Como adición a la nota Unidad para avanzar en el Valle de Aburrá, una estrategia política con visión de futuro, es oportuno traer a cuenta los resultados de las últimas elecciones presidenciales en Medellín, para calibrar las posibilidades reales de una sola lista de los sectores democráticos al Concejo Municipal de la capital de la montaña:
Primera vuelta
- Iván Duque 532.329 53.32%
- Sergio Fajardo 308.914 30.94%
- Gustavo Petro 77.397 7.75%
Segunda vuelta
- Iván Duque 693.334
- Gustavo Petro 208.427
Como se puede observar la votación de Fajardo, 308.914 votos, se dividió entre Duque y Petro, más o menos por la mitad: Duque se quedó con 161.005 votos y Petro con 131.020 votos, aproximadamente.
Como es bien sabido, el carácter de las elecciones locales y regionales cambian de conformidad con los intereses parroquiales de los votantes, y con el papel que cumplen los contratistas, y demás elementos de corrupción del narcotráfico, de la financiación de la empresa privada, del papel de los medios de comunicación, de las Iglesias, y de la utilización del odio, el miedo y la mentira, como herramientas políticas para conducir los sentimientos y las pasiones de los ciudadanos en favor de determinados candidatos, tal cual lo están haciendo hoy en día con la promoción de la guerra contra Venezuela, con las objeciones a la Ley Estatutaria de la JEP, con la fumigación con glifosato y con la “infiltración” del ELN y de las ”disidencias” de las Farc en el Paro Indígena del Cauca.
El Dr. Fajardo ya se abrió de la Coalición Colombia (Polo Democrático, Partido Verde, y Compromiso Ciudadano) y está promocionando sus candidatos a la gobernación, a la alcaldía, a los concejos y a las asambleas, de tal manera que la oposición democrática (Polo, Verdes, UP, MAIS, Lista de la Decencia y Colombia Humana) anda cada cual por su lado frente a las elecciones regionales y locales de octubre, a no ser que Colombia Humana —que no tiene personería jurídica y que todo indica que el Consejo Nacional Electoral no se la va a dar— acuda al aval de la UP, de MAIS, del Polo o de los Verdes para las elecciones de octubre, si es que se quiere aprovechar el capital político de los 8 millones de votos en la segunda vuelta presidencial de 2018 —vaya paradoja de la democracia colombiana—, además de la indignación expresada en los 12 millones de votos de la consulta anticorrupción, las manifestaciones masivas de los estudiantes por la financiación de la educación pública y el prolongado paro de los indígenas del Cauca.
Así las cosas, solo participando con una sola lista unitaria al Concejo Municipal, los sectores democráticos de oposición tendrían la posibilidad real de conquistar las curules para convertirlas en tribunas de lucha por la paz, contra la corrupción, para la denuncia del régimen político, y para ir creando las condiciones materiales para la conformación del gran movimiento de masas para la transformación democrática de Colombia.
En lo relacionado con el programa mínimo, tenemos los siguientes elementos temáticos:
1. Respaldo a la implementación y desarrollo de los acuerdos de paz, especialmente lo que tiene que ver con los planes de desarrollo con enfoque territorial para las subregiones del norte, nordeste y bajo Cauca del departamento de Antioquia, para las comunidades de los municipios de Amalfi, Anorí, Remedios, Segovia, Briceño, Valdivia, Ituango, Cáceres, Caucasia, El Bagre, Nechí, Tarazá y Zaragoza.
2. Vigilancia, veeduría y control de los dineros para las inversiones de la cooperación internacional, del gobierno nacional, del Sistema General de Participaciones y del Sistema General de Regalías, de las entidades territoriales, de la empresa privada (como Corona, Argos, Mineros S.A., la EAFIT y EPM). Todo esto para poder estar al tanto de la denuncia, como está pasando con los contratos de construcción en el proyecto hidroeléctrico en el municipio de Ituango. Hay que estar pilas con el manejo de los dineros para las inversiones de los PDET.
3. Los pilares de estos planes de desarrollo con enfoque territorial pueden ser los insumos para el programa del movimiento alternativo: ordenamiento de la propiedad rural, uso del suelo, infraestructura, adecuación de tierras, salud rural, educación rural, primera infancia, vivienda rural, agua potable, saneamiento básico rural, reactivación económica, producción agropecuaria, sistema para la garantía progresiva del derecho a la alimentación, reconciliación, convivencia y construcción de paz.
4. Seguidamente tenemos las garantías para el derecho a la vida, el desmonte del paramilitarismo, la defensa del territorio, del agua y las territorialidades, de los recursos naturales. Además de esto, el rechazo al modelo extractivista (depredador de la naturaleza), la creación de zonas de reserva campesina para los indígenas, la protección de afrodescendientes y campesinos, la contratación colectiva, la estabilidad laboral, el derecho a la organización sindical, a la salud, a la educación, a la vivienda digna, al empleo digno. Necesitamos un plan de ordenamiento territorial para una ciudad humana y democrática, que vaya en contra la contaminación del medio ambiente, que dé la pelea por el desmantelamiento de las bandas de microtráfico y de extorsionistas en las comunas populares, y que busque la verdad, justicia reparación y no repetición para todas las víctimas del conflicto armado.
Con estos elementos programáticos podemos construir la unidad, así como lo hizo en Bogotá el Polo Democrático, el Partido Verde, la UP, MAIS y Colombia Humana, inicialmente con la consulta interpartidista para elegir el candidato a la alcaldía de la capital. Pues bien, esta experiencia se puede extender a la integración de una sola lista unitaria para el Concejo Municipal como estrategia política con visión de futuro, que dé un paso adelante en la conformación del nuevo movimiento político.