No ha sido fácil el camino de la Constituyente comunal bolivariana desde que fue anunciada el 1 de mayo 2017 por el presidente Nicolás Maduro, como representante legítimo del Estado y del ordenamiento político establecido en la CRBV de 1999 originada en un gran levantamiento popular nacional contra el régimen de la partidocracia asociado con la IV República.
La oposición ha sido tenaz y violenta. Descomunal. Todas las ramas de los poderes del capital, del imperio y la ultraderecha se han conjurado para aplastar la iniciativa constituyente que se propone reforzar el proyecto revolucionario de cambio socialista de la Patria de Bolívar.
Lo que hemos visto durante los últimos 3 meses en Venezuela es el arquetípico esquema de la contrarrevolución gestada en el mundo de las ideologías tradicionalistas, vinculadas a la explotación del trabajo y la riqueza colectiva. Así fue con la revolución francesa de 1789; con la revolución de octubre en 1917; con la revolución China, en la que los imperialismos de todos los pelajes se volcaron para impedir las transformaciones agrarias y socialistas lideradas por el presidente Mao; ocurrió y ocurre con Cuba; contra el levantamiento popular vietnamita; contra Nicaragua; y contra Chile y su Unidad Popular.
Contra la Venezuela que representa la civilización bolivariana y la vanguardia de la lucha latinoamericanista contra el peor de los imperios en la historia de la humanidad, se ha descargado una brutal estrategia de sangre, mentiras, guerra económica, manipulación, amenazas para que se eche atrás la Constituyente comunal, inspirada en el pensamiento del padre de nuestra naciones.
Y como en todos los casos citados, no ha faltado el esquirolaje de ciertos grupúsculos de izquierda, que financiados por la Cía, hacen su trabajo de zapa para dividir el campo popular.
Pero el proceso popular constituyente ha salido adelante, merced, entre otros aspectos, a la erguida e insobornable acción de sus líderes como Nicolas Maduro, Diosdado Cabello, Tarek El Aissami, Vladimir Padrino, Cilia Florez, Samuel Moncada, Delcy Rodríguez, Elías Jaua, Jorge Rodríguez y los demás compañeros que representan al Estado y las fuerzas revolucionarias.
A la ultraderecha le han fallado todos los recursos del golpe blando, de la guerra terrorista, del asedio mediático, como el recién denunciado Plan de la Cia, con los gobiernos de Colombia y México, para precipitar el colapso del gobierno del presidente Maduro.
Menos trascendencia alcanzará el denominado Paro cívico de la MUD y de sus guarimbas sangrientas, lo que no quiere decir que se deba descuidar esa trama letal prevista para los días jueves y viernes.
Venezuela popular saldrá adelante y para ello cuenta con la solidaridad de los pueblos de la región que saben perfectamente la calaña de los gobiernos que padecen, los cuales ahora se venden como parte del integrismo democrático liberal que levanta banderas libertarias ante un fementido autoritarismo marxista que prevalece en Caracas.
¡Adelante con la Constituyente comunal bolivariana, presidente Maduro! Al imperialismo y a la ultraderecha no se le pueden hacer concesiones de ninguna índole. Fue siempre el consejo del Che Guevara. Vendrán nuevos tiempos para el pueblo de Venezuela y para los latinoamericanos.