En principio es fundamental reconocer de entrada, que en esta Colombia tan convulsionada es imposible que a uno de los numerosos presidentes que hemos tenido le haya sido fácil su paso por esta etapa de su vida. Es más, tal vez la mejor manera de analizar la trayectoria de cada uno de ellos debería ser, para ser justos, estudiar a profundidad cómo enfrentaron las grandes crisis que tuvieron que sufrir. Hecha esta aclaración, y después de haber participado en distintas posiciones en cinco gobiernos, creo que usted, hasta hoy presidente Santos, se merece esta nueva etapa de su vida. Con razón se le nota contento, emotivo, y dispuesto a demostrar que ese humor cachaco que tanto envidiamos los costeños, también lo caracteriza, pero que desafortunadamente ocultó quizá demasiado durante estos ocho años de su período presidencial. Le hubiese ayudado mucho a combatir esa imagen de lejano, de frío, que tanto usaron en su contra.
La paz con las Farc la llevará como un sello durante el resto de su vida y eso, todos lo sabemos, amigos y enemigos de su gestión, le dejó un espacio destacado en la historia colombiana. Pero aún hay más. Es posible que usted sea el primer expresidente colombiano que entre a formar parte de ese exclusivo grupo de exmandatarios con presencia realmente internacional. Obviamente esto se debe sin duda al premio Nobel de Paz. Y cuando recuerde los muchos momentos amargos que tuvo usted y afectaron también a su familia, estos irán perdiendo importancia frente a la satisfacción de haber logrado el Acuerdo con las Farc. No todo se alcanzó, pero esto de terminar ese conflicto sí quedó en la mente de sus amigos e inclusive de sus enemigos, quienes cuando se les pasen esos sentimientos negativos tan bien alimentados por algunos, habrán de reconocerlo.
Para ser justos, es verdad que vivió una oposición descarnada
pero también debe reconocer
que con frecuencia usted se ayudó
Para ser justos, es verdad que vivió una oposición descarnada pero también debe reconocer que con frecuencia usted se ayudó, tomando decisiones o haciendo afirmaciones que no tocaban. Que tire la primera piedra el presidente que no se ha equivocado muchas veces, con consecuencias negativas para la administración e inclusive para el país. La serenidad para aceptar esos puntos negros, solo se alcanza cuando se sopesan esas situaciones no muy afortunadas, con la satisfacción de haber logrado su gran meta.
Lo más importante será esperar con paciencia y espíritu abierto el juicio de la historia que es realmente lo que vale y por lo cual se hacen muchísimos sacrificios. Y para que este pasado se mire con mayor claridad, no solo por su parte sino por parte de los colombianos, es fundamental lo que usted haga de expresidente de este país. Estamos cansados, muchos de nosotros, de estos ex primeros mandatarios de Colombia que siguen con evidentes deseos de continuar en el poder, por las buenas y por las malas. Usted siempre tendrá mucho que decir, porque estos ocho años han sido cargados de hechos históricos buenos y malos. Pero cumpla lo que ha dicho, su retiro de la política y su dedicación a causas importantes, entre otras a contar su historia, sus experiencias, esas duras lecciones que debió aprender durante su largo mandato. Tendrá muchos consejos que dar a quienes honestamente se los pidan y obviamente su opinión seguirá siendo importante, pero sin caer en los excesos de otros, que creen que ser expresidente significa tener la autoridad para seguir mandando, para pontificar sobre el pasado, el presente y el futuro del país.
Por ello y a pesar de no siempre haber estado de acuerdo con muchas de sus decisiones, sinceramente creo que usted hizo más de lo que muchos le quieren reconocer y por ello se merece que empiece a vivir probablemente la mejor etapa de su vida. Por todo lo que hizo, por lo que no hizo, y por haber resistido tantas fuerzas en su contra, le deseo sinceramente, como lo hacen cada vez más colombianos, buen viento y buena mar.
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