Con sus enormes problemas, Colombia es una democracia. Funciona. Ver a Gustavo Petro elegido presidente y pasando revista a las Fuerzas Armadas y a los militares cumpliendo su deber, rindiéndole honores, no puede pasar sino en una democracia. Gracias al sistema democrático, la ciudadanía pudo elegirlo, así hubiera, también, muchos que votaron por su adversario, como ocurre en las elecciones democráticas. Nadie denunció fraude en las presidenciales y todos, aún aquellos que lo hicieron a regañadientes, aceptaron el resultado. Gol de la democracia. El mandato para Petro y el Pacto Histórico: respetar la democracia y fortalecerla.
La plataforma de aceptación al nuevo gobierno, como lo muestra la reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría, ofrece, por ahora, el espacio para desplegar un tipo de liderazgo que convoque a todos los actores sociales y económicos en el largo camino de lograr las justas metas de equidad y paz, de respeto por el medio ambiente y la diversidad.
Los empresarios colombianos son uno de los actores imprescindibles a la hora de plantear metas y formas de lograrlas. Lamentablemente, aún no se abren las compuertas para que ellos puedan realizar sus aportes, a la vez que comprendan el viejo ejemplo de la pirinola de Mockus de “todos ponen, todos toman”.
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Lamentablemente, aún no se abren las compuertas para que los empresarios puedan realizar sus aportes, a la vez que comprendan el ejemplo de la pirinola de Mockus de “todos ponen, todos toman”
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Uno de los crónicos problemas del liderazgo político en Colombia, particularmente en las últimas dos décadas y pese a ser una democracia, radica en la forma en que los dirigentes y sus adeptos consideran que se les debe medir. Se ha optado por la peor forma, la binaria: el líder es bueno en la medida en que le dé garrote a los que considera están en su contra y favorezca a quienes comparten sus intereses y códigos, es decir, a los que considera suyos. De parte mía o en contra mía es la fórmula binaria.
Son de orden binario aberraciones como el espíritu de cuerpo, que conduce a que el repudio a los mal llamados falsos positivos, una barbaridad a gran escala, siga siendo considerado, en algunos sectores, como un síndrome izquierdista.
También hay fórmula binaria en muchos militantes del partido de gobierno actual. Por ejemplo, en su concepción del empresariado, al que algunos aprecian, bajo el viejo cliché, como los abusadores del paseo, en una óptica pre -muro de Berlín. Parecen ignorar que existen empresarios de todo tipo de sectores, tamaños, incluyendo pequeñísimos negocios y emprendimientos y las medianas empresas, urbanos y rurales; que en el mundo de las nuevas tecnologías hay decenas de miles de jóvenes que le apuestan a crear empresa. Y que en la vida diaria la inmensa mayoría de los empresarios se la está jugando y buscando oportunidades y soluciones de manera honrada. Sin el aporte de los empresarios los cambios serán imposibles.
El gobierno actual tiene la oportunidad de contribuir a redefinir el rol del liderazgo, saliéndose de la camisa de fuerza binaria.
De cara a los inmensos retos del país, sean éstos la superación de inequidades profundas, de violencia, de la sustitución de la fallida política antidrogas, del descuido del medio ambiente, entre otros, el liderazgo político no puede seguir los patrones destructivos de la exclusión. Y menos de los empresarios.
En primer lugar se trata de compartir la visión y la claridad sobre las metas, quizás la parte fácil del proceso. Somos buenos en identificar “qué” queremos. Segundo, la parte ardua: llegar a cumplir tales propósitos ya que, sobra decirlo, no bastan las leyes ni los discursos. Es el plan, son las estrategias, son los actores sociales y económicos puestos en movimiento en un proceso que algunos autores (Heifetz) califican de “transformaciones adaptativas”, incluyendo las de orden cultural.
En esa medida es que resulta prácticamente obligatorio el reclutamiento de múltiples protagonistas, incluyendo los empresarios, en la configuración de los “cómos”, bajo la premisa de su reconocimiento como actores cruciales en el proceso de cambio, en el que la adopción de nuevos paradigmas es obligatoria para todos.
[Valga mencionar que el problema de las tierras, que algunos consideran “recuperación” en estas semanas de tomas, no va para ningún lado, excepto el de colisiones violentas. Si de mejorar el bienestar de la población desposeída se trata, que, con certeza, involucra educación, salud, vías, infraestructura, multiplicación de oportunidades para las nuevas generaciones, tengo la certeza de que los empresarios estarán en primera fila realizando sus aportes en contextos no binarios].El viejo modelo de lobbying empresarial no funciona más. El nuevo gobierno debe crear los canales para comprometer la participación de los empresarios en los cambios que, con gran pertinencia, pretende. Sería un gana – gana, siempre y cuando le apure.
Twitter: @rafaordm