“Y me preguntaron mientras escribía. ¿Porqué no se celebra el día del hombre?. No respondí, en silencio continué escribiendo, pero ella respondió con un tono decepcionante: realmente no se lo merecen, todos llevan consigo el mismo patrón”
Hoy me tomo el atrevimiento de manifestar una postura crítica frente a algunas acciones que giran en torno al feminismo, sin embargo me alejaré de cualquier ideología que sesgue mi opinión.
De antemano hago una advertencia a las mujeres, no pretendo generar un discurso que acreciente nuestro ego, pero puedo decir con total seguridad que nuestra lucha se mantendrá vigente hasta alcanzar nuestros derechos.
Caminaba por un pasaje en París, mantenía la radio encendida con el fin de sustituir cualquier sonido que imposibilitara percibir una ciudad cargada de maravillas: el vaivén de los transeúntes, sus afanes, sus rostros, la importancia de las manecillas del reloj y el escaso adorno natural arruinado en los escombros del modernismo. Escucho con tono de tristeza y cierto eufemismo destilado en una risa, la voz de un hombre. A veces suele tomarse con imprecisión ciertas posturas al rededor del feminismo, cuando en algunas ocasiones los actos se trasfiguran en rebeldías, odios y decepciones, ver a una mujer triste u observar en sus ojos cualquier reflejo de maltrato dice a cualquier ser “humano” el deber de seguir luchando pacíficamente, algunas en la historia han enseñado al pueblo inundado de paradigmas a escuchar la voz sabia y sensible, convirtiendo pensamientos conservadores que solo apagaban sus ansias de luchar, mujeres que a través de la proyección han ido poco a poco aboliendo el patriarcado para quedar impregnado en el recuerdo de una historia lejana.
Un momento, me detengo, era el día del hombre, el día del padre en otros países y en otros realmente no son días… nosotras en un acto simbólico conmemoramos la dignidad de las mujeres que fueron incineradas, el maltrato que día a día se ve reflejado en la prensa nacional e internacional. Pero aquel día del hombre a una mujer se le olvidó dar una rosa, una sonrisa, un pequeño detalle.
Llegué a las orillas del rio Sena, siempre me cuestiono, no pretendo bajo ninguna forma hacer una crítica frente a nuestra lucha, solo veo post diarios cargados de odios, de resentimient¬os pero la acción queda abandonada, triste y sosegada, no sé hasta donde llegue este discurso, confieso que desconozco su rumbo, ¡Es una total ambivalencia! pero también pienso que el hombre toma posesión de una mujer solo si ella renuncia a su poder y en este caso me refiero a posturas individuales. Hace frío, hace calor, llueve, sol, niebla en mis ojos. Hay confusión, quizás estoy sesgada, me refugiaré en los adornos literarios como un escape y pienso…
Sin embargo se quedó contemplando la ventana de las ilusiones con una falsa esperanza que lo alcanzaba fundiéndose en la soledad, era un grito interior, en sus actos habían gestos de sensibilidad, de misterios, sin lugar a dudas represión. Absurdos imaginarios, solo observaba con ansia la espera de aquella rosa que nunca llegó, de aquel gesto que lo involucrara en la delicadeza y el decoro de un día.
Era absurdo que siguiera en la ventana obstinado a la espera de ese acto profundo de amor, el continuó errante bajo los preceptos inscritos en la sociedad, una víctima de su propio invento, de su naturaleza social, sin embargo no buscaba pretensiones para proteger su poder ¿Qué poder? se preguntaba con la nostalgia que le invadía, tal vez el hielo forró con sus hilos delicados sus misterios, la sensibilidad, fragilidad que le otorga lo “Humano”. Se cuestionaba por aquellos escritos que deificaran su belleza, sus pasiones encerradas, su inteligencia, ese código que le falta a cualquier mujer descubrir porque ellos potencialmente son un laberinto para navegar y negarse a salir, no obstante vivimos en una sociedad cerrada a la aceptación de estas prácticas y asumimos radicalmente que estos códigos culturales son propios de nosotras, feminismo conveniente ¿Cierto? pero tampoco pretendo aumentar el ego y echar al olvido los límites que en el pasado nos han impuesto ¡Que dispersión tan extraña! Respiro y continúo porque también recuerdo aquellos escenarios donde el papel de algunos hombres es combatir contra todo acto de sometimiento, políticas machistas y excluyentes, aquellos que lo hacen desde la esfera política o desde su cotidianidad buscan una reivindicación, que guerra de roles tan absurda, como todas las guerras en la historia han dejado heridas, ausencias… Y ¡Que ingenuidad la mía!
Dejémonos de egos absurdos y miremos la simpleza de lo humano. A veces me pregunto ¿Cuántas almas solitarias permanecen frustradas en el intento de alcanzar el clímax del amor? Al final siempre vamos a mostrar cierta dependencia en la búsqueda de manifestaciones que nos den un lugar en algún corazón, comencemos a interpretar la fragilidad del hombre, aventurémonos a observarlo desde múltiples ángulos y rompamos el hielo que nos impide progresar en la búsqueda de la igualdad, los hombres también merecen protección, seguridad, ternura, gestos que lo hagan único en el mundo. Sigo caminando por las orillas del río Sena y de algún modo imagino que si todos los amores se avivaran recíprocamente se comenzara a gestar el movimiento del amor verdadero, de nunca acabar, suena utópico ¿Cierto?
Amantes de las letras, de las pasiones encerradas en los caracteres diarios la caballerosidad es un acto de valentía y cuando visualicen escombros dentro del amor, por el respeto que nos merecemos, márchense… No hay café para tres… Aquí les escribo desde mi sensibilidad, de ustedes brota mi inspiración.
Con amor Goretty Shoppan.
