Después de creer que ya se había visto todo, aparece esta autoentrevista de Duque donde con un buen inglés resarce el desastre de su mal gobierno. El desespero por corregir lo irreversible de sus equivocaciones solo consiguió poner la cereza del pastel ante la muy desmejorada imagen de Colombia ante la comunidad internacional.
El Truman Show de su programa de Prevención y Acción no fue suficiente. Ahora la fórmula incendiaria fue una entrevista de Duque con él mismo al mejor estilo de biografía de la BBC. Con el histrionismo, su carisma y su flow hollywoodense, al ritmo del script del teleprónter, hizo méritos para ser contratado (si acaso) como anchor de televisión algún día.
Por otro lado, ese script del teleprónter de Casa de Nariño, evidentemente, estuvo construido con un buen inglés, adicionalmente, con el pleno conocimiento de la realidad nacional, pese a que su intención siga siendo la de una realidad simulada. Es más, Duque, seguramente mientras se autorrespondía, viajaba no solo de vista y de sonido, sino también de mente directamente a esa twilight zone, cuyo mensaje ilocucionario perturba, angustia y entristece hoy a más de un colombiano de a pie.
Por consiguiente, el haber hecho público ese clic profundizó todavía más el torrente del caos que lleva consigo lo poco salvable de una nación. Este hecho, claramente, no es democracia, ya que no brinda esperanza, y tampoco es equivalente a nada parecido a un absoluto patriotismo. En definitiva, el cambio del lenguaje del gobierno debería ser el de escuchar, atender y crear alternativas a fin de frenar lo perjudicial a futuro del clamor social.
Ya es hora de hablar en un mismo idioma, uno de paz, fraternidad, solidaridad y transparencia. También, que el gobierno se ponga en los zapatos de todos los ciudadanos en pro del bienestar común, dado que no se puede el marasmo social tras estos días de protesta social para el 2022. Para eso no se necesita ni flashes, ni mucho menos versiones subtituladas.