Presidente Santos: contra viento y marea
Opinión

Presidente Santos: contra viento y marea

Duélale a quien le duela, Santos demostró algo que el país no creía y que aún muchos, sin argumentos, todavía dudan: ser el líder capaz de hacer realidad su promesa de abrir la puerta de la paz

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agosto 30, 2016
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Uno de los mejores tuits que se han escrito actualmente, es el que reconoce, palabras más palabras menos, que el presidente con la más baja popularidad en el país consiguió lo que el presidente con la mayor popularidad no pudo. Esa es una de las grandes realidades que vive Colombia hoy y que merece un análisis. Cuando el Presidente Santos habló en su posesión sobre la llave de la puerta para la paz, muchos creyeron que era una de esas frases de más que plantean los políticos para generar esperanzas que se desvanecen. Pocos apostamos a que podría ser un verdadero compromiso que, sin embargo, en esos momentos se veía como casi imposible de cumplir.

Pero con gran parte del país en contra, con una economía desacelerada, con muchos frentes llenos de problemas, con algunos ministros muy polémicos y con una elite reacia al cambio, se la jugó definitivamente por sacar adelante este Acuerdo de Paz con las Farc. Es decir, contra viento y marea logró lo que muchos presidentes anteriores trataron y no pudieron y en vez de lograr un apoyo de ellos, con la excepción de algunos como Gaviria y en especial, el expresidente Betancur, decidieron atacarlo.

El presidente Santos ha dado una muestra, ojalá sea conscientemente, de la profunda diferencia entre ser popular y ser líder. Parte de los gravísimos problemas que vive Colombia con el simulacro de dirigentes con que tiene que convivir, es que no han entendido esa profunda diferencia que implica comportamientos totalmente opuestos. A un líder solo lo debe querer sin restricciones su familia y lo que el país debe hacer es respetarlo. Pero ser popular significa que mucha, muchísima gente lo quiera. Como quien quiere ejercer un verdadero liderazgo tiene que pensar en metas de largo alcance con grandes costos inmediatos, no puede enredarse con la búsqueda de la popularidad inmediata que le será esquiva. Probablemente solo la historia le reconocerá sus méritos. Esto no solo le sucede a los verdaderos líderes sino que también le pasa a los genios, a los grandes artistas e intelectuales que han muerto en medio del olvido para volverse después verdaderos íconos.

Pero cuando un supuesto líder solo quiere ser popular, se le enredan no solo los caminos a él y a sus seguidores, sino también su papel en la historia del país. Las grandes transformaciones como cerrar la página de un conflicto armado para abrir el camino hacia la paz, implica gastar todo el capital político de un presidente, porque para llegar a la meta tiene que dejar de ser popular, especialmente con aquellos que lo han tenido todo, que han vivido muy bien, demasiado bien, mientras otros se mataban entre sí.

 

El presidente Santos sacrificó ser popular
para ser un verdadero líder

 

El resultado de esta apuesta del presidente Santos por abrir la puerta de la paz ha tenido costos sin duda, y él los ha pagado de manera muy clara. Sin embargo, logró lo que muchos intentaron en mejores circunstancias y no pudieron, lo que demuestra que al final, duélale a quien le duela, demostró algo que el país no creía y que aún hoy muchos, sin argumentos, todavía dudan: contra viento y marea, con grandes costos, el presidente Santos sacrificó ser popular para ser un verdadero líder porque desarrolló una estrategia que hizo realidad su promesa de abrir la puerta de la paz.

Ahora el balón no está ni en los partidos políticos de quinta que tenemos, menos en sus líderes con egos enormes que se olvidan con frecuencia de nosotros, los 48 millones de colombianos. El balón está en la ciudadanía que debe refrendar o no estos acuerdos logrados entre el Gobierno y las Farc. Esta es una decisión de la ciudadanía informada, consciente de la trascendencia del voto que es histórico y que puede abrir más o cerrar la entrada del camino a la paz. Que el odio que hoy sentimos todos, no obnubile nuestra decisión el 2 de octubre. Porque contra viento y marea Santos deja en nuestras manos la oportunidad de vivir en paz.

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