En el discruso final de la campaña presidencial del 2018 Gustavo Petro, después de reconocer su derrota con Duque, empezó a darle las gracias a todos los que habían estado cerca a él, ayudándolo. La lista por supuesto era muy corta, sabemos de su incapacidad para trabajar en equipo. Así que, a punto de terminar, recibió la recriminación de Ángela María Robledo. Increíblemente Petro la había olvidado. A regañadientes tuvo que aceptar que gracias a esa mujer había obtenido ocho millones de votos, una cifra totalmente inesperada para un hombre sin empatía, frío y sin carisma. La presencia de Ángela María en los afiches de campaña lo hacían parecer más humano. Ese desplante fue el primero de muchos que el senador le ha hecho a las mujeres que militaban con él en la Colombia Humana.
No dudo de las virtudes de Hollman Morris, lo conozco y lo admiro un montón como periodista. No soy un juez para dar juicios, pero es feo su leyenda negra machista, es un peso que ningún progresista debería llevar. Mujeres como Maria Mercedes Maldonado, la arquitecta de la Colombia Humana, se fueron de la colectividad por la prepotencia que significó sacrificar la alcaldía de Bogotá apoyando a un caballo enfermo que nunca ganaría. Claudia representaba todo lo opuesto. Decidida, con innegable don de mando, se puso la camiseta y con firmeza le ganó a Carlos Fernando Galán y aplastó al que puso Petro. Así los petristas más mamertos lo afirmen -entre los que se cuenta el propio Gustavo, qué verguenza- los verdes no son Uribe con jean y pelo largo. Claudia, desde la alcaldía de Bogotá, ha sabido oponerse al gobierno y toda su etupidez neoliberal e intentó, hasta donde más pudo, frenar la activación económica que le exigían los verdaderos dueños de este país en plena pandemia. Ellos, los que dan órdenes al pueblo de salir a la calle a comprar desde sus fincas en el Nilo Cundinamarca y en Anapoima, son los grandes rivales que hay que derrotar el próximo 2022. Ellos son el uribismo.
Por eso me parece un despropósito que el petrismo se haya apropiado de la moral. Si no es Petro que no sea nadie. Él quedará aislado con la UP, un partido sufrido, al que admiramos y respetamos mucho, pero que nunca evolucionó. No queremos un stalinista anacrónico que desprecia a las mujeres, como hacían la gran mayoría de sus compañeros de lucha en el M-19, de presidente en el 2022. Yo me la jugaría desde ya por el Partido Verde. Ángela María Robledo es una buena excusa para alejarse del petrismo. Los Verde no son sólo Fajardo. Iván Marulanda puede tener las mismas capacidades intelectuales de Petro, quien ya debe dejar de pensar que es el sol sobre el que giraremos todos los que no queremos más Uribe.
Aplaudo la decisión de Ángela María Robledo de irse de donde no la quieren. Que los machiprogresistas sigan rezumando su odio pero Paloma Valencia tiene razón: Petro nunca será presidente. Su ego y su machismo se lo impedirán siempre.