Mujeres: salven ustedes la patria
A punta de testosterona la selección Colombia se clasificó al mundial, ahora, espero, que la prensa deportiva no le haga daño.
Cómo olvidar las piernas de Viena Ruíz. Imposible, ella llegó a las noticias en minifalda y demostró preparación en temas trascendentales. Además, le dio un giro importante a la presentación de noticias, lo que, lamentablemente, parece que fue la apertura para las eternas sesiones de entretenimiento. Hoy la Viena Ruíz del periodismo deportivo es Liliana Salazar. Con su postura alegre y tranquila mostró trabajo y disciplina, abriéndole la puerta a rostros más estéticos que los Vélez, Mejía, Londoño o Hernández Bonett. Por su parte, Vanessa Palacio y Andrea Guerrero conforman, ahora, un grupo esbelto en la presentación de deportes, pero les llegó la hora de demostrar preparación.
Se suele pensar que el periodista es tan bueno como su último trabajo. Error. Las fallas quedan en la retina de la opinión pública más que cualquier acierto. ¿Por qué? Porque se supone que el trabajo bien hecho no se ensalza, es normal, al fin y al cabo, para eso les pagan, y muy bien. En cambio, las fallas garrafales son inolvidables, igual que los estilos tendenciosos.
Pido perdón público por recordar estas vergüenzas de los dueños del micrófono. Protesto, no quiero escuchar más a Javier Hernández Bonett afirmando, con tintes de oráculo, que “si hay un partido fácil y ganable para Colombia es este”, partido que, dicho sea de paso, perdimos 1 – 0, con Ecuador en Quito, en las eliminatorias que acaban de terminar. Pero no contento con su papel de adivino convoca a Gustavo Alfaro, quien saca comentarios como: “Colombia merece el segundo gol antes que el primero”. Minutos después, Colombia pierde. Javier: no le eche la sal a la selección en el mundial, ni traiga comentaristas que lo hagan, se lo imploro.
Pero tranquilo, usted no es el único, ¿recuerdan nuestra última presentación mundialista en Francia 1998? Allí, sólo le ganamos a Túnez, con un magistral pase de Carlos “el Pibe” Valderrama. Quien le tapó, con talento, la boca a otro gurú del fútbol colombiano: Iván Mejía Álvarez. Quien al mismo tiempo que el talentoso 10 guerreaba el balón y le ponía un pase exquisito a Léider Preciado, comentó que los jugadores colombianos “no se la quieren entregar a Valderrama, porque saben que Valderrama enfría el partido”. El Pibe enfrío tanto el partido que recuperó el balón y puso el pase gol para que toda Colombia celebrara a rabiar la última victoria en los mundiales. Reviva aquí el comentario: 1’40’’:
En este reconteo me falta la humildad del magnánimo Carlos Antonio Vélez. Quien modestamente dirige un programa radial llamado “Palabras Mayores”, pienso que el nombre sólo afirma su visión de respeto y equidad hacía opiniones diversas. Muy bien. Pero además, sus raciocinios entremezclan una verborrea absurda, yendo desde la medicina, al aludir el parietal derecho en un fuerte golpe de cabeza –no será más fácil decir cabezazo–, hasta la geometría, al mencionar a diestra y siniestra esférico, diagonales, circunferencias, ángulos y esferas. Sus comentarios son como ver actuar a Jorge Enrique Abello, más impostado y sobreactuado imposible, inviable, improbable, increíble, irrealizable –sólo menciono unos cuantos sinónimos para seguir el estilo del, mal llamado por alguna parte de la audiencia: Dios Antonio Vélez–. Aprenda de Hernán Peláez: un lenguaje sencillo es comprensible.
Finalmente, rememoro la figura de Cesar Augusto Londoño. Periodista que fácilmente deja ver su morbo, racismo y falta de ética, por no decir otra cosa, al entrevistar a una de las glorias del deporte nacional: Catherine Ibargüen. Quien, con sus respuestas dignas, le da una bofetada de lección.
Antes de ganar la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, ella tuvo que enfrentarse a este emblema del periodismo deportivo. Quién al verle las piernas a la deportista suelta, con tono de absoluto morbo, un deplorable: “¿Usted sabe lo que tiene en esas piernas?”. Al oír la grabación, lamento que Catherine no hubiese sido Higuita. Ella con decencia y una altísima diplomacia le contesta: “una gran responsabilidad”. Pero el descaro continúa. El ilustre periodista le pregunta, sobre las piernas, que si “¿No hay por ahí un negro que se las consienta?”. Infiero, que para la visión de este baluarte del micrófono deportivo, ella sólo puede tener un novio negro. Luego de mostrar su brillante racismo afirma: “La gente me puede perfectamente envidiar, porque está… maravillosa”. Se refiere a Catherine y a su cuerpo. Y por lo menos yo no lo envidio, al menos no quisiera tener su desfachatez. Luego le pregunta: “Cuénteme quién, ¿quién es el machucante oficial? Cuéeeenteme Catherine. Cuéeeennteme”. Al escuchar la negativa de la deportista, al pobre le toca dejar de huevonear y ponerse a trabajar, por eso dice en tono de reproche: “Me va tocar preguntar por aquí o qué”. Escuche aquí la entrevista:
Finaliza su estelar entrevista afirmando: “No me quiso contar cuál es su machucante”. Pobrecito, de verdad lo sentí en el alma. Investigue, si tanto le interesó, pues yo ignoró el por qué de la insistencia y qué relación tendrá con el desempeño de la atleta colombiana, o en qué parte del machucante estará la información relevante que el país debe conocer. Me pregunto, si al entrevistar a Falcao, Yepes o James, también los trataría igual e indagaría por saber a quién están machucando.
Dudo que Liliana Salazar, Andrea Guerrero y Vanessa Palacio pregunten con este tipo de morbo absurdo. Y si lo van hacer, piénselo dos veces, el público y los deportistas merecen respeto. En últimas, prefiero el estirado Superchevre de Andrea Guerrero, que es menos peor, que el machucante que Londoño buscó desesperado. No obstante, los jugadores de fútbol no se esfuerzan en el campo para que los escojan como el Superchevre de la cancha. A Falcao le dicen el Tigre por eso. No imagino pasar del Tigre Falcao al Superchevre Falcao. Es como si al periodista del año lo escogieran por tener la mejor sonrisa.
En últimas, mujeres, está bien que lleguen a la pantalla. Ver a Vanessa Palacio era estéticamente mejor que ver al Patrón Bermúdez, Titto Pucceti y Andrés Marocco; ahora ese toque estético lo pondrá Andrea Guerrero. Pero ustedes deben demostrar con argumentos que su belleza sólo acompaña los análisis, comentarios y críticas precisas en sus labores periodísticas. En las cuales, les suplico, que no adopten el enorme ego de Carlos Antonio Vélez, las posturas incendiarias de Iván Mejía, la sal, en adivinaciones, de Javier Hernández Bonett, ni el morbo rastrero de Cesar Augusto Londoño. Recuerden que ni experiencia ni juventud son sinónimos de calidad, es el trabajo diario el que permite demostrar capacidad y talento. Por lo tanto, sigan con su tono amable, sencillo, fresco y respetuoso. No olviden que el deporte es el centro de su trabajo, no ustedes. Los presentadores no son los protagonistas, son los deportistas y sus historias.
@faroukcaballero
