¿Por qué el presidente Joe Biden es el pirómano económico en un sistema financiero que colapsa?

¿Por qué el presidente Joe Biden es el pirómano económico en un sistema financiero que colapsa?

Biden es consciente del daño causado por sus antecesores al mundo económico y emite dólares de manera incontinente para posponer su inevitable e inminente colapso

Por: Pedro León Vega Rodríguez
octubre 19, 2023
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¿Por qué el presidente Joe Biden es el pirómano económico en un sistema financiero que colapsa?

Ningún presidente en la historia de Estados Unidos llegó nunca a actuar con tanta determinación y coraje a la hora de emitir dinero como el actual presidente Joe Biden. Me refiero a emitir sin correspondencia con el crecimiento de los ingresos de la nación, y especialmente sin atender al desbordamiento de su gigantesca deuda pública. Esta deuda alcanza hoy niveles estratosféricos por cuenta de las recurrentes emisiones monetarias sin control desde hace medio siglo, que amenazan con el estallido del sistema financiero mundial vigente. Quizás me equivoque, talvez Biden es, por el contrario, muy consciente del daño irreversible causado por sus antecesores al mundo económico y emite dólares de manera incontinente para posponer su inevitable e inminente colapso.

Sin embargo, resulta difícil de explicar ¿por qué Biden enfrenta hoy el cierre de su gobierno, un año antes de terminarse su período presidencial 2021-2024? Es necesario admitir que el problema de fondo es la estratosférica deuda, pero también reconocer que es un gobierno derrochador, porque Biden ha tenido dinero a manos llenas explotando sin piedad la mina de oro de la emisión monetaria. Desde que llegó a la presidencia en 2021 emite, emite, emite y emite sin parar a un ritmo brutal de incremento de la deuda de hasta 33 mil millones de dólares en un día. Biden ha emitido el 22% de todos los dólares emitidos en la historia de Estados Unidos. Inundó de dólares el mundo, en tal medida que ya perece haber más billetes verdes en las calles que agua en los océanos. La monumental deuda estadounidense, reflejo de la emisión monetaria compulsiva de sus gobiernos gastones, alcanza hoy la suma de 33,44 miles de billones de dólares, que representa el 120% de su producto interno bruto (PIB). Esta deuda obscena es cien veces mayor que la impagable deuda de Argentina. Sin embargo, la deuda total estadounidense, pública y privada, es todavía mayor: asciende a 93,5 miles de billones de dólares.

Pareciera que algún mago le hubiera revelado al anciano presidente el arte secreto de soplar y hacer botellas; talvez algún premio Nobel de economía le hizo creer la falsa premisa de que la emisión podía ser infinita y sin consecuencias. Descubrió Biden que sólo bastaba con encender la maquinita de imprimir dólares para resolver todos los problemas de este mundo y del otro, sin freno a su compulsión a gastar: atender programas sociales, solidarizarse con los sindicatos en huelga, salvar bancos quebrados, regalar dinero como Papá Noel enviando cheques milagrosos a los hogares, salvar más bancos quebrados, promover su política guerrerista de policía del mundo e impulsar la industria armamentista para disfrazar el crecimiento sin sustento en la demanda interna. Emitir le permite además aumentar su capacidad depredadora en países bajo su dependencia.

Por supuesto, como consecuencia de este demencial endeudamiento, el mundo entero se encuentra igualmente endeudado. La deuda mundial asciende hoy a 300 mil billones de dólares, lo que equivale al 356% del PIB mundial. ¿Alguien duda de que colapsará? El mundo no entrará en quiebra porque los países no quiebran como las empresas, pero la población será inmensamente más pobre cuando el sistema colapse, habrá mayor control social, pérdida de la privacidad y menor liberad; la dictadura perfecta, el mundo orwelliano (“1984”) en toda su dimensión.

La nueva potencia económica no se queda atrás: China tiene una deuda pública de 23 mil billones de dólares, que representa el 77% de su PIB. Su deuda total asciende a 47,5 mil billones de dólares. Y la Unión europea tiene una deuda pública de 14,7 mil billones de dólares, que representa el 83,7% de su PIB. La crisis de la deuda ha derrumbado incluso los mitos de economías ejemplares: Japón, el país más enredado en la crisis, tiene una deuda de 9 mil billones de dólares que representa el 266% de su PIB; Singapur en el sudeste asiático compite con una deuda que representa el 160% de su PIB, el encopetado Reino Unido tiene comprometido más del 100% de su PIB. El mejor referente de la crisis hoy es Alemania, la economía líder de Europa y quizás la más austera del mundo: este año prevé un crecimiento negativo de entre -3% y -5%. El futuro de estos países, como el de los más pobres, es incierto, añoran su época dorada.

La operación monetaria tiene el beneplácito de la élite económica y política Estados Unidos y de las potencias de Occidente.  La diferencia con este grupo de naciones consiste en que Estados Unidos puede hacerlo impunemente en su condición de superpotencia, porque el dólar es la principal divisa del orden económico internacional y porque desde Agosto 15 de 1971 Estados Unidos timó al mundo entero cuando suspendió la convertibilidad del dólar frente al oro metálico. Esta convertibilidad respecto al patrón oro constituía el ancla histórica para el valor del dinero. Con esa medida, que buscaba salvar su economía, tras la crisis del petróleo, Estados Unidos abandonó por completo el sistema Bretton Woods acordado en Naciones Unidas en 1944 y creó el sistema de moneda fiduciaria. Una operación que se hizo efectiva en la presidencia de Richard Nixon, cuando se recurrió a emisiones monetarias que excedieron por primera vez pública y cínicamente sus depósitos en oro, para su beneficio y a costa del resto del mundo, al que ha empobrecido trasladándole con cada emisión el respectivo efecto inflacionario. Estados Unidos cuando emite exporta inflación al resto del planeta, porque los demás países fijan su tipo de cambio en relación al dólar estadounidense. Desde entonces se volvió hábito de sus gobernantes emitir sin límites y acrecentar su deuda como inflando un gigantesco globo aerostático siempre a punto de explotar, como indica el gráfico de tendencia creciente, pero no explota porque siempre puede recurrir a nuevas emisiones monetarias como hace Biden hoy, en un clásico esquema Ponzi o pirámide financiera, que significa siempre mayor endeudamiento, pues toda emisión es un préstamo que el gobierno hace a la Reserva Federal.

Esta fantástica locura monetaria de un presidente demócrata, promovida por las élites financieras y políticas y por la burocracia corrupta del pentágono, ha provocado una inflación galopante que se exporta al mundo y amenaza con hacer desparecer la clase media en Occidente; ha generado una inflación mayor que la provocada en su momento por el Covid-19, con la correspondiente carestía de la vida para el ciudadano de a pie. La Reserva Federal le acompaña intentando corregir su impacto inflacionario en la economía con tasas de interés superiores al 5%, y eso les hace creer que consiguieron la cuadratura del círculo, pero en realidad significa que los intereses altos incrementan todavía más la deuda pública y privada y profundiza la crisis. Por la amenaza de la deuda los Bonos americanos tienden siempre a la baja y la Reserva Federal se ve forzada a subir su rentabilidad. Estados Unidos sabe que solo podrá pagar su deuda más los intereses con nuevas emisiones y el ciclo interminable y diabólico se repite una y otra vez. El mundo impotente se inquieta cada vez más, hay mayor volatilidad y mayor especulación en los mercados. Además, las tasas altas de interés han provocado hoy una recesión contenida que empezará a sentirse en la economía en el segundo trimestre de 2024, con dramática repercusión mundial. Europa ya registra estanflación (Recesión con alta inflación), y prevé una conmoción financiera semejante a la crisis de 2008. Esa crisis económica nunca fue resuelta, sino aliviada, contenida, aplazada provisionalmente, quizás hasta el 2029 cuando se conmemora el primer centenario de La Gran Depresión.

No es un invento de un ultraderechista en campaña, ni de un revolucionario marxista, ni tampoco de alguno de los demonios rusos que ve en sueños la paranoica Hílary Clinton, sino una realidad inocultable, el fraudulento sistema financiero que Estados Unidos impuso al mundo en el último medio siglo. Un desastroso experimento cuya crisis actual parece ser también el último coletazo de ese gigantesco animal prehistórico que es el imperio estadounidense en su inminente y dramático derrumbe. Superado por China como nueva superpotencia económica, y por Rusia como nueva superpotencia militar, Estados Unidos fabrica guerras para amortiguar su estrepitosa caída y aplazar el inevitable colapso del sistema financiero mundial.

Las guerras, aunque las pierda Estados Unidos, la OTAN y Occidente, como el caso de Ucrania, cumplen el papel de distractor de los verdaderos intereses estadounidenses, logran recomponer el escenario geopolítico y macroeconómico a su favor y producen riqueza. Como jugadas de ajedrez están estratégicamente planificadas. Las guerras siempre enriquecen a las potencias, eso lo sabe bien el Reino Unido que promovió la primera y segunda guerra mundial. Lo sabe en especial Estados Unidos que se enriqueció muchísimo con la segunda guerra mundial. La guerra de Ucrania tiene como principal meta separar a Europa de Asia, su competidor de alta tecnología y gran proveedor de petróleo y gas, para enfrentar la profunda crisis de su deuda mediante una política que reoriente la economía europea. Con la excusa de la guerra de Ucrania Estados Unidos pasó de ser importador neto de gas natural licuado en 2016 a potencia exportadora en 2023. Sí, de la nada escaló a Potencia exportadora de gas en sólo cinco años. Estados Unidos exportó a Europa en 2022 156 mil millones de metros cúbicos de gas natural licuado, que representaron para su economía un aumento del 140% en sus exportaciones gasíferas, y para Europa un re-direccionamiento del 40% de sus importaciones totales. Estados Unidos logró con la guerra de Ucrania un crecimiento del 5% del PIB en 2023. Su estrategia consistió en robarse el mejor socio comercial que podía tener: Europa, que lo tenía antes Rusia. Aunque la sumisión de Europa a Estados Unidos, que le ha llevado a perder su autonomía e independencia política, significó tener que pagarle el gas licuado al nuevo socio 40% más caro que el ruso. Significó empobrecerse al reorientar su economía sólo para que Estados Unidos siga ostentando su condición de mayor potencia del planeta.

En la operación de aislar a Asia de Europa fue clave el atentado en septiembre de 2022 al imponente gasoducto Nord Stearm I y II, que transporta el gas desde Rusia hacia terminales en Alemania.  Esta operación fue orquestada por la previsible agencia de inteligencia CÍA a siete meses de iniciada la guerra, un atentando que además se le quiso atribuir sin éxito a Rusia para ahondar más la división y reorientar la economía alemana en su beneficio. El centenar de sanciones a China y Rusia buscan frenar sus economías, con las que Estados Unidos no puede ya competir en un mundo globalizado. Eso explica por qué Estados Unidos con el pretexto de la guerra, forzó a Italia a abandonar los acuerdos con China en torno a la ruta de la seda, donde Italia es escala vital estratégica del megaproyecto Chino por valor de 900 mil millones de dólares.

No obstante, estas estratagemas ya no pueden ocultarse. Los mercados están aprendiendo a identificar el fuego enemigo: la gran pirámide financiera de la emisión y la deuda ilimitada que se esconde tras bambalinas. El acontecimiento más importante lo constituye la conformación de los BRICS. En 2009, después de la crisis, Brasil, Sudáfrica, Rusia, China e India conformaron el Bloque económico y político de los BRICS. Esta alianza propende por un sistema mundial más equilibrado y justo en las relaciones económicas mundiales y una reforma del sistema financiero actual, porque consideran que solo beneficia a Estados Unidos y a las potencias occidentales. En agosto de 2023 acordaron admitir en su grupo a Arabia Saudita, Irán, Etiopía, Egipto, Argentina y Emiratos Árabes Unidos, con el propósito de reorganizar un orden mundial que consideran anticuado. Este bloque de países representa hoy el 45% del PIB mundial y probablemente supere pronto el 50% con el ingreso de nuevos países.

Todos estos acontecimientos recientes evidencian que no estamos en una guerra por los derechos, la libertad y la democracia, que occidente pregona, con un discurso ideológico ya muy desgastado que no cree nadie, sino en una confrontación por la hegemonía mundial que marcará la próxima década. Aunque las ideologías digan lo contrario, la economía es una sola que opera igual para todos los países independiente de su régimen político, y el mundo está ingresando a la cuarta revolución industrial en la que la tecnología clave del desarrollo económico es la inteligencia artificial. En este campo China lleva de lejos la delantera, y eso la convierte en una gran amenaza para Estados Unidos en cuanto conduce a la pérdida de su hegemonía mundial. Rusia sola ha derrotado en Ucrania, a la poderosa OTAN, a Estados Unidos, a Occidente, y eso la convierte en la nueva superpotencia militar. Los BRICS con su sola creación han reducido la capacidad de Estados Unidos para utilizar su poder económico y político. En esas condiciones, las guerras surgen como un recurso desesperado para ponerle freno a ese tipo de amenazas: económica, política, tecnológica y militar, en un mundo transformado, un mundo multipolar.

Dos incógnitas quedan en el aire: ¿Colapsará el actual sistema financiero mundial, luego de medio siglo de operar impunemente?, ¿Podrán los BRICS reformar el actual sistema financiero mundial introduciendo de nuevo el patrón oro como se había concebido en el sistema Bretton Woods acordado en 1944? Por ahora será necesario esperar hasta saber cómo se conformará en esta década de transformaciones y grandes cambios el nuevo orden hegemónico mundial. El mundo sigue inquieto y empieza a resquebrajarse el entorno social. En Estados Unidos las tiendas experimentaron un aumento del 120% en robos con violencia en los primeros cinco meses de 2023, por una crisis de empobrecimiento cada vez más difícil de ocultar. Por ahora quien se lleva los aplausos y las rechiflas es el presidente Joe Biden, el campeón de las emisiones, el pirómano económico que infla hasta el cielo el globo financiero e incendia al mundo y lo empobrece con inflación, endeudamiento y guerras. La crisis se configura con elevados tipos de interés impuestos por la Reserva Federal, crecimiento de la deuda, recesión, estanflación y crisis recurrentes, que sólo podrán resolverse con una reforma del sistema financiero mundial o con nuevas emisiones monetarias hasta que el fraudulento sistema actual colapse.

(*) Magister en Economía Universidad Javeriana. Autor de la obra “TEORÍA GENERAL DE LA VIOLENCIA POLÍTICA: concepto praxis y nuevo proceso de teorización” (2017).

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