¿Quién necesita ciencia, cultura o educación si todos los días tengo mi cuota de chismes y trago?, ¿para qué invertir dinero en un poco de señores seniles que inventan, crean y piensan soluciones a mi país desangrado y degradado por la corrupción? Baje ese 41,5 % destinado a la inversión pública en ciencia y tecnología.
Además, lo mejor de esta situación es que ningún científico va a protestar, ninguno de ellos sale en televisión, es youtuber o es influenciador para conmover a las masas, y si ninguno provoca lágrimas entonces no importa.
Presidente Santos, avanti con el recorte: total, esos deportistas debe tener mucho dinero para estar viajando y participando en diferentes competencias, además para qué los apoya si igual el deportista colombiano es un verraquito que aguantando hambre, penurias y dolor, gana y deja la bandera tricolor en alto y borra el estigma de país violento, pero igual, para eso no hay que invertir dinero, porque cuando un atleta deja en alto a Colombia lo mejor es subirse en el bus y trinar aludiendo al patriotismo y el orgullo, y los trinos son gratis.
Bueno, no tan “gratis” si tenemos en cuenta que a través de un contrato conocido con el Número 157-2016 por valor de 71 millones 340 mil pesos y firmado por el Subgerente Administrativo y Financiero de la Imprenta Nacional de Colombia el 25 de noviembre de 2016, dice que se paga por trinos favorables al actual gobierno.
Apoyo con todo ese recorte, ¿quién necesita” antros” llamados colegios que eduquen las nuevas generaciones? Mejor que se instruyan en las mieles de las redes sociales y la mediatización estúpida de imaginarios que solo inflan de ego y bobería a nuestros jóvenes. Mejor, tumbe esos colegios que ya están, y vivamos inmersos en el caos de la sin-razón, pongamos chiquitecas y cobre mucho dinero por los métodos anticonceptivos.
Lo bueno de este recorte es que vamos a tener la dicha de consumir más alimentos transgénicos, comida bien gringa, de esa que jode la salud, pero si viene de EUA pues debe ser la sensación, con eso se libera de esos indios patirajados llamados campesinos: obreros inalcanzables con olor a esfuerzo y manos de guerreros, no importa el recorte del 28% que se va hacer en el sector agrícola, en serio, no importa, nadie necesita comida del campo si tenemos comida rápida para engordar nuestras barrigas e ignorancia.
¿El ambiente? Que se joda, total, a mí no me toca vivir ese país sin fauna y flora, bájele ese 25% al medio ambiente, me encanta la polución, mis pulmones se marean con el aire puro, me acostumbré al smog, esa platica no es necesaria.
Lo bueno es que engordó la billetera, y tiene un buen colchón para aumentar en 8% el presupuesto defensa y policía. Necesitamos más personas que estén chateando en las estaciones de TransMilenio, que no atiendan con prontitud las urgencias y sobre todo, quiero que le den más poder a esos civiles uniformados que están mareados de poder y le dé más billete a esos militares que son buenos para pedir la libreta en barrios del sur a jóvenes incautos e inocentes.
Pero lo que más me agrada es su honestidad, su gallardía, su valentía, su hidalguía, su osadía, su hombría, sus agallas, su brío, su intrepidez para luego de ganarse el Nobel de la Paz “bien merecido” le diga a su nación que a pesar de tanto recorte presupuestal año tras año y tanto aumento de impuestos, que lo que tanto prometió y forjó en su corazón se está yendo por el caño, porque ayer mientras posicionaba a la nueva directora de la Unidad de Víctimas, Yolanda Pinto, le dijo con sinceridad a Colombia: el Estado no tiene los suficientes recursos para reparar simultáneamente a los 6 millones de víctimas del conflicto armado.
Gracias mi presidente, es bueno seguir la senda del abandono, venimos de falsos positivos para seguir con el gran proceso de las falsas promesas.