil de la “Tercera Vía”, ideología de corte gramsciano -usted lo sabe, presidente- cuyo apóstol en Colombia es Juan Manuel Santos, amigo y tutor -hay que repetirlo- de Iván Duque.
Duque es, también, el candidato preferido de la izquierda gramsciana del país. Lo adoran y lo promueven León Valencia, Rodrigo Uprimny, los Santos, José Obdulio Gaviria, Libardo Botero y el resto del MOIR, los Samper de la línea narco, las entidades financiadas por Soros y, en general, los grandes medios de comunicación al servicio de los intereses del Foro de Sao Paulo. Hasta los cabecillas de las FARC dicen que obligarían a su gente a votar por Iván Duque si éste fuera el candidato del uribismo.
El izquierdismo en el Centro Democrático también fue quien llevó a la colectividad a traicionar a los votantes del NO en el plebiscito, y lo llevó a usted, presidente Uribe, a convencerse de que había que hacer reformas cosméticas al pestilente acuerdo FARC- Santos, en vez de hacerlo trizas y reclamar la victoria que hubiera obligado a la renuncia forzada de Juan Manuel Santos.
Ese mismo hongo gramsciano en el CD llevó al partido a hacerse el de la vista gorda en las plenarias del Congreso donde se fue cocinando la entrega de poderes absolutos a Santos para la implementación de esos acuerdos con la mafia, ausentándose de los debates cuando no deberían ausentarse, y participando con su presencia el quorum donde se sacrificaba tributariamente al pueblo colombiano.
Esos mismos ideólogos gramscianos que controlan el CD son los que han impedido el debate en el interior del partido porque no quieren que se hable de comunismo. Se burlan de quienes lo hacemos y dicen que esa ideología no existe y que quedó sepultada con la caída del Muro de Berlín. Nos llaman anacrónicos, fascistas y retrógrados a quienes alertamos sobre ese creciente control de la izquierda en el seno del partido.
Pocos, muy pocos militantes del Centro Democrático han entendido que el calculado andar de la ideología comunista ha penetrado la esencia del CD, germinando en secreto todas estas cosas que he mencionado y que ya se han dado a luz de una manera que no tienen explicación para las incautas bases.
La propaganda mamerta despista a los colombianos con la idea de que la izquierda está más atomizada y difusa que de costumbre. Dan la idea de que se han “derechizado” y que han “entendido” por fin que el comunismo no es lo deseable. En eso consiste el engaño.
El profesor Olavo de Carvalho logró identificar tres veces, al menos, en que este engaño dio resultado en nuestra historia moderna:
“La primera fue en 1921, cuando Lenin abrió a Rusia a las inversiones extranjeras. Fue una onda mundial de alivio. Los capitales acudieron en profusión, celebrando el fin de la pesadilla revolucionaria. Cuando la inyección acabó de producir sus efectos curativos sobre la economía rusa, vino la brutal antítesis dialéctica: la repentina estatización total de la industria, los bancos y la agricultura, la consolidación del Estado policial.” La creación de la URSS.
“La segunda fue la disolución del Comintern, en mayo de 1943, un toque de buena voluntad para los aliados antinazistas, que lo interpretaron como prueba de que el comunismo había abandonado sus ambiciones revolucionarias y se transformaba en puro progresismo patriótico. Franklin Roosevelt llegó a asegurar que Stalin no era comunista, de ninguna manera. El resultado, luego, fue la ocupación de media Europa por los ejércitos soviéticos y la implantación del comunismo en China.”
“La tercera fue la “desestalinización”, en 1956, entre aplausos generales de Occidente de la fatigada ideología revolucionaria que generosamente abdicaba de sí misma. Resultados: revolución cubana y expansión formidable del socialismo en Asia y África.”
Yo agregaría una más: La caída del Muro de Berlín y la implantación de la “perestroika”, con el resultado inmediato de la creación del Foro de Sao Paulo y la toma de la mayoría de los gobiernos de nuestra América Latina
El truco les funcionó siempre: llevaron al mundo a creer que el socialismo había desistido de su ortodoxia y de sus planes de expansión, pero, en lo oculto, se habían preparado para ampliar sus dominios y ejercer sobre ellos un control aún más rígido y salvaje.
La leyenda del Centro Democrático, presidente Uribe, como un partido demócrata, enemigo del comunismo, no resiste el examen de sus actuaciones ni en el Congreso ni en los actos más allá de los pronunciamientos públicos propagandísticos.
Cuando advertí sobre el izquierdismo de Juan Manuel Santos, el uribismo me acusó de paranoico, traidor y fundamentalista. Hoy, cuando advierto del ala gramsciana que pretende llevar a la presidencia Iván Duque, se me acusa de lo mismo, pero se me añaden otros calificativos como “divisionista”, calumniador, y hasta “miembro de las FARC”, y se usan los recursos del partido y de sus financistas para atacarme tratando de desacreditarme al usar leyendas probadamente mentirosas sobre mi vida personal. Nunca planteé el debate con el señor Duque en una instancia personal, fueron preguntas legítimas sobre sus actuaciones oscuras. Preguntas que jamás fueron respondidas y que se prohíbe repetir en los foros como si fuera una herejía buscar claridades y solicitar respuestas, y como si el candidato estuviera, cual líder leninista, por encima de la constitución y por encima del derecho a la información que claman las bases del partido. Mientras quienes hacemos las preguntas somos satanizados, Duque es bendecido en sus tácticas izquierdistas difamatorias.
Los pecados del Centro Democrático incluyen, además -y me perdona la franqueza, presidente Uribe- la permisividad fáctica en el Congreso para que Colombia se fuera transformando en el mayor productor de drogas. Un partido de oposición que no llame al debate a los responsables de este crimen y que, en cambio, desperdicie su tiempo en proyectos de Ley que son pañitos de agua tibia para desmembramientos de las extremidades, y que haya permitido que nuestras escuelas se hayan vuelto burdeles para niños, y las universidades centros de adoctrinamiento de los hampones marxistas, mientras desgastaba al país con marchas que no fueron para ningún lado, recolección de firmas que el candidato Duque usó para sus cosas, y propaganda idiota de una ida a La Haya a denunciar a Maduro (cuando todo el mundo sabe que eso no es competencia de congresistas aislados, sino que la CPI es instancia de los Estados), un partido que haya permitido eso -repito, presidente Uribe- no puede tener otra excusa expiatoria que el control por parte de esa facción gramsciana que se auto-reconoce como “Izquierda democrática”.
“Izquierda democrática” que no duda en hacerle la guerra a verdaderos combatientes anticomunistas y democráticos mientras recibe con algarabía y alborozo a sujetos como Angelino Garzón, comunista y cabecilla de la UP, partido político de los narcoterroristas de las FARC.
“Izquierda democrática” -gramscianismo puro- que ha ido reemplazando poco a poco el santoral católico donde están Francisco de Asis, Santa Teresa de Jesús y Santo Tomás de Aquino, por figurines como Marx, Francisco Mosquera, Gerardo Molina (jefe ideológico de la izquierda del CD), Carlos Gaviria, Luis Carlos Galán y otros pillos; mientras que a los cristianos de corte protestante se les ha ido metiendo la idea de que el mediador no es Cristo sino “el que Uribe escoja”.
No considero óptimo, presidente Uribe, que se enseñe que el uribismo es una ideología donde caben la izquierda y la derecha. Eso es falso. La derecha solo tiene cabida allí para contribuir con sus votos a las directrices que la minúscula pero poderosa “ala izquierdista” dicte como dogmas religiosos ante los cuales no caben ni discusión ni protestas.
Por todo esto, y por varias cosas más que iré tratando poco a poco, es que considero que mi presencia en el Centro Democrático no tiene ningún sentido. Siendo, como soy, totalmente anticomunista, no podría haber explicación para mi permanencia en un partido que le abre las puertas a reconocidos comunistas ofreciéndoles los votos y el sacrificio de quienes hemos luchado contra esa ideología malvada, criminal y asesina.
Reitero mi admiración hacia usted, presidente Álvaro Uribe, y mientras le agradezco por haber combatido con ahínco a las FARC, le pido a Dios que lo ilumine y le haga ver que peor enemigo que esas bandas narcomarxistas de terroristas, es el Partido Comunista, cuyos cuadros más aviesos están muy cerca de usted, como asesores y dueños del partido Centro Democrático.
No aguanté más, presidente Uribe. El CD está cooptado por la izquierda y usted lo ha permitido, inexplicablemente.
Con todo mi respeto y reconocimiento,
Ricardo Puentes Melo