Pongámonos de acuerdo en unos temas fundamentales, y el primero es, que en democracia, uno vota por quien le apetece, pero se compromete a respetar a quien salga elegido. No se trata de un tema de patriotismo, sino de madurez política. El presidente elegido es el presidente de todos los colombianos, y así como debemos exigirle que gobierne con ecuanimidad para todos, también nos corresponde apoyarlo y defender el objetivo común de sacar este país adelante, volverlo próspero y construir un modelo de desarrollo en el que todos podamos vivir con dignidad.
Duque no la tendrá fácil. Recibe un país en los inicios de una transición política, social y económica muy compleja, y de su desempeño en estos años dependerá que los logros de la paz se consoliden, o que por el contrario, retrocedamos a los tiempos del odio y la violencia.
En lo personal, el presidente Duque genera confianza y es un hombre equilibrado en sus posiciones, por lo que a pesar de su inexperiencia, a mí no me ha parecido, como sí le parece a algunos críticos, que tenga el talante de llegar a destruir todo lo hecho y que vale la pena mantener. Sin embargo, causa muchísimo malestar el silencio que ha guardado frente al asesinato en serie de líderes sociales. Causa aún más preocupación que haya voces dentro de su partido sugiriendo que todas esas muertes son un montaje para desprestigiar al presidente entrante y dañar su imagen.
Es una señal pésima del gobierno entrante
que el talante sea culpar a los muertos de su desgracia
Es una señal pésima del gobierno entrante que el talante sea culpar a los muertos de su desgracia. Ahí han salido a decir que los líderes sociales asesinados se hicieron matar, que son líos de faldas, que eran unos desgraciados, que andaban en malas compañías o que tenían hermanos en la mala vida. Y por supuesto, que todo es un montaje. Como si se estuvieran haciendo los muertos. O aún peor, como si se hubieran hecho matar con el único propósito de dañar la imagen del presidente electo.
Nadie está diciendo que Duque los asesinó. El asesinato de líderes sociales es una constante en este país, independientemente de quien sea el presidente, entre otras cosas, porque el conflicto aún no está superado. Es una canallada desconocer con tanto cinismo esta situación tan grave.
Estos no son hechos aislados, ni accidentes de la vida. Las víctimas tienen en común el haberse desempeñado como líderes cívicos en la campaña de Gustavo Petro. Esta es una campaña sistemática y estratégica para la supresión de un sector emergente de oposición, por lo que estos asesinatos desafían la viabilidad de hacer oposición en democracia, que es uno de los factores en la raíz de la guerra en Colombia. La supresión de la oposición democrática ha alentado la reacción violenta de sectores armados antisistema.
Iván Duque ya no es el contrincante de Gustado Petro. Es su Presidente. Es por eso que debe tomar la iniciativa y reunirse con Petro de inmediato, desde antes de su posesión, y diseñar en conjunto una estrategia de seguridad integral para estos líderes en las regiones, antes de que esta crisis se convierta en el aspecto que defina el legado de su gobierno. Perder el tiempo desprestigiando a los muertos, o echándoles la culpa de su desgracia, no sirve, sino que agrava la cosas, como sucedió en el caso de los falsos positivos y la respuesta original de que es que esos muchachos “no estaban recogiendo café”. Que su Presidencia sea recordada por el respeto a la diferencia y no su extermino.