Le propongo una versión para Colombia del salario universal para los excluidos propuesto por el Papa Francisco, a propósito de la sensación de muerte que nos atraviesa a todos con la pandemia. El Estado entregará una hectárea a familias catalogadas como pobres de acuerdo con el SISBEN, en cabeza de sus adultos mayores sin pensión, para producir comida. En todos los municipios del país, aún en ciudades grandes. Tierras en usufructo, ya sean del Estado (municipio, departamento, nación) o de particulares.
El programa apunta a enfrentar el problema del hambre y la pobreza extrema. Hace parte de una política global de seguridad y soberanía alimentaria y enfrenta el abandono, el maltrato y el irrespeto hacia el sector poblacional más afectado por el COVID-19: los mayores.
Para responder a la deuda histórica, en la perspectiva de materializar la Reforma Rural Integral planteada como punto central de los Acuerdos de Paz. Una forma de materializar el salario universal propuesto por el Papa, para recuperar la dignidad y la confianza. Para superar la caridad y la asistencia, para ser más que solidarios.
Antes de la actual pandemia, el Estado ruso anunció que regalaría una hectárea de tierra a cada ciudadano; en Europa luego de la Segunda Guerra Mundial los estados entregaron tierras a sus ciudadanos para producir comida; en la época de Mariano Ospina Pérez fue famoso al programa de la “Vaca Lechera” a nivel rural para población pobre del campo. Hay pues distintas experiencias a nivel mundial y local. Urgen medidas de fondo que beneficien a los más pobres.
Presidente Duque, para que quede su impronta en la historia como el Presidente que se atrevió a construir salidas de fondo inspiradas en valores de justicia y equidad social.
Ya hay varios alcaldes y gobernadores interesados. Piense en las dinámicas positivas que la participación comunitaria e institucional puede desatar. La legitimidad, credibilidad y confianza colectiva que se alcanzaría. Sólo piense en lo que puede suceder en adelante en las filas para recibir subsidios, que la gente converse lo que puede hacer con esperanza.
Se requiere transformar la idea en programa y dentro del término de la Emergencia, expedir un decreto… Y luego nombrar un Gerente de Proyecto y un equipo Nacional y en las regiones. En todo caso, las inversiones en este Programa serían mucho menores de lo que cuesta el temor y la desesperanza.
Autores:
Santiago Fandiño Cubillos, Economista Universidad Nacional
Gonzalo Báez Monroy, Economista Universidad Santo Tomás
Claudia María Jaramillo Ardila, Socióloga Universidad Cooperativa de Colombia.