¿La crisis actual que enfrenta la humanidad es una crisis del ser, como la definían pensadores contemporáneos como Michel Foucault con la muerte del hombre? o ¿es una crisis netamente ética, es decir, por la pérdida de principios de convivencia?
Esa es una pregunta que muchos se hacen en las academias, espacios públicos, trabajos y en general en toda la sociedad, eso sí, cada quien desde su perspectiva. Lo anterior es totalmente válido en las democracias, pero numerosos análisis que van más allá del materialismo histórico, que asumen técnicas preparadas a partir de una simbiosis entre las ciencias humanas y las ciencias económicas, permiten evaluar un panorama más amplio del objeto a estudiar, como consecuencia de una mayor claridad argumentativa —es como estar en un panóptico—.
Lo suscrito en otrora concluye que la crisis endémica de la humanidad está depositada en un sistema económico que cada día abre más la brecha social, a su vez transmutándola al Estado y adoptando una figura tan peligrosa como lo es el neoliberalismo; que básicamente reduce al Estado a su proporción mínima, dejando al mercado las riendas del mundo bajo la premisa del dinero y no la debida conducta cívica.
Esto configura una serie de actos sistemáticos que afectan cada uno de los espacios de interacción humana, aumentando la crisis global y territorial que vivimos. Sin embargo, no todo es oscuro, para el año 2017 en Colombia 312 municipios presentaron cero (0) homicidios. Además, la crisis humanitaria vivida años anteriores muestra una significativa baja desde la estadística en secuestros y demás índices que podemos consultar en entidades u ONG nacionales e internacionales —de ahí mi respaldo irrestricto al diálogo y acuerdos de paz—, dejando ver colateralmente un cáncer que hizo metástasis, el cáncer de la corrupción.
Es hora de entendernos como sociedad y predicar las palabras de Álvaro Gómez Hurtado: “Hacer un acuerdo sobre lo fundamental”. Esto yendo progresivamente a la reparación del tejido social del país, lo que significa tomar un modelo económico amigable con el medio ambiente, los derechos humanos, las futuras generaciones, con una premisa fundacional “educación de calidad y gratuita”, y respetando el mercado privado. La educación es la principal herramienta que nos permite salir de la barbarie en que aun estamos y conducir a la civilización, sin dejar de lado la formación humana, eso que Eduardo Galeano llamó “sentipensante”.
Por medio del sufragio o derecho al voto es que se decide qué senda tomar, por eso debemos ser conscientes y responsables de qué tipo de políticas públicas exigen las condiciones existenciales de miles de millones de personas y en lo particular a cerca de 50 millones de compatriotas.
Hoy, siendo joven, estudiante universitario, miembro de la sociedad civil, exijo modificar las formas de llegar al poder y sellar un pacto por la educación y medio ambiente, que no queden en los discursos, quien llegue que cumpla.