Tal vez el nombre de Byron Murcia Canencio no sea popular entre los más de 47 millones de colombianos, pero para Esperanza Canencio, una humilde habitante de Puerto Asís, Putumayo, y madre cabeza de hogar, es el más importante.
Byron Murcia nació en San Miguel Putumayo el 16 de marzo de 1977, era el mayor de cuatro hermanos y cuando tenía 18 años se fue a realizar el curso de ingreso a la Policía Nacional de Colombia; pese a que su madre sentía temor por la decisión de Byron, siempre lo apoyó en sus sueños y metas.
Egresado de la escuela Eduardo Cuevas García en Villavicencio, Meta, donde cursó sus estudios como patrullero de la Policía Nacional fue trasladado a la población de Puerto Rico, Meta, donde prestaba sus servicios a la institución.
El 10 de julio de 1999 guerrilleros de las Farc atacaron la población y por más de 50 horas los 36 uniformados allí acantonados se defendieron del fuego y las explosiones continúas de una de las más cruentas tomas guerrilleras que se hayan registrado en la historia reciente de Colombia, dejando como resultado cinco policías muertos y 28 más secuestrados, entre ellos el subintendente Byron Murcia Canencio.
Cuenta Esperanza que se enteró del secuestro de Byron por medio de las noticias y luego recibió una llamada de la policía en donde le confirmaron que el subintendente estaba en poder de las Farc, allí empezó lo que ella denomina un calvario interminable, porque 16 años después no sabe dónde está su hijo.
Por esa época el entonces presidente de la República, Andrés Pastrana Arango, adelantaba una negociación de paz con esa guerrilla quienes se encontraban concentrados en lo que se llamó la “zona de distención”, ubicada en cinco municipios de los departamentos de Meta y Caquetá; hasta allí fueron gran cantidad de familiares de secuestrados para averiguar por la suerte de sus seres queridos. Doña Esperanza era una de esas personas que se encontraba en el lugar y cuenta ella que pudo hablar con Raúl Reyes, quien le confirmó que el Policía Murcia Canencio, estaba en poder de las Farc y que se encontraba bien.
Durante 22 meses la familia del uniformado recibió algunas pruebas de supervivencia, cartas, una foto y dibujos en donde les expresaba todo su amor y les contaba como algunos momentos se tornaban difíciles, pero a su vez les daba mucha fortaleza y les decía que en poco tiempo estarían nuevamente juntos. Un mes más tarde, el 28 de junio de 2001, las Farc liberan 22 uniformados, pero Byron Murcia Canencio no estaba en ese grupo. Luego de ese hecho no se volvió a saber nada más de él.
Entonces doña Esperanza acudió a varios organismos humanitarios y medios de comunicación, para averiguar qué pasó con su hijo, por qué no fue liberado con sus demás compañeros, qué le había pasado, en dónde estaba…
Luego de la captura de alias 'Martín Sombra', más conocido como 'el carcelero de las Farc', doña Esperanza logra la autorización para reunirse con el guerrillero y este, a su vez, le dice que el entregó a Murcia al Mono Jojoy, pero que de allí no sabe qué pasó con el policía. Algunos de sus compañeros de cautiverio le contaron a la señora Esperanza, que el subintendente, en dos ocasiones, trató de volarse de la guerrilla, pero que fue recapturado y castigado.
En 2010 la Dirección Nacional de la Policía, mediante una notificación a la señora Esperanza le informan que “Dan por muerto en Cautiverio al subintentente Murcia Canencio”.
Pero el drama continua para esta familia, sin saber en realidad que pasó con el subintendente Murcia. Uno de sus hermanos, Willy Murcia Canencio, quien también era patrullero de la policía, entra en un estado de depresión, les reclama continuamente a sus superiores porque, según él, no hacían nada para rescatar o saber que le pasó a su hermano, decide retirarse de la institución y cae en un problema de alcoholismo, lo que le generó un tumor en la cabeza y a mediados de 2014 fallece en un hospital de la ciudad de Pasto.
El llamado de doña Esperanza a las Farc
Hoy cuando la guerrilla de las Farc y el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos están a punto de firmar un acuerdo definitivo de paz, la señora Esperanza Canencio hace un llamado a los negociadores de la guerrilla y del gobierno para que se encuentran en La Habana y le digan dónde está su hijo. Pide con dolor de madre y lágrimas en sus ojos que si de verdad está muerto le entreguen los restos para poder darle cristiana sepultura y si aún está en cautiverio lo liberen pronto, dice doña Esperanza, que ya perdonó a las Farc y que está dispuesta a abrazar con sinceridad a quienes ese 12 de julio de 1999 se llevaron secuestrado al mayor de sus hijos