Varios son los métodos para terminar con ese cáncer de los cultivos ilícitos que se están comiendo como una plaga a nuestros muchachos. El primero es el mejoramiento de la calidad de vida de las familias cultivadoras de la erythroxylum coca. Para nadie es un secreto que estos ejércitos de campesinos son reclutados para sembrar y recolectar la especie porque no tienen nada más que hacer. No hay trabajo, no hay para comer. La erradicación manual es efectiva pero ya cobró en lo corrido de este gobierno, y como el propio ministro de Defensa lo aseguró, once vidas.
Hay una opción en Quindío. Es la propuesta de un ambientalista, Alberto Gómez Mejía, director del los jardines botánicos de Colombia y creador del Mariposario de Calarcá. Tiene entre ceja y ceja diseñar un moderno complejo de cultivos de Eloria Noyesi, conocida como mariposa cocalera o simplemente ‘La Gringa’, bautizada por los raspachines de los carteles de la droga en Putumayo en el año 82, porque destruyó de manera natural todos los cultivos.
Es lo mejor, asegura Gómez, antes de retomar al glifosato, el químico eficaz y mejor ponderado por los asesores nacionales, ante las supuestas escandalosas cifras de aumento de los cultivos, que nuevamente ponen a Colombia como el mayor productor y exportador de la droga.
Me atrevo a sugerirle esta posibilidad ante la preocupación de las aspersiones, señor presidente Duque. Al parecer ustedes ya compraron glifosato chino; me imagino más barato que el de Bayer, pero con el mismo peligro para la vida y las especies que alternan en los cultivos de coca en el país.
La propuesta de Gómez, tengo entendido, es crear laboratorios en algunas guarniciones militares o de la policía. Este hombre es un experto en estas lides pues en el Jardín Botánico del Quindío que dirige, hay cultivos de cientos de especies de mariposas y se encuentra uno de los sitios más bellos y emblemáticos de Colombia: El Mariposario de Calarcá.
Según afirma el consultor ambiental, es una pequeña polilla de color crema que pone los huevos en las hojas de coca. “Cuando sale la larva de la cáscara del huevo se la come y de inmediato empieza con la hoja”, confirma toda vez que se le pregunta. A esto agrega, que los estudios de la Universidad Nacional, dicen es monófoga, solo come hoja de coca y puede ingerir hasta dos veces y medio su propio peso, por lo que la devastación de los plantíos ilícitos estaría garantizada.
La simple polilla o la plaga, como la llaman algunos cultivadores, tiene más bondades. “Lo evidente es que tiene una enorme capacidad de destruir especialmente cultivos camuflados de coca en otros sembrados. Es decir, plantas que no están a la vista de los radares y los satélites de las autoridades”, sostiene Gómez.
Su tesis la expuso en el gobierno Uribe, cuando estaba de ministro de Defensa el expresidente Juan Manuel Santos. “Fue bien recibida pero no fue operacionalmente tramitada y los recursos que en esa época se pidieron nunca llegaron”. Luego, antes de que terminara el segundo mandato del gobierno del Nobel de Paz volvió a intentarlo. Fue invitado a Catam por lo que atravesó toda la ciudad en taxi, ingresó al complejo aeropuerto y habló con un alto oficial de antinarcóticos, pero nuevamente, lo dejaron hablando solo.
Ante esta situación de la aspersión, que es mucho más complicada señor presidente, esta iniciativa debería intentarse. Su Ministro de Defensa lo dijo en Blu Radio. Tendría que solicitar los permisos ambientales del caso. Preparar las zonas a intervenir, contratar a los erradicadores, ubicar las empresas de aviación encargadas del proceso de rociar las montañas, contratar los pilotos e instalar los campamentos.
Pero hay más. Don Alberto Gómez Mejía y después de toda el agua que ha corrido bajo los puentes, cree que es tiempo de hablar de la legalización de la droga. “Hay que abrir el debate sobre la legalización o no de los cultivos ilícitos. Son drogas que se utilizan en pacientes enfermos, que lo requieren y no para usos abusivos o de distracción o recreación como afirman algunos”.
Señor presidente, con el mayor respeto, pueda que el glifosato sea eficaz pero con ‘La Gringa’ habría menos vidas en peligro y saldría mucho más barato para el bolsillo de los colombianos, que al final somos quienes asumimos todo el riesgo y ponemos las cifras más altas de consumo de sustancias ilegales.