Bogotá, septiembre de 2019
Ciudadano
Nicolás Maduro
Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela
Palacio de Miraflores
Caracas, Venezuela
Respetado señor presidente:
Con atención escuché su discurso en la ceremonia de apertura de año de la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela.
Quiero agradecerle que en su intervención hubiera compartido la memoria histórica del gaitanismo, que sitúa en 70 años el comienzo del conflicto en Colombia, que se inició cuando la oligarquía santanderista mediante la violencia desató el genocidio al Movimiento Gaitanista, que incluyó en 1948 el asesinato de su máximo líder, mi padre, Jorge Eliécer Gaitán.
Algunos señalan —por ignorancia o de mala fe— que el tiempo de este conflicto es de solo 50 años, lo que hace que, mediante el memoricidio, se encubra a los culpables de haber iniciado y proseguido este continuo derramamiento de sangre contra el pueblo colombiano, que viene luchando por la toma del poder para abrirle paso a una nueva Colombia.
Con sus palabras le transmitió fe y autoestima al pueblo venezolano. Ojalá alguien en Colombia le transmita, a este martirizado pueblo, la certeza en la victoria, factor que se requiere para lograr un cambio definitivo del sistema político imperante.
Bien sabido es que el gobierno colombiano no buscaba en La Habana la paz sino la derrota, la desmovilización y el desarme de la guerrilla, engañándolo como viene haciéndolo desde el primer acuerdo de paz en 1953. Así, en el proceso de negociación en La Habana se creó un mito sobre una paz ilusoria que, dado que he vivido muy de cerca estos 70 años de conflicto, con escenarios de paz huecos y tramposos, me hacía sospechar que se presentaría un regreso a las armas y que las lanzas a esta paz sin paz harían que la rebeldía careciera esta vez de apoyo en la opinión pública, a diferencia de etapas anteriores.
Festejar una paz carente de realidad y con una guerrilla desmovilizada, ingenua y desprevenida, demostraba que el memoricidio había hecho perder el valioso aporte de la experiencia y la memoria históricas. Bastaba recordar una frase, no de un revolucionario sino de uno de los responsables del conflicto, Alfonso López Pumarejo que, sabiendo lo que decía, afirmó en su autobiografía: “Con razón se ha dicho que la violencia no tuvo su origen en el pueblo, sino que, como filosofía y como práctica, vino desde lo alto…”[1].
También dijo, refiriéndose a la guerrilla que se insurreccionó en 1949, como reacción frente al asesinato de mi padre: “Si yo tuviera alguna autoridad que pudiera invocar para someter al estudio de los comandantes guerrilleros una recomendación, me atrevería a sugerirles que no corrieran ligeros de corazón a retirarse de las posiciones que tomaron en los primeros meses del año, respecto a un posible arreglo con el gobierno para acelerar el término de sus actividades subversivas. Me permitiría decirles tímidamente: No incurran ustedes en semejante error. Insistan en obtener garantías para deponer las armas ...”[2].
Espero que estas reflexiones mías, fruto de la vivencia y el estudio del pasado colombiano, sirvan para que no se utilice el conflicto colombiano para agredir a Venezuela, porque no fue este país hermano quien le dio origen al conflicto en Colombia, ni tampoco es responsable de las actuales maniobras torticeras de la oligarquía colombiana. Solo quieren la guerra quienes se benefician con ella para apoderarse de los recursos naturales, tan preciados por los países desarrollados.
Si el gobierno colombiano decide arremeter contra Venezuela, iniciando una guerra entre hermanos, lo haría contra los intereses humanistas de los colombianos y los venezolanos.
Con un saludo de respeto y reconocimiento a su cargo de presidente constitucional de Venezuela, me suscribo de usted.
Atentamente,
Gloria Gaitán Jaramillo
[1] López Pumarejo, Alfonso. Mi novela: apuntes autobiográficos de Alfonso López. Publicada por Hugo Latorre Cabal, 1961 [2] Franco Isaza, Eduardo. Las guerrillas del Llano, p.p. 378-379).