Es muy triste que Iván Duque, un tipo que por antonomasia tiene el defecto de la negligencia, apenas ahora se acuerde de auxiliar a los pequeños empresarios que han caído en bancarrota por el duro confinamiento. ¿Acaso es que él no sabe que los pueblos como este tienen una economía endeble?, ¿que la gente que quiere emprender necesita tener abiertos sus negocios y sacar adelante los compromisos financieros que contraen? Parece que no, que vive despistado en La Casa de Nariño. Debió prever que esto iba para largo y que mucha gente se iba a ver perjudicada. Como se dice popularmente: no se le puede pedir peras al olmo.
A estas alturas del paseo los bares, las discotecas, los restaurantes y los hoteles, que tanto trabajos directos e indirectos ofrecen, no saben qué hacer y les ha tocado resignarse ante la situación. Las ayudas que les ofrece el presidente llegan tarde, cuando la crisis se ha agudizado y se ha despedido a todo el mundo. Si estos establecimientos públicos se encontraran en otro país, en uno de esos sensatos y con gente competente en el poder, no estarían sufriendo como sufren hoy y se sentirían completamente seguros. Pero la realidad es que hacen parte de una nación corrupta, que fue fundada para el robo y el abandono, así que tienen que padecer la pérdida de lo que tanto les costó construir.
Ahora qué me dicen de los que esperan los 160.000 pesos que ofrece el gobierno. ¡Tremenda lotería! El colombiano de a pie, ese que depende de un básico o un poco más para sobrevivir, debe estar muy pendiente de si el número de la cédula aparece entre los beneficiados. Pero si no aparece entre los “afortunados beneficiados”, pues le toca aguantarse el confinamiento y buscar la manera de llevar el pan a la mesa. La otra alternativa que tiene es la señal del trapo rojo, es decir, la de la familia que se está muriendo de hambre. No Duque, así no se gobierna. Ponga en cintura a los bancos y reactive la economía de este país que está sufriendo, porque de lo contrario las protestas se harán sentir.
Presidente, guerra avisada no mata soldado, adagio que también se conoce en esta tierra. Si lleva el confinamiento más allá de junio, hasta la misma gente de su bancada se lo va a recriminar. Por eso mire qué va a hacer, porque ya los grandes industriales manifiestan su malestar, y la gente lo que quiere es trabajar y no mendigar. Si hay que exigir con vehemencia los protocolos de bioseguridad, pues imponga su implementación cuanto antes, pero las cosas deben normalizarse y darle tranquilidad a un pueblo que sufre al verlo gobernar.