Nuestra ciudad está a oscuras, la gente enceguecida intenta tantear el terreno, pero las únicas luces que rompen la monotonía del negro constante, son las ráfagas de disparos y el tintinear de las monedas (que generalmente van de la mano), que brillan con una luz igual de enceguecedora que la oscuridad que prometen romper, y la efímera luz que dieron las ráfagas de pólvora, solo dejan sentir luego, otro muerto más que cae, otro niño que despertará huérfano, una madre que amanecerá llorando, una mujer que toma el bus sin saber que ya es “Viuda”, y en la infranqueable oscuridad que se apoderó del cielo, o más bien del horizonte, pareciese que la ciudad está de luto constante, y es que, aunque los amaneceres sean de fuego y en la tarde parece que arde el cielo en llamas, lo único que florece en esta supuesta eterna primavera que nos adjudicamos como apodo embriagador de la realidad, son las flores rojas, las rosas de sangre de una realidad que hace mucho se nos salió de las manos, pero que fingimos con gritos al aire y los micrófonos que la dominamos todavía, cuando no estamos más que sosteniendo el sol con dos dedos para quedar bien en la foto de un periódico que desde ya, será noticia de ayer.
Porque consumimos desaforadamente todo, incluso noticias, que nos hacen indigestión, nos producen diarrea verbal, deshidratación mental, entumecimiento de la cordura, y una fiebre desaforada que llamamos “razón”, y razón es el mejor negocio de los medios, y los medios tienen precio, ¡Una Cámara no se importa sola, y una noticia no se fabrica sin e$fuerzo! Lo que nos lleva a concluir que la razón y la verdad hoy son simples “Prepagos”, o más bien, clientes del mejor postor.
El amarillismo se quedó corto, la realidad da por si misma mejores titulares, que, desgraciadamente hay que ocultar o maquillar; “Mimo es asesinado por cruzar frontera invisible” esto sería una frase de literatura o poesía, pero desgraciadamente no es ni siquiera una frase, es un puño en el rostro que nos deja anonadados, una metáfora de que la discriminación se ha abolido, al menos en lo que a violencia refiere, incluso a quien decida callar, porque aquí no se puede decidir, y la dignidad es tan solo un papel con el rostro de un prócer que se tiene o no en la billetera. ¿Fronteras invisibles? ¿Cuántas son? ¿Quién las determina? ¿Todas son solo un eufemismo para hablar de la mayor frontera que es la pobreza y la miseria? Los barrios marginales se desangran mientras los edificios crecen y las empresas abundan, ¿Será la sangre de estas gentes el combustible de esas otras?
Estamos en épocas de elecciones, tantos colores, tanta publicidad, tantos payasos pero todo no es más que un monólogo a muchas voces, ¿Quién escribirá el monologo? ¿Si siempre nos hemos quejado de los payasos, no será más bien culpa del circo? “Mano Firme” es el slogan de muchos, ¿Será mano firme para firmar los cheques para la “guerra” y para su cuenta bancaria?
¿Dónde buscamos las respuestas a este infierno que nos agobia? ¿Por qué será que no para de crecer la “Economía” pero también la miseria y la desigualdad? ¿Una arrastrará a la otra? ¿Tendrá la desigualdad algo que ver con la violencia? Son tan iguales, van siempre de la mano ¿Serán hermanas? ¿Hijas de la misma probeta, del mismo experimento económico, que lleva ya unos siglos y nada que concluye?
