No hay semana en que no salgan, por lo menos, dos videos del presidente Duque jugando pelota o cantando boleros. El presidente ha compartido con una cantidad asombrosa de cantantes, pero se niega a reunirse con sus opositores, o a escuchar a quienes le están advirtiendo que hizo varias elecciones equivocadas de gabinete y que tiene que cortar pérdidas y hacer cambios con urgencia, sentando línea, poniéndose al frente.
Los trucos causan gracia en campaña, tienen sentido. Al fin de cuentas, lo que hace un candidato es vender. Vender un programa, vender propuestas, vender una imagen de sí mismo que genere confianza y que lo revele en su condición más humana, como padre, como hijo, como persona de fe.
Pero una vez elegido, lo que uno espera es que empiece a gobernar, que asuma las responsabilidades del poder y que deje atrás los trucos de campaña para asumir las realidades de un país profundamente dividido, luchando por librar una transición sin volver a la violencia.
Duque tiene que cerrar campaña y empezar a gobernar. Tiene que meterse en los temas duros, hacer cambios urgentes en el equipo de gobierno, asumir posiciones incómodas sobre los asuntos que ha estado evadiendo con canciones, e idealmente, prescindir de los servicios de los asesores que lo tienen haciendo el oso en cada entrevista.
El video que se filtró con Uribe preocupado
diciendo que las cosas van muy mal y que Duque tiene que rectificar
no es ninguna filtración, es un mensaje directo y claro
El presidente está en este momento en el peor de los mundos. Es un presidente de derechas al que están quemando en las calles y en el Congreso la izquierda. Pero su propio partido, o por lo menos el partido que lo llevo al poder, no lo reconoce como su presidente y le está haciendo oposición. El video que se filtró con Uribe preocupado diciendo que las cosas van muy mal y que Duque tiene que rectificar no es ninguna filtración, es un mensaje directo y claro.
El uribismo murmura, cada vez en voz más alta, que llegó la hora de pasar a la oposición y que se equivocaron de candidato. Se les oye quejarse en todos los tonos: Fernando Londoño se atrevió a decir que Duque es peor que Santos. Otros, señalan que les iría mejor con Petro de lo que les está yendo con Duque. En general, hablan de una orfandad mutua: ni el presidente tiene partido, ni el partido reconoce a Duque el presidente.
No es solo un tema de puestos o desplantes. A casi seis meses de haber sido elegido, Duque no ha dado la talla, ni se le ve el carácter del líder que necesita el país. El Centro Democrático está cortando sus pérdidas y tiene toda la intención de dejarlo ahogarse solo. Lo que no van a hacer, es quemarse por él y con él.
La clave no está en buscarse una encuestadora favorable, al igual que la fiebre no está en las sábanas. Duque tiene que ponerse al frente del gobierno, con líneas claras de política y una visión de futuro que pueda transmitir confianza. Y para eso, tiene que hacer cambios urgentes en el gabinete. No tiene opción. Se acabo la luna de miel.
Publicada originalmente el 10 de diciembre de 2018
