Si fuera dado renunciar a la especie humana, juro que lo haría, en aras de no aparecer afín con el paisano que se empeña en proclamar —lo hizo en un irracional ataque de senil locura, en la convención del CD— al despreciable “San Uribe” como presidente de ayer, de hoy y de siempre. Sentí vergüenza ajena al comprobar que no fue un desvarío la ofrenda de este trágico cáliz de amargura propuesto al país. Inaudito desatino oficiado por un sujeto —conocido de autos—, legatario del patronímico que otrora enalteció su padre, un irreprochable patricio, arquetipo de señorío, compostura y rectitud, orlado con excelsas virtudes cívicas y ciudadanas, antípodas de la avidez y sordidez que acompañan y diferencian al retoño en mención. Valores que el bizarro progenitor combinó con su edificada fortaleza espiritual, intelectual, moral, puestas al servicio de Colombia, como ministro, alcalde de Manizales, embajador, congresista.
Perspicaz orador, apodado “Pico de oro”, de quien Lucas Caballero (Klim) sostenía que cuándo hablaba provocaba sacar pareja. Cincinato criollo, cuya encomiástica, escrupulosa y resonante parábola vital, se recuerda por su distinción y refinamiento, dignidad y sentido de grandeza. Legado degradado por su tocayo-hijo, por la compra ilegitima de las acciones de Invercolsa, pleito que no se cierra aún, y por hacer prohibidas gestiones como funcionario, en favor del consorcio italiano Recchi, del que fue apoderado, lo que le ocasionó una inhabilidad por 15 años para ejercer cargos públicos decretada por el juez disciplinario. Currículum que lo certificó para convertirse en el oráculo del vociferante “San Uribe”. Prontuario qué en vez de instar una sanción social y rechazo popular, lo facultó para ser postulado para dirigir el CD, que lo aplaudió luego de despacharse con una impulsiva y venenosa diatriba contra Santos.
Partidito de bolsillo que ha hecho de la mentira, la manipulación y el engaño sus armas preferentes, maquilladas por el arcaico “cicerón” de la nueva era, con inadmisibles e insensatas metáforas, medalla de oro. Ejemplo, el título del presente escrito, dicha en un arranque de éxtasis y extraña idolatría hacia el belcebú, con cara de seminarista, la cual interpreta cabalmente el sentir de buen número de terratenientes y hordas de narcos y paramilitares que forman la cauda electoral. Titánico disparate al que, en franca competencia, se agregó lo dicho por la ciega, desmedida, desgreñada y estrafalaria Paloma Valencia —sin sangre en las venas— en un indigno e inconcebible acto de vasallaje: "Presidente Uribe, yo lo veo a usted como un hombre de bronce que relumbra como el sol”. Desquiciado y frenético mimo que arrancó cerrados aplausos y vivas de la atada concurrencia.
Zalemas a las que se anexó el montaraz y decimonónico beato A. Ordóñez, quien personifica a los que se quedaron sin sanción de su parte, luego de esquilar la nación, los mismos que financian su fe. Mirando fijamente al avieso y hormonado, “primus inter pares”, advirtió: “El dos de octubre nos impuso un mandato, presidente, que nos señaló una ruta, una política, la cual no podemos desconocer”. Grotescamente intimó a los Conservadores de solera, a “sacar a patadas” a Santos, declararle la oposición y atarse al histérico y maniqueo Rey de facto, que usurpó sus banderas con las que aspira, sin autoridad moral, retornar (vía el atajo) en cuerpo ajeno a la casa de Nariño de la mano de rufianes y malandros que extrañan de veraz el “todo vale”. Las prácticas non sanctas de quien sueña con recobrar su vigencia política, ofreciendo hacer “trizas” el acuerdo de paz; lanzar a las tinieblas exteriores a los castro-chavistas, con el auspicio del prehistórico ex Procurador, falto de pedigrí, defensor a ultranza de la tosca tesis que Dios está por encima de la ley.
Es evidente que la altisonante lucha de “San Uribe” tiene un subfondo, que no se conozca la verdad sobre la inmemorial y cruenta apropiación, concentración y despojo de la tierra, origen del paramilitarismo. Con su palpable rabo de paja, anunció haber socializado ya la alianza con el relegado y frívolo Pastrana, el medioeval Ordóñez, la anodina harpía de la escoba, el disecado Jaime Castro, las organizaciones cristianas, los laicos por Colombia —opuestos al aborto, matrimonio igualitario, diversidad, adopción gay, etc— a los que les rindió un marrullero homenaje, en cabeza del próspero pastor, César Castellanos, amo absoluto de la Misión Carismática, cuyo poder proviene de explotar la ignorancia de los fieles. Indicó, junto a la abstraída guardia pretoriana del CD, que la única forma de llegar a la segunda vuelta es mediante el salpicón por él inspirado.
Consorcio que complota, agazapado, contra la paz, asusta a los dueños, grandes y pequeños, del campo, distorsiona todo lo acordado en la Habana, reitera el embuste que afecta la propiedad privada, que esta será entregada a la caterva de guerrilleros. Falacias difundidas por el tonto útil, Iván Duque, pregonero del desastre, novicio abogado —que lo disimula bien—, demostrado al vocear en la susodicha reunión partidaria, que denunciaría a Maduro, con olvido qué el estatuto de Roma (CPI), en ejercicio de competencia, establece (artículos. 13, 14, 15) que el Estado es el único que puede interponer denuncias.
Es claro que la tarea impuesta intenta desviar la atención sobre los escándalos que rondan su tolda partidista: los sobornos de Odebrecht a sus paniaguados; los dineros entrados subrepticiamente a la campaña del candidato; la multimillonaria sobrefacturación de REFICAR; la ilegal acumulación de baldíos y auto-subsidios decretados por el prófugo “Uribito”, en beneficio del incorregible Calígula de marras, hechos al margen de la ley y la ética, ocurridos durante el período de su jefe político y negados por él, en los que aparecen inmiscuidos, su familia (Santiago, Mario Uribe, cuñada y sobrina), los “emprendedores” Tomás y Jerónimo (zona franca, diálogo con Odebrecht en Panamá, la chatarrización, etc) y 48 subalternos directos, y la noche que llega…Pasado que no perdona, ni arranca una lágrima de compasión, no sólo por lo que dice e hizo, sino por el cómo lo dice y hace.
Se agotó el espacio sin escarbar los $3.000 millones en mejoras que favorecieron —al decir de la Contraloría— al exultante latifundista del Ubérrimo, ni sin indagar sobre los ocho baldíos englobadas en las 103 hectáreas (tres con menos de tres hectáreas; tres con menos de diez y dos que suman 58) que no estaban, se dice, habilitados para ser negociados, un poco antes que fuera ilegal, presumiéndose la utilización de información privilegiada. La única certeza, es que no hay claridad jurídica.
Acotación: Con beneplácito registro el que el Consejo de Estado haya dejado en firme la elección del gobernador Guido Echeverry, demanda que afectó la estabilidad e intereses caldenses y de los que con su voto lo consagraron en franca lid. Fallo que ahorra ingentes recursos al erario. Congratulaciones.