Señor presidente Iván Duque:
Escribo esta carta no a nombre propio sino de cientos de miles de llaneros que habitamos o somos naturales de la Orinoquía colombiana. La escribo, creo yo, en representación de todos o, espero, a riesgo de parecer arrogante, a nombre de la mayoría.
Hace poco menos de 50 años, el 28 de junio de 1974, sucedió una de las tragedias viales más grandes del país, o la más grande según muchas fuentes. Esa tarde, en una zona de la vía Bogotá-Villavicencio, tras un derrumbe, perecieron aproximadamente 500 personas. Para ser un poco más preciso en la ubicación de esta tragedia, el sector es denominado Quebrada Blanca en cercanías de Guayabetal.
Probablemente, en la memoria de muchas personas esta tragedia ya no es recordada. ¿Cómo serlo? Pasó hace bastante tiempo. Sería entonces injusto culparlo a usted de algo que pasó antes que usted naciera. Ese, precisamente, no es el objetivo de este escrito.
El motivo entonces de recordar esa fatídica fecha es comparar un poco las circunstancias que hoy, casi 50 años después, vuelven a hacer que este importante corredor vial esté nuevamente cerrado.
Casi medio siglo después, esta vía no es lo que era entonces. Por esos días, era apenas un corredor sin importancia relevante para la economía del país. Muy por el contrario, hoy es una de las vías con mayor importancia para el país y para la economía de los llaneros. No en vano, esta región produce alrededor del 70% del crudo que se exporta, casualmente uno de los principales sectores económicos de Colombia.
En ese sentido, parece un poco curioso que una tragedia que sucedió hace 50 años, se repita el día de hoy. Y no por la cantidad de muertos, afortunadamente esta cifra no ha pasado de cero. Parece un mal chiste que el actual derrumbe que tiene incomunicado a medio país sucedió en el mismo sector que lo hizo hace 50 años.
Como dije anteriormente, en estos momentos, un llanero cualquiera buscaría un culpable y nuevamente ese culpable no es usted. Los culpables son todos los mandatarios que han gobernado el país desde ese 28 de junio a día de hoy. Para desgracia suya, usted es hoy el representante del gobierno.
Aprovechando el fervor que ha dejado esta noticia en las últimas semanas creo, señor presidente, que más que una tragedia, es una oportunidad enorme que se le acaba de presentar. Puede usted quedar en la memoria de los llaneros como el presidente que, tras una larga de gobiernos que dejaron en el olvido a los llanos orientales, se puso las cotizas y el sombrero y solucionó un problema que parecía no tener fin.
Señor presidente, los llaneros no somos niños que dejan de llorar con una paleta o un dulce, al contrario, somos un pueblo que cuando ha visto sus derechos violados se ha levantado. Se levantó hace 200 años con caballos y lanzas para liberar esta parte de América de los españoles; se levantó entre el 49 y el 53, seguidos por Guadalupe Salcedo, contra la brutalidad de los gobiernos conservadores y, créame señor presidente, que no dudará en hacerlo nuevamente. No en armas, esas son épocas pasadas, sino por medios legales y democráticos que le van a demostrar a usted y a todo el país, que los llanos no somos un territorio de segunda al cual se puede tramar con un aeropuerto y una vía de tercera categoría.
Los llaneros llevamos años exigiendo una vía en óptimas condiciones, un aeropuerto internacional que permita que los productos agrícolas que produce esta región puedan ser exportados con la mayor comodidad, y por eso, señor presidente, da una gran decepción el ver que ninguno de estos dos proyectos fueron incluidos por usted en su Plan Nacional de Desarrollo.
