Múltiples análisis se han realizado sobre los primeros 100 días del mandato del presidente Iván Duque. Además, recientes encuestas señalan insatisfacción con su gestión, por eso el momento oportuno para que él y sus asesores analicen las causas de ese malestar ciudadano en las diferentes regiones y grupos poblacionales, y diseñen e implementen los correctivos pertinentes que permitan recuperar la credibilidad y confianza ciudadanas, básicas en la gestión pública.
El presidente ha de tener en cuenta que “simboliza la unidad nacional y al jurar el cumplimiento de la Constitución y de las leyes, se obliga a garantizar los derechos y libertades de todos los colombianos” (Art. 188 Constitución Nacional), lo será para los colombianos, sin excepción alguna, tanto para quienes votaron por él, como por quienes no, hayan votado en blanco o se abstuvieron; son ciudadanos que merecen respeto y atención a sus problemas por parte de su gobernante. El papa Francisco le dio un consejo de oro en su reciente visita al Vaticano: “Busque lo que nos une y no lo que nos divide"
El nuevo gobierno ha de significar tranquilidad, seguridad y progreso, sería muy preocupante lo contrario: amenaza e inseguridad. Para el éxito de su difícil trabajo necesita tender puentes para lograr los indispensables consensos que faciliten gobernanza y gobernabilidad y, desde luego, estimular la urgente reconciliación ciudadana y su colaboración con el inmenso talento existente en nuestra sociedad.
Aspiramos a sentirnos orgullosos de nuestro presidente, cuya solvencia ética, compromiso y liderazgo sirvan de ejemplo para los gobernantes territoriales, dirigentes políticos y sociales, servidores públicos, gerentes de empresas...
Es oportuno recordar que nuestra responsabilidad no se agota con la elección del presidente, nos corresponde colaborar, desprovistos de prejuicios y resentimientos, caminando hacia el mismo destino que permita mejorar la calidad de vida de millones de compatriotas, la convivencia ciudadana, el crecimiento de la economía, el progreso de las empresas, el respeto a la dignidad humana, la derrota a la criminalidad y la corrupción, la recuperación de la confianza en las todas las esferas del poder público, con especial énfasis en la administración de justicia y desde luego, ser merecedores del reconocimiento y respeto de la comunidad internacional.
Atrás deben quedar la intensa e improductiva polarización que ha fragmentado irracionalmente el ánimo y el talento de la sociedad colombiana. El gobierno nacional y el Congreso de la República tienen el enorme desafío de trabajar para corregir errores e intentar innovaciones sociales que permitan solucionar numerosos problemas. Del pasado reciente quedan muchas lecciones, entre otras: el odio, el fanatismo, la exclusión social, la violencia, la corrupción, la politiquería, la desinformación , la calumnia, la mentira, solo pobreza y atraso generan. Obstaculizar el mandato del presidente sería una actitud irresponsable, mezquina e irresponsable. Su éxito será el éxito de Colombia.