Me indignan las últimas declaraciones represivas y temerarias del presidente Juan Manuel Santos, en las que aseguró que “el Gobierno tiene la obligación de hacer respetar los derechos humanos y no nos va a temblar la mano”. Me pregunto : ¿De cuáles Derechos Humanos habla este presidente, si los quiere hacer validar con rejo?
¡Respete a las comunidades, presidente Santos! Sin autoritarismos.
El movimiento social no está en su feudo, ni en su finca. Los indígenas, los campesinos, los afros, los ciudadanos no son vacas ni caballos de corral de sus feudos territoriales y paramilitares como para querer amansar y amenazar. Su fusta de dictadorzuelo, como Alvaro Uribe, déjela reposar para amansar los caballos de su finca y sus desacreditados ministerios.
La firma del acuerdo con los representantes del Paro Étnico Nacional es una vez más una puerta giratoria. Lo pactado hoy ligeramente con el movimiento indígena del Cauca y demás sectores, es un giro que el Estado, bajo el gobierno de Juan Manuel Santos, ofrece como puerta de boulevard, donde uno sale y otro al mismo tiempo entra. Cada uno no se encuentra, pero una parte mira de ladito. Todo como repetición histórica en términos de los acontecimientos y los hechos pactados para transformar los territorios. Ante esto, señor lector, ¿sabe usted cuánto lleva el movimiento indígena firmando? ¿Cuánto hace que los campesinos han pactado con el gobierno diversas exigencias y peticiones del movimiento social? ¿Y los afros? ¿Y los sectores populares? ¡Décadas! Y solo se cumplen puntos irrisorios y los territorios siguen en las mismas y el gobierno incumpliendo.
Gira y gira la puerta, donde se han firmado, históricamente, acuerdos, pactos y pliegos por décadas ¿Hasta cuándo?
Una firma sin veeduría nacional e internacional o garantía de hechos inmediatos no es nada. Es solo es una firma como en servilleta de papel. El movimiento social una vez más, le cree a Juan Manuel Santos y a sus sinuosos representantes de los ministerios. Los acuerdos hacia el movimiento social indígena, campesino, afro y popular, se volvió por parte del estado un círculo vicioso, generando poca credibilidad, engaño y una burla de cabaret hacia las comunidades. Una ignominia total. Las comunidades son tolerantes, pero todo tendrá un límite y el estadillo será bárbaro, ya se avecinarán otras dinámicas territoriales de gran coordinación nacional.
Que Juan Manuel Santos y sus ministros respeten a las comunidades. La cartera ministerial de Santos debe propiciar soluciones de fondo, no reformas tibias sobre los problemas regionales multi-escalares de orden político y de economías locales.
No hay una Política Democrática
La Cumbre Agraria solicitó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) medidas cautelares, donde se han presentado diversas violaciones sistemáticas de los derechos del colectivo del paro nacional perpetrados por la fuerza pública. Ya van 149 personas heridas. Desde asesinatos de indígenas, hasta presuntas actividades ilegales de inteligencia por parte de la Policía y aún se exige el cumplimiento de los acuerdos pactados en el paro agrario de 2013.
Es necesario un alto y desarticular la repetición giratoria de las huestes oligárquicas y del gran capital con sus lanzas fascistas paramilitares y de economía moral-paramilitar al servicio del capitalismo en las regiones. Es necesario e imperativo desarticular la repetición conjugada, bajo un comportamiento de seriedad ante las comunidades. No más a la puerta giratoria. El estado no hace negociaciones, si no hay muertos. Los muertos son del movimiento social y esto se repite y se repite. ¿Cuándo se va agotar ese presente histórico? El Estado imprime y, además, ha hecho una cultura, una política necrofilia en Colombia. Si no hay muertos, el Gobierno no se sienta. Una historia acumulativa sobre montaña de cadáveres.
El tiempo presente aún no se acaba. En el tendón histórico hay mucho por construir. El tiempo presente lo significó y hasta ahora nada se ha perdido, esto solo comienza.