En una reunión entre anti uribistas los escuché reconociéndose arrepentidos por haberle dado su voto a la reelección de Santos. Ellos se dieron cuenta tarde que si Oscar Iván Zuluaga hubiera ganado el proceso de paz ya estaría concluido. Uribe tiene la capacidad de entender al pueblo, de hablar su mismo lenguaje. Tiene todas las cualidades del Líder que le hacen falta a Juampa. Incluso hasta eso decían. Hay verdades que son tan grandes que no se pueden ocultar.
Lo único seguro es que sin Uribe no puede haber paz. La mitad del país está convencida que es un Mesías. Ellos masivamente le dirán que no al plebiscito. Y, viendo el nuevo exabrupto que cometió Juampa anoche, no les falta razón en no creer en éste proceso de paz. Santos no puede salir a estas alturas del partido a decirle al país que si no se firma ahora el acuerdo las Farc, robustecidas con estos tres años de media-tregua, van a salir a apoderarse de las ciudades. Este argumento, que además es falso, muestra la desesperación que tiene el presidente para finalizar como sea, a troncas y muchas, el proceso y de paso ganarse el Premio Nobel de Paz.
¿Quién asesora a Santos que lo está convirtiendo en un enemigo accidental de la mesa de La Habana? Si quería asustar al pueblo lo logró. La última vez que el pueblo se asustó fue después del fracaso del Caguan y eligió a Uribe. Afrontémoslo, Santos carece de cualquier tipo de carisma. Sus discursos ponen a dormir hasta a un muchacho que acaba de chuparse una paleta de metanfetamina. No es claro, es monótono y soso. Un tecnócrata más, intrascendente y frío. Y cuando se pone bravo se vuelve ridículo y la embarra. Pasó hace casi un mes cuando, ahogado por la presión uribista, se metió con la familia del ex presidente. Ahora le dice al país que es firmar el acuerdo o hundirse en la guerra.
Lo grave no fue sólo eso. Lo grave es que haya reconocido, tácitamente, que Uribe le entregó en el 2010 unas guerrillas completamente agotadas, diezmadas y que ahora se han fortalecido, que permanecen agazapadas esperando el momento de montar, a punta de Kalashnikov y pipetas de gas, a Timochenko en la casa de Nariño. El pueblo, obediente, entonces le sale el sanguinario, el levoyadarenlagetamarica y ya empezaron los incisivos grupos de Twitter pagados por el Centro Democrático a darle duro a Santos, a preguntarse si van a venir en un Granma los nuevos Fidel y Ché a liberarnos del yugo imperialista y montar el Castro-Chavismo.
Amigos uribistas, no le sigan diciendo a Santos guerrillero que no lo es. Para calificarlo sólo necesita una palabra: es un idiota. Si tienen alguna duda por favor, hagan el esfuerzo y escúchenlo al menos cinco minutos. Anoche volvió a comprobar su torpeza y lo mal asesorado que está. Que triste decirlo pero con ese presidente la anhelada paz está muy envolatada