Un discurso del presidente Iván Duque, que pasó casi desapercibido hace pocos días quizás porque sincrónicamente salió la noticia de la citación de su mentor a la CSJ, me llamó la atención. Es que por hacer bonito, hizo feo.
Para estimular las empresas creativas y lo que llama la economía naranja usó a Narcos, la serie de Netflix, como ejemplo de productividad. El audio difundido en varios medios y redes sociales, que dura cerca de un minuto, personalmente me preocupa.
Expresó Duque: “a uno le puede o no gustar la producción, la discusión no es esa”. Claro, presidente, que la discusión sí es esa, parece que no entendiera o no viera el clamor de miles de personas, tanto especialistas como gente del común, que expresan que esta clase de realizaciones no le hacen bien al país y que son una apología al crimen.
Decir que esta creación —que debe tener una alta calidad en materia de producción— generó miles de ocupaciones en hoteles es como señalar que el turismo sexual y el narcoturismo generan ingresos positivos para el sector. Y entonces qué pensar de alguien que defiende la legalidad de esta manera.
Ganar por ganar es lo que nos tiene con tantos problemas de corrupción. Y más con un jefe de Estado al que le parece bonito que una narcoserie sea un modelo por seguir... No podía colocar ejemplos exitosos como Monos, El abrazo de la serpiente o una de tantas de esas películas de humor que también son taquilleras. Mejor dicho, le faltó decir que Rosario Tijeras es un referente de la mujer guerrera y emprendedora colombiana.
Con estos “alicientes”, las personas que hacen parte de este sector creativo recibieron un mensaje y es que hay que sacar lo que vende, así se juegue con la ya vilipendiada imagen de nuestra nación.
Ahora bien, no se trata de darle el espaldarazo a todo lo que salga, porque va y le pasa lo de Rappi —que para Duque es la panacea para el desempleo, pero que para miles es una nueva forma de esclavitud: si fuese tan bueno sus colaboradores no hubiesen protestado hace pocos días—.
En resumen, es inquietante cómo los máximos representantes del uribismo minimizan sus actuaciones, expresando que no le paren bolas a eso, que cometí errores pero no delitos, que lo importante es que no robó plata o que entregar subsidios a millonarios no era delito. Esa semántica del todo se vale es la que nos tiene postrados ante los torcidos.
Presidente, hable eso en la sala de su casa, en privado, ríase con Paloma. No lo haga delante de personas que están buscando emprender.
Que conste, no iba a escribir sobre Duque, pero me dio papaya.