Muchos versados juristas estarán en desacuerdo conmigo por lo que voy a manifestar, pero veo llegado el momento de expresar una idea que tenía de hace tiempo. Está de nuevo sobre el tapete reformar la justicia, boguemos que esta vez se dé. No obstante, es difícil complacer a las altas Cortes, Órganos de Control, Fiscalía General de la Nación, al mismo tiempo, pero esas entidades deben saber el alto índice de morosidad llevado a cuesta, acumulado en los últimos 30 años. Los colombianos no creen en la rama judicial, debido a un sistema precario que a pesar de algunas reformas hechas a comienzos de los años 2000 (Ley 906 de 2004, otras), quedaron obsoletas en tan solo una década de vigencia. Hoy el delincuente sabe más que los legisladores y los operadores de justicia, no nos digamos mentiras, ellos evaden con facilidad el imperio de la justicia, destrozan la ciencia política criminal, que es el músculo oculto para prevenir el crimen organizado, es más, cada día se ingenian nuevas tácticas para vulnerar la ley penal, fallamos en inteligencia, nos quedamos solo en las estadísticas, eso es grave.
En cuanto a las materias civiles, intentamos ordenar la casa, pero no acertamos, por varias razones; mediante este ejemplo, lo ilustraré: una de las fuentes del Código de Procedimiento Civil, son los Códigos Civil (leyes 57 y 153 de 1887, y de Comercio (Decreto 410 de 1971), ambos códigos que constituyen una obra jurídica invaluable, pero muchos de sus preceptos, son pertinentes revaluarlos, tal es el caso de los títulos valores y su forma de constituirlos, nos condenan para siempre a ser exegéticos, despreciando las bondades de la tecnología, me explico: Para soportar una deuda siempre el acreedor hace firmar una letra de cambio en blanco para no prescribir la acción, allí queda de inmediato el deudor en desventaja jurídica que ve como posteriormente se le ejecuta inmisericorde por vía judicial en caso de caer en mora. Con los avances tecnológicos, esa actitud, que no se da siempre, pero si en muchos casos, puede ser saneada usando una videograbadora, que permita edificar un proceso ejecutivo expedito, evitando la morosidad judicial. Es que el proceso ejecutivo singular, se convirtió en el martirio de los acreedores, deudores y de los abogados litigantes; pobres colegas que nos rompemos el cuero en el asfalto, sometidos al desdén de un sistema perverso, urgente de reformar.
En contexto: 1. La tecnología debe ser fuente de un derecho moderno en Colombia. 2. Es absurdo que los operadores judiciales se desgasten en transitar de una etapa a otra, en vez de resolver en corto tiempo los procesos. 3. La morosidad judicial, es otra forma de crear violencia, que no aplica en estos tiempos de construcción de paz.