En los últimos meses se ha generalizado el malestar de las universidades públicas de todo el país por el constante —y además nefasto e incomprensible— desfinanciamiento por parte del gobierno nacional. Cerca de 3,2 billones de pesos son los que, según el SUE (Sistema Universitario Estatal), hacen falta para el funcionamiento de las 32 universidades públicas del país. A lo anterior se añade la deuda histórica que ha tenido el Estado con estas casas de estudio. Se podría decir que esta deuda asciende a los 15 billones de pesos. En total, es “una bobadita” lo que le hacen falta a la instituciones de educación superior.
Por otros elementos (igual de importantes) y por los descritos anteriormente, los estudiantes de las universidades públicas del país han reactivado, en proporciones no vistas desde la MANE (Mesa Amplia por la Educación) en 2011, el movimiento estudiantil por la defensa de la educación digna, de calidad, gratuita y universal. Con el anuncio del gran paro nacional del 11 de octubre, los estudiantes nos tomamos las calles para exigirle al gobierno nacional más presupuesto para la educación y para las universidades públicas.
Como baldado de agua fría llegó el anuncio del gobierno de aumentar los recursos para 2019 del sector defensa. Algo que a los estudiantes —y a la sociedad en general— no nos cabe en la cabeza es que mientras las universidades públicas se caen a pedazos —literalmente, como sucede en la Universidad Nacional— el gobierno destina más presupuesto al sector defensa. Esto es una afrenta a la paz, a la ciencia, al conocimiento y al estudiantado. Por eso, una vez más le decimos al gobierno: “Más recursos para educación y menos para la guerra”. La historia nos ha demostrado que un pueblo educado no entra en guerra porque simplemente va contra sus principios.
Esto que estamos haciendo los estudiantes (tomarnos las calles para pedir más presupuesto para la educación pública y de calidad) es hermosísimo y digno de admirar desde todos los puntos de vista. Simplemente nos estamos demostrando que somos nosotros la generación de la paz; la generación que no se interesa el fusil de más largo alcance, sino el conocimiento de más profunda transformación; no es de nuestro agrado empuñar un arma para matar a nuestro propio pueblo, a nuestro propio hermano, pero sí es satisfactorio para nosotros investigar y generar conocimiento que nos transforme y nos ayude a crecer como sociedad.
Es gratificante vernos en las calles defendiendo la educación motora de transformación, nos estamos demostrando que no queremos la guerra que nos daña como sociedad. Por eso, desde la UNESS (Unión Nacional de Estudiante de la Educación Superior) le hacemos un llamado al gobierno nacional para que no siga con su intento (incomprensible y retrógrada) de invertir exagerados recursos en defensa y con esto querer obligarnos a ir a una guerra que no es de nosotros y que nos obliga a sacar lo peor de nosotros como sociedad.
Por eso, siempre estaré de acuerdo con la educación y el conocimiento del pueblo. ¡Yo quiero estudiar para cambiar la sociedad! ¡Porque pública la recibí, pública la entrego!