Dice Tomas de Aquino en su tratado de la justicia, que se refiere a lo que hacen los justos y que hace referencia a la equidad, que el juicio es el acto del juez en cuanto juez; por eso se le llama así, pues juez significa "el que decide conforme al derecho" y "el derecho es objeto de la justicia".
Ahora bien, la tutela es un mecanismo jurídico, mediante el cual se protegen los derechos fundamentales de los hombres en nuestro medio, en cuanto puedan ser vulnerados por otro u otros. Cosa curiosa que ahora, cuando un juez, actuando en derecho, declara el favorecimiento de unos cuantos que han recurrido al mecanismo jurídico de la tutela, el comprometido y perdedor sale ofendido con amenazante actitud a exponer su próximo paso, el cual es más de ego herido que de justicia, ya que el acto de justicia, según el filósofo, es "dar a cada uno lo que es suyo”. El juez falló según su parecer y prudencia, en derecho.
Ahora con la impugnación, advertida y jugando como " súbdito" ante el capitán del equipo, tendrá que retractarse; si no lo hace, como en los cines, ¿será coaccionado en otras formas con amenazas? No se puede creer... ni aceptar bajo ningún punto de vista... Juego limpio y si no se respeta, se solicita dentro de la ley ser acatado por el jugador que supone cometió la falta. La ley se encuentra entre los principios de los actos humanos. El primero de dichos principios —siguiendo el orden neurológico de las operaciones que pertenecen a la razón y a la instintividad humana— es el que lleva a la búsqueda y hallazgo de la satisfacción, que produce felicidad y bienestar, mediante el gozo que conlleva la satisfacción de nuestras necesidades físicas y de seguridad.
Una experiencia negativa, inhibitoria y frustrante de características naturales altera nuestro equilibrio neuronal y mental. Sin embargo, si es producida —dicha experiencia negativa— por una disposición de una autoridad, que la impone sin medida, surgida de una desatenta y poco conmiserativa perspectiva de los humanos a quienes se pretende someter a la fuerza, por la opinión de epidemiólogos —al parecer inexpertos y desconocedores de los humanos niños o viejos en cuanto a sus necesidades, gustos e incapacidades totales o parciales—, la cosa cambia.
Se interpreta esta actitud como un desconocimiento particular o más bien general, también como la contemplación de una recua de mulas, un rebaño de ovejas o un hato de ganado, en donde todos son —a ojo de buen cubero— “iguales”. Por tanto, un trato para todos común es bueno y punto. Es para conservarlos con vida... Ya de por sí los niños y los viejos son preferidos en algunas filas, pero igualmente constituyen un estorbo en otros menesteres; pero, por favor, se les debería permitir actuar en aquello en lo que tengan opinión y capacidades para el ejercicio voluntario de sus desarrollos personales.
Entonces, no se considera justo que un gobernante sea de una valentía sobresaliente en ámbitos como este, mientras en otros campos se le ve acobardado, miedoso, complaciente o asumiendo una postura desinteresada y con desatención selectiva. No es posible hallar una explicación lógica a su proceder. Por favor, fair play. Hagamos caso y cuenta de que es un partido de fútbol de primera o de quinta categoría, en el Olaya o en Londres.
Juego limpio, justo, equitativo y razonable con cualidades óptimas para en el evento. No es un concurso de egolatría, es un trato justo, sin venganzas, sino con el ejercicio de una autoridad con mente sana.
De antemano gracias. Sin impugnar, tan solo un tanto más de solidaridad humana.